Al borde del agua, por Luis Pancorbo

El almanaque luso "Borda d''água" recuerda que durante los bisiestos las mujeres escogían con quién casarse.

Al borde del agua, por Luis Pancorbo
Al borde del agua, por Luis Pancorbo

Apenas se vislumbra el nuevo año sale Borda d''água, el equivalente portugués del Calendario Zaragozano. Su portada está presidida por una herradura roja, el único color en toda la publicación. También ponen ahí el dibujo de un tipo gordito, con gafas, frac, chistera y paraguas, más alegre que los frailes barométricos españoles, uno que parece querer dictaminar el día de la marmota. Son 24 páginas con cuanto puede interesar al agricultor y al que no lo es, datos astronómicos y de santoral, ferias, anécdotas, historietas y consejos sobre los mejores tiempos para cultivar hortalizas. Eso con permiso del cambio climático. Un almanaque que se precie tiene que divagar un poco, así que Borda d''água no se priva de conjeturar sobre 2008, un bisiesto bajo el dominio de Marte: "...navegando por el quinto cielo, es caliente y seco, colérico, masculino, nocturno y enemigo de los humanos...". El antídoto contra eso es nada menos que El Banquete de Platón y sus ideas de Amor, Belleza y Bondad: "Amar algo o a alguien en particular siempre será amar lo mejor, lo esencial, lo verdadero, el Bien, la Belleza". Tema resuelto y al estilo del hocus pocus, una expresión que fue el resultado de corromper "Hoc est corpus meum" ("Este es mi cuerpo"). Si el latín era algo demasiado difícil, y demasiado mágico, siempre quedaba el consuelo de decir hocus pocus y quedarse tan ancho.

El almanaque portugués juega en esa onda y de paso hurga con su humor en las extrañezas de los tiempos. Recuerda que durante los bisiestos las mujeres eran quienes escogían con quién casarse, al menos eso pasaba en la Escocia del siglo XIII. Si el hombre escogido no estaba de acuerdo con la proposición, tenía que pagar una multa. Y es que "no hay luar (luz de luna) como la de enero, ni amor como el primero". El almanaque también adorna el año con sus refranes y poesías, no todo va a ser utilitario. El martes 22 de enero, festividad de San Vicente, tendremos la primera luna llena del año, a las 13 horas 35 minutos, y habrá chuva. Si no llueve será que algo no cuadra en el mundo pues, según Celia Cadete, directora de la publicación, hay que tener en cuenta los trastornos del aquecimento global (calentamiento global) y del efecto estufa (invernadero): "Dadas las alteraciones climáticas que se verifican en Portugal... en determinadas regiones se podrán hacer cultivos con 15 días de antelación, así como las respectivas cosechas".

Para Borda d''água, el año del desastre será 2100, cuando el clima habrá aumentado de 4º a 5º y las malas pautas se habrán hecho irreversibles. Tenemos un margen (de 92 años), aunque quién sabe si no se anticipará la gran cocción de los polos y el levantamiento de los mares. El almanaque portugués cuenta los días del año como si fuesen granos de oro. Por eso, al acabar la página dedicada a enero, viene una reflexión de alcance: "Días vividos, 31; por vivir, 335".

El equinoccio de primavera empezará el 20 de marzo a las 05.48 horas. He ahí otro dato de interés, lo mismo que el de las fases de la luna, o cuándo tocarán tales santos, fiestas y ferias. Es mejor podar las higueras y naranjos en la luna menguante de enero. Y conviene sembrar habas y girasoles, y cortar camelias, al llegar el cuarto creciente. Enero es también el mes justo para vacunar al bovino, ovino, caprino y caballar, y, de modo especial, a los cerdos contra las enfermedades rojas ("as doenças rubras").

Ojo a los horarios de pleamares y bajamares, y a los eclipses. En este bisiesto habrá dos eclipses de sol, uno anular el 7 de febrero y otro total el 1 de agosto. Y dos eclipses de luna, uno total el 21 de febrero y otro parcial el 16 de agosto. El que avisa no es traidor, y menos cuando "...el futuro no es risueño... Portugal tendrá en las próximas décadas un clima tropical con grandes olas de calor y menos precipitación...". Son las barbas, ya peladas, de ese almanaque del amigo portugués. Llamarlo compatriota es cosa que se le ha ocurrido a Saramago y a Grass. Dos nobles Nobel.

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