Shakespeare en diez escenarios

En el 400 aniversario de la muerte del Bardo de Avon, toda Inglaterra se postra a su memoria con un año de celebraciones y frenesí shakesperiano. Estas son las claves para seguir su rastro desde el pueblito de la campiña que le vio nacer hasta el turbio Bankside londinense donde alcanzó la mayor de las glorias.

Teatro The Globe, en el Bankside
Teatro The Globe, en el Bankside / Luis Davilla

The Globe, el teatro "sin ley"

El Bankside, en los días de Shakespeare, era una ciudad sin ley. Una vez cruzado el Puente de Londres -el único entonces que atravesaba el Támesis- ya sí imperaba el orden, pero en este barrio de su orilla sur no tenían jurisdicción los hombres de la reina ni se pagaban impuestos, de ahí que a finales del XVI hubieran florecido negocios de todo pelaje, incluidos burdeles, casas de juego, no menos de doscientas tabernas y los teatros más divertidos. El del Globe se erigió en 1599 por y para la troupe del bardo, The Lord Chamberlain''s Men, la compañía financiada por el lord en la que Shakespeare fue primero actor y enseguida dramaturgo de éxito y accionista. Ante 3.000 espectadores, en su planta circular al aire libre se estrenaron piezas teatrales para la historia como Hamlet.

Londres
Londres / ISTOCK

 

Para ver "Julio César" o "Macbeth" tal como eran

Después de que un cañonazo de los efectos especiales lo redujera a cenizas durante la representación de Enrique VIII, el segundo The Globe fue reconstruido de inmediato, aunque acabó echándose abajo al poco de que la administración puritana, en 1642, prohibiera esta y otras alegrías. El tercero, alzado en la pasada década de los noventa a imagen y semejanza de aquellos, depara a la vera del río toda una experiencia para nostálgicos y fetichistas del teatro clásico. Si por la mañana actores reciclados en guías turísticos lideran recorridos en los que bucear en sus orígenes, cada tarde de abril a octubre se alza el telón luzca el sol o llueva a mares. ¡Es lo que tiene estar a la intemperie! Igual que antaño, los que pagan más verán la obra sentados bajo el techo de paja que protege las bancadas de sus tres pisos de madera. Mientras, al ras y de pie, se hacinan en el patio los que apenas desembolsaron 5 libras; una ganga para ver en acción a la compañía del Globe, aunque todo un dineral si se compara con el penique escaso que le costaba entonces hacer lo propio al populacho o los apestosos de perra gorda, como por razones imaginables en aquel Londres tan sucio les increpaban los comediantes cuando a la gleba no le gustaba la obra y les lanzaban insultos y todo tipo de objetos. Salvo porque hoy el público se modera, no hay lugar como el Globe para asistir a una obra de Shakespeare casi igual a como se hubiera representado en los tiempos del gran dramaturgo.

21 New Globe Walk, Londres. www.shakespearesglobe.com

The Rose Playhouse y la leyenda de Marlowe

Eclipsado por la fama internacional del Globe, apenas a un paseo se esconde su viejo rival, The Rose, el primer teatro que se levantó en el Bankside. Aunque está abierto a las visitas, amén de para las representaciones, su casi anonimato es especialmente sangrante si se tiene en cuenta que aquel no deja de ser una réplica, mientras que en este sí se conservan los cimientos del original, salvados de la voracidad urbanística gracias a una sonada campaña que, para preservar esta joya del pasado de Londres, impulsaron vecinos, intelectuales y gurús de la escena de la talla de sir Laurence Olivier. Construido en el año 1587 por Philip Henslowe, uno de los grandes empresarios del teatro isabelino, en aquellos tiempos era, como el Globe, un espacio al aire libre. Ahora está del todo cubierto y su diminuto aforo no tiene nada que ver con los 2.000 espectadores que llegó a albergar en sus días de gloria. De hecho, su atmósfera casi se diría de arte y ensayo, si bien tras el escenario queda marcado con una luz roja el lugar exacto donde se representara en el siglo XVI la versión de Shakespeare de Enrique VI o su Titus Andronicus, además de varias obras de Christopher Marlowe, el primer gran autor del teatro inglés. Su muerte violenta, antes de haber cumplido los 30 años, dio pie a una de las muchas teorías conspiratorias que circulan sobre el bardo. Quienes la defienden aventuran que Marlowe, exitoso dramaturgo, poeta y parece ser que también espía, en realidad no cayó en una reyerta sino que pergeñó semejante argucia para librarse de sus enemigos. Tras ello siguió escribiendo desde la sombra, pero buscando para firmar sus dramas a un actor de segunda, que no sería otro que el mismísimo William Shakespeare.

56 Park Street, Londres. www.rosetheatre.org.uk

Catedral de Southwark, por Edmund Shakespeare

En el Londres de principios del siglo XVII los funerales se celebraban normalmente por la tarde. El 31 de diciembre de 1607 hubo una excepción en la catedral de Southwark, conocida entonces como St. Saviour''s Church. Edmund Shakespeare, hermano menor de William y actor, al igual que el dramaturgo en sus comienzos, probablemente falleció a causa de las epidemias de peste que asolaban la ciudad y obligaban por temporadas a clausurar sus hacinados e insalubres teatros. Aquel entierro, saltándose la norma, tuvo lugar por la mañana, probablemente también para que sus colegas pudieran despedirle sin que por la tarde dejara de alzarse el telón en el Globe. ¡El espectáculo debe continuar! Una inscripción en honor a Edmund, junto al coro de este templo gótico en las inmediaciones del Puente de Londres y el animadísimo mercado de Borough Market, no es el único recuerdo de la familia Shakespeare en esta iglesia. Una colorida vidriera recrea unos cuantos personajes de los dramas de Shakespeare y, bajo ella, una estatua de alabastro representa al autor reclinado. Suelen ponerle una rama de romero en la mano. Quizá porque, como Ofelia asegura en Hamlet, el romero es bueno para recordar.

London Bridge, Londres. www.cathedral.southwark.anglican.org

La casa familiar, patrimonio del pueblo

Todo Stratford-upon-Avon es un tributo a la memoria de su hijo predilecto. Pero de haber un santuario de peregrinación que atrae cada año a unos cinco millones de visitantes hasta este encantador pueblito a unas dos horas de Londres, ese sería el lugar exacto donde William Shakespeare vino al mundo en abril de 1564. Entre sus callejas de estilo Tudor, con sus características vigas de madera a la vista en las fachadas, abre sus puertas la casa en la que creció el joven Will junto a sus progenitores, John y Mary, y un cerro de hermanos. Desde el taller de guantes de su padre hasta las alcobas o el salón han sido amueblados como lo estarían en un hogar de clase media de la Inglaterra rural del siglo XVI. También podrá visitarse aquí el centro de interpretación, por cuyas salas entender mejor tanto al personaje como su obra y su influencia en el tiempo, mientras que, en el jardín, actores en traje de época declaman los extractos de las piezas del bardo que les pide el personal. La casa se mantuvo en manos de sus descendientes hasta finales del XVIII. Poco después, ya medio en ruinas, se puso a la venta. A raíz de una campaña a nivel nacional en la que participó el propio Charles Dickens, se reunieron las 3.000 libras de la época que hacían falta para adquirirla. Restaurada, hoy es patrimonio de todos los británicos.

Henley Street, Stratford. www.shakespeare.org.uk

Su colegio, el Shakespeare''s Schoolroom Guildhall

Por el mismo camino que probablemente seguiría cada mañana el pequeño William, desde la casa familiar se llega en un abrir y cerrar de ojos a la que fuera su escuela. En este edificio de 1420 se conserva el aula donde, al igual que tantos hijos de comerciante, entre los 7 y los 14 o 15 años debió aprender música, retórica, religión, latín y quizá griego. Aunque no se sabe mucho de esta etapa de su vida, algunos expertos aventuran que pudo ser también aquí donde descubriera su pasión por el teatro, después de asistir a alguna representación de las compañías de Londres que solían recorrer entonces las ciudades de Inglaterra. Quizá por culpa de que ya estaban de capa caída los negocios de su padre, que había llegado a alcalde de Stratford, Shakespeare no fue a la universidad, por lo que toda su educación formal tuvo lugar entre estas cuatro paredes. Tras una restauración millonaria, el lugar fue abierto por primera vez al público el pasado 23 de abril, el 400 aniversario de su muerte que ha dado pie a este año de celebraciones. La sala de pupitres, con sus maderas ralladas a cuchillo con los nombres de los chavales, así como unos vídeos muy divertidos, dan una buena idea de cómo debían ser las clases en la era Tudor. Justo al lado sigue funcionando un colegio de muy buena reputación, cuyos alumnos aún utilizan la biblioteca de este edificio que, en los tiempos de Shakespeare, albergara además la sede donde los gremios del pueblo encontraban protección y oportunidades de negocio. Su historia es fascinante y en sus dependencias, al igual que en la vecina iglesia de Guild -a la que sin duda debió también asistir William-, se han descubierto unas pinturas medievales de enorme valor.

Church Street, Stratford. www.shakespearesschoolroom.org

Lo que esconde la iglesia de Holy Trinity

"Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito sea el hombre que respete estas piedras, y maldito el que remueva mis huesos". Con semejante epitafio escrito en su lápida, se entendería que nadie se hubiera atrevido a averiguar cuánto de Shakespeare se conserva enterrado en esta preciosa iglesia a la vera del río Avon. Se da por bueno, sin embargo, que reposa sin cabeza -al parecer robada hace doscientos años- bajo la losa con su nombre ante al altar. Al lado quedan las de su mujer, su hija y su yerno. También a la vista, los registros del fallecimiento y su bautismo en este mismo templo, así como un busto que, al haber sido supervisado por su esposa, presume de ser la imagen más fidedigna que se conserva de Shakespeare, ya que la mayoría de los retratos que lucen de él en los museos fueron realizados tras su muerte. Otro aliciente para recalar por esta luminosa iglesita es imaginar el escándalo de su boda. Con solo 18 años tuvo que casarse con Anne Hathaway, de 26, y embarazada de tres meses. Una boda apresurada y un matrimonio en el que, al parecer, no siempre comieron perdices. Se ve que achacó algunos de sus problemas conyugales a la diferencia de edad ya que, en Noche de Reyes, no duda en poner en boca del duque Orsino la siguiente recomendación para elegir pareja: "Deja que tome la mujer a alguien mayor que ella para acomodarse. Así gobernará el corazón del marido. Porque, muchacho, por más que nos jactemos, nuestros afectos son más inconstantes y cambiantes, más ansiosos, mudables y más pronto ganados y perdidos, que los de las mujeres". Y tras esta última frase que, como tantas de Shakespeare, no ha perdido ni medio gramo de actualidad, zanja: "Entonces, que tu amada sea menor que tú o tus afectos perderán tensión".

Old Town, Stratford. www.stratford-upon-avon.org

El "cottage" de Anne Hathaway

A las afueras de Stratford, en esta villa campestre que exhala todo el sabor de la Inglaterra rural de hace quinientos años, no es difícil imaginarse a un William casi adolescente cortejando a su futura mujer, hija de un granjero bastante bien situado. El padre había muerto hacía poco dejándole a Anne una dote considerable y la cosecha de aquel agosto del año 1582 había sido tan excepcional, que la comunidad seguro se reuniría a festejarlo por todo lo alto. Tuviera o no que ver la confluencia de ambos sucesos, lo cierto es que nueve meses después de la cosecha nació la primera ídem de William y Anne. Entre medias, una boda apresurada para la que el novio tuvo que pedir todo tipo de permisos ya que no era todavía mayor de edad. También esta casa de vigas de madera, techo de paja y mobiliario original por todas sus dependencias atrae como un imán a los visitantes. Sus bucólicos jardines se prestan a dar paseos y, sobre todo en verano, tienen lugar representaciones y actividades para niños.

Cottage Lane, Shottery (Stratford). www.shakespeare.org.uk

La granja de Mary Arden

De nuevo en las inmediaciones de Stratford, este es el destino shakesperiano más divertido para los niños. En la granja de sus abuelos maternos, los pequeños disfrutan de lo lindo acariciando a las vacas y cabras de los corrales o aplaudiendo a una de sus guías en traje de época mientras pone en danza a los halcones. La cetrería era un deporte habitual en la época, que se menciona en varias obras del bardo. Durante el recorrido por el caserón los visitantes podrán igualmente familiarizarse con las supersticiones de la vieja Inglaterra o aprender cómo se realizaban antaño las labores del campo. Hay incluso un herrero trabajando en la fragua, demostraciones del hilado tradicional de la lana o de cómo se cocinaba sobre el fuego del hogar, igual que cinco siglos atrás lo hiciera Mary, la madre del escritor. Cada día, a un horario fijo, tienen lugar más actividades, como dar de comer a los gansos o ver ordeñar al ganado. También, sobre todo en verano, y más en este año del 400 aniversario, se programa teatro y talleres infantiles. Y si aún quedaran ganas de pisar más moradas shakesperianas, cerca abre sus puertas Hall''s Croft, la casa de su hija Susanna y su marido, el doctor John Hall, con otros magníficos jardines en los que, el 27 de agosto, se celebra un gran picnic por el año de Shakespeare con música, cuentacuentos y ropas estilo Tudor.

Station Road, Wilmcote (Stratford). www.shakespeare.org.uk

La Royal Shakespeare Company en acción

Prohibido marcharse de Stratford sin haber presenciado alguna de las obras de Shakespeare que, todos y cada uno de los días del año, programa la prestigiosa compañía que lleva su nombre. El teatro es de planta moderna, pero su atmósfera, con las butacas repartidas a los tres lados del escenario, resulta de lo más íntima. Y si el dominio del inglés no estuviera a la altura para sacarle todo su jugo, entonces baste con reservar el tour guiado por el recinto donde, entre bambalinas, espiar el trajín previo a la función.

Waterside, Stratford. www.rsc.org.uk

Su recién inaugurada última casa: New Place

Se ve que en el siglo XVIII el turismo ya era un engorro. Y es que en el año 1759 el reverendo Francis Gastrell, propietario de la casa en la que William Shakespeare pasó sus últimos años, acabó derribándola para librarse de los curiosos que merodeaban por allí para rendirle su homenaje al bardo. No queda pues nada de la mansión que el dramaturgo, convertido en una celebridad y sobradamente rico tras sus éxitos en Londres, compró para vivir con su familia en su pueblo natal. En las excavaciones que se han llevado a cabo para abrir el espacio al público sí se han encontrado, sin embargo, tantas pistas de su día a día -restos de cannabis incluido- que, como no dejaban de aflorar, la apertura de New Place, prevista para la gran fecha del pasado 23 de abril, tuvo que posponerse a julio. Quedan así recién abiertos los jardines de esta finca que el autor adquiriera por 120 libras; todo un dineral en aquellos tiempos. También, las salas de exposición en las que profundizar en el hombre detrás del personaje. Los shakesperianos confesos llevan esperando como agua de mayo la inauguración de esta morada en la que murió muy joven, con apenas 52 años, y al parecer después de una farra en la que, aseguran las malas lenguas, se excedió con el alcohol. Toda una guinda con la que, en el corazón de un año de celebraciones en su honor, coronar un recorrido para honrar al autor que logró plasmar como nadie el naufragio de emociones del que es capaz el ser humano.

22 Chapel Street, Stratford. www.shakespeares-england.co.uk

El año del bardo

El 23 de abril -la fecha en la que al parecer nació Shakespeare y casualmente también falleció- arrancó un año de conmemoraciones por el cuarto centenario de su muerte. En pleno verano, cuando se esperan más visitas internacionales para honrar su memoria, las celebraciones se suceden sobre todo en Stratford, el adorable pueblito de la campiña inglesa que le vio nacer, y en Londres, donde alcanzó rápido fama y dinero en el alegre mundillo teatral de la época. En la capital, amén de las icónicas obras programadas en el escenario del Globe o el más anónimo The Rose, podrá participarse en charlas y paseos temáticos que se organizan por el Londres más shakesperiano, así como visitar exposiciones alrededor de su figura como la que mantiene hasta el 6 de septiembre la British Library: Shakespeare en diez actos. Por las distintas casas que en su pueblo natal pertenecieron a la familia del bardo, más festivales y teatro en sus jardines, talleres para niños y, como gran evento, la apertura hace apenas unas semanas de New Place, la última residencia del dramaturgo más aplaudido de todos los tiempos (www.shakespeare400.org y www.shakespeares-england.co.uk).

El turbio barrio del Bankside

Si en Stratford la huella de Shakespeare salta a la vista, en el Bankside londinense habrá que echar mano de la lupa (o de una buena información) para seguirle la pista. El barrio, una especie de zona roja al sur del Támesis, era bien distinto en los días en los que el bardo alcanzó la gloria como el más genial de los dramaturgos. Hoy el Bankside se ha gentrificado y no tiene nada de marginal, pero descargándose los mapas y audioguías de www.visitbankside.com será más fácil vérselas cara a cara con su turbio pasado. Amén de los clásicos lugares shakesperianos, en sus itinerarios aparecen rastros menos obvios, como el emplazamiento original del Globe, que no es el que tiene hoy, o el del Hope, otro de los teatros de la época donde, además, se celebraban luchas con perros, toros y osos. Más sorprendentes aún, las ruinas en Clink Street del palacio del obispo de Winchester, quien mantenía la zona bajo unas leyes más laxas que las de Londres. De hecho, las prostitutas que él mismo autorizaba para trabajar en sus dominios -previo pago de impuestos, eso sí- eran conocidas como las gansas de Winchester, y así, aunque claro, en inglés, se refiere a ellas Shakespeare en Troilo y Crésida.

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