Encuentran los restos perdidos de una ciudad maya bajo una cancha del juego de pelota
La jungla mexicana todavía alberga grandes secretos que los arqueólogos están deseando descubrir.

La cultura maya aún esconde misterios que no cuentan con ninguna explicación, como el motivo por el que alineaban sus construcciones con las estrellas. Esta gran civilización vivió en una buena parte de América Central hace miles de años y dejó legados como las impresionantes pirámides, aunque se cree que procedían de Sudamérica -sus orígenes continúan siendo un tanto opacos-. Sus avances empezaron a verse pronto y comenzaron a construir sus ciudades alrededor de las áreas rituales, sentando también las bases de su curiosa sociedad.
Su época de mayor apogeo fue entre los años 200 y 900 d.C., cuando perfeccionaron sus templos piramidales y sus grandes edificios. En aquella época destacaban las ciudades de Palenque, Chichén Itzá, Tikal, Copán y Calakmul, aunque nunca adquiriendo la forma de imperio. Entre las numerosas tradiciones mayas había algunos juegos con los que se entretenían como el juego de la pelota o 'pokolpok', que encuentra su origen hace más de 3.500 años y que puede considerarse un interesante prototipo del fútbol actual.

Cuenta la leyenda que era una manera de solucionar conflictos entre bandos y evitar guerras, aunque la historia habla de una representación de la lucha entre el bien y el mal, donde la pelota en movimiento sería el universo y los astros, o incluso la vida y la muerte. También se afirma que el equipo perdedor era sacrificado. Las canchas donde se practicaba simbolizaban riqueza y poder, por lo que su ubicación era de suma importancia. Un grupo de arqueólogos descubrió recientemente una de ellas en el interior de la jungla mexicana, además de otra construcción bajo la cancha.
Los nuevos descubrimientos
El equipo del Centro de Investigación de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes bajo el Consejo Arqueológico Mexicano del Instituto Nacional de Antropología e Historia, hallaron unas formas únicas en unos 86 kilómetros cuadrados de la Reserva de la Biosfera de Balam Ku. Se encontraban en el pueblo deshabitado de Campeche, donde descubrieron que se trataba de asentamientos de tamaño medio, sin paredes ni decoración arquitectónica importante. Ivan Šprajc, arqueólogo esloveno, declaró que "la impresión inevitable es que la cultura maya de esta región [...] era notablemente menos elaborada" que en otras zonas.

Lo que verdaderamente llamó la atención de los arqueólogos fueron los restos de un edificio bajo el campo, cubierto con restos de estuco pintado. Todavía no se sabe a ciencia cierta qué función cumpliría este edificio ni la forma que tendría, pero se intuye que debería ser importante, ya que los campos se solían ubicar en el centro de las ciudades más importantes. Šprajc comenta que "solo excavaciones posteriores [lo] podrán revelar". El centro de Campeche ocultaba también una plaza principal rodeada de estructuras alargadas, una pirámide y un canal de drenaje, que ya son parte de los yacimientos mayas más impresionantes de Centroamérica.
La pirámide cuenta con 16 metros de altura y restos de ofrendas en la parte superior, como fragmentos de cerámicas, una punta de pedernal y una pata de animal que probablemente sería de armadillo o algún roedor grande. "La ofrenda indica que incluso después de que la mayoría de los asentamientos mayas del período Clásico habían sido abandonados, pequeños y empobrecidos grupos humanos deambulaban haciendo ofrendas en o cerca de los edificios de sus antepasados", dijo Šprajc. Todos los descubrimientos indican que el sitio estuvo ocupado entre el 600 y el 1000 d.C.
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