Ría de Muros-Noia: el Camino de Santiago también se navega

El Camino de Santiago ya no tiene por qué hacerse únicamente a pie, en bicicleta o a caballo. Por primera vez en 12 siglos de historia, el Cabildo Catedralicio de Santiago de Compostela ha reconocido como Ruta Jacobea un camino marítimo: el de la ría de Muros-Noia.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

Peregrino a bordo de un velero en la Rías Baixas

/ Turismo Ría de Muros-Noia

El nuevo Camino navegable exige varios requisitos a quienes deseen obtener la apreciada Compostela. El primero de ellos es que deben navegar 90 millas náuticas, como mínimo, por las rías. El periplo puede hacerse con tantas escalas como desee el viajero, que siempre debe navegar únicamente a vela y sellar su credencial, con la que luego podrá obtener la Compostela, en dos puertos al día. El segundo requisito es que la ruta también exige un camino a pie: el peregrino debe andar los últimos kilómetros desde el puerto de desembarque hasta Santiago.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

Veleros del Camino de la Ría de Muros-Noia a su paso por las Islas Cíes

/ Álvaro Martínez Fernández

La ruta puede ser cualquiera y cualquiera también la distancia siempre que suponga un mínimo de 12 kilómetros, desde el último puerto hasta el Pórtico de la Gloria. La Compostela también exige a los peregrinos del nuevo Camino un requisito común a todos los demás: que la peregrinación esté fundada en motivos religiosos, espirituales o en una actitud de búsqueda.

El reconocimiento oficial de este nuevo Camino navegable se ha basado en un trabajo de investigación desarrollado durante los últimos tres años, dirigido por el arqueólogo Mario César Vila, el urbanista Javier Harguindey y el arquitecto Marcial Rodríguez, todos ellos apoyados por la Asociación de Concellos del Camino de la Ría de Muros Noia, la Asociación de Clubes Náuticos de Galicia y la empresa Sailway, una de las pioneras en comercializar esta nueva travesía marítima.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

Velero a su paso por las Islas Cíes

/ Álvaro Martínez Fernández

La investigación ha probado los antecedentes históricos del Camino navegable, que comienzan en el año 1147, en plena Segunda Cruzada, cuando llegaron más de 200 naves procedentes de las islas británicas para pedir al apóstol Santiago protección ante sus inminentes batallas. En 1168, apenas 20 años después, el rey Fernando II deja el testimonio de esta ruta navegable cuando concede el estatus a Noia como Portus Apostoli, puerto oficial al servicio de Santiago.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

El nuevo Camino de Santiago, el de la Ría de Muros-Noia

/ Álvaro Martínez Fernández

Se pueden completar las 90 millas náuticas que se exigen para optar a la Compostela en uno de los veleros de la empresa Sailway, impulsora de la investigación y protagonista comercial de la nueva ruta, la primera operadora de chárter náutico que realiza este Camino. No exige a los viajeros experiencia previa en navegación. Opera con base en Vigo y propone, como opción básica, una travesía náutica de seis días, cuatro de ellos de navegación, con precios a partir de 745 euros por persona. En cada velero pueden alojarse un máximo de seis a ocho personas, según la embarcación. Pueden chartear la nave grupos previamente formados, con un mínimo de cuatro personas.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

Capitán de uno de los barcos de la travesía de Ría de Muros-Noia, el nuevo Camino de Santiago

/ Álvaro Martínez Fernández

Travesía en velero

También pueden alquilar un velero en exclusiva quienes quieran navegar a su manera, incluso sin patrón si se dispone del título correspondiente que autoriza la navegación. La travesía se realiza en veleros entre 12 y 14 metros de eslora. El alojamiento a bordo es en camarote compartido, hay un plus de 300 euros por ocupar un camarote individual. La oferta que propone Sailway incluye el desayuno y la comida a bordo. La cena se sugiere que se haga en los puertos, donde es fácil encontrar decenas de opciones con unas vistas inigualables a las rías. Mente y corazón abiertos serán necesarios cuando el velero zarpe desde la ría de Vigo, desde la que podremos contemplar a ambos lados la belleza escarpada de una costa que enamora y desde la que empezamos a vislumbrar las Islas Cíes, uno de los primeros paraísos en los que atracaremos.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

Playa de Rodas, en las Islas Cíes

/ Álvaro Martínez Fernández

Fondear en el Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas, en las mismas aguas que bañan las Cíes, es una de las más bellas experiencias de este primer tramo. Las aguas, con un predominante azul oscuro durante toda la travesía, se tornan de un azul turquesa al toparse con estas paradisíacas islas. El viajero atracará en la isla de Monteagudo, unida por un istmo de arena fina a la isla de Faro, y por la que podremos recorrer andando un camino en el que nos toparemos con lugares tan bellos como la Playa de Rodas.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

Islas Cíes

/ Álvaro Martínez Fernández

El segundo tramo del camino nos embarcará hasta San Vicente do Mar, con una travesía de cinco horas navegables en las que pasaremos por la Isla de Ons. A nuestra llegada nos recibirá un encantador, pequeño y pintoresco pueblo donde pasaremos nuestra primera noche alojados en uno de los camarotes del velero y que irá acompañado de un suave mecer de las olas. Será al despertar cuando el viajero se encuentre con uno de los trayectos más arduos de la travesía, el que une San Vicente Do Mar con el pueblo de Muros. Una travesía de más de seis horas en las que sufriremos las inclemencias de un impredecible Atlántico y en la que el viajero puede sentir su unión con el mar a través de una experiencia que te atrapa y que te embriaga.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

San Vicente Do Mar

/ Álvaro Martínez Fernández

De Muros a Noia

Tras la singladura más agitada, toca parar en Muros. Pasear por sus calles es toparse con lugares como la Iglesia de Santa María do Campo, que cuenta con una peculiaridad única en el mundo: una pila bautismal con una serpiente tallada. Pero la magia de Muros reside en perderse por sus calles, charlar con sus vecinos y admirar las impecables vistas que tiene el pueblo a la ría de Muros-Noia. Es hora de volver a embarcarse en el velero, esta vez con destino a Portosín. Este tramo final en velero es, sin duda, uno de los más gratificantes de la travesía, en la que navegaremos por el interior de la ría que da nombre a este Camino admirando a ambos lados la más verde de las costas, y la menos edificada. Una vez en Portosín podremos reponer fuerzas con unas impecables vistas a su puerto deportivo, en el que el caminante pasará la última noche a bordo del velero.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

Pueblo de Muros

/ Álvaro Martínez Fernández

Con los primeros rayos de sol entrando por la escotilla del velero, el viajero emprenderá su camino hasta Noia, un lugar que según cuenta la leyenda fue fundado por los descendientes de Noé. El viajero puede empezar su visita por la Plaza do Tapal, en la que se sitúa la Iglesia de San Martiño, de estilo compostelano, a la que la falta una de sus torres y de la que se dice que quien ose intentar construirla correrá un destino fatal.

Pero Noia es mucho más que maldiciones y leyendas. Este lugar junto con Outes, es de donde se extrae el 90 % de todos los berberechos de la península ibérica, y el mejor escenario culinario para probar la mejor empanada de este molusco. No podemos irnos del municipio sin antes pasar por el conjunto de lápidas más antiguo de Europa, situado en la iglesia gótica de Santa María a Nova, con más de 500 lápidas de piedra datadas entre los siglos XIV y XIX.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

Iglesia de San Martiño, a la que le falta una de sus torres y que podemos encontrar en Noia

/ Álvaro Martínez Fernández

A apenas siete kilómetros de Noia es donde nos toparemos con uno de los paisajes más deslumbrantes de este Camino, el que envuelve al Monasterio de Toxosoutos, fundado en el siglo XII. Un fantástico ejemplo de unión entre el arte, la naturaleza y la historia que se levanta a los pies del río San Xusto con una frondosa y delicada vegetación en la que destaca un salto en vertical de agua de seis metros de alto, envuelto por unos senderos mágicos en los que merece la pena pararse.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

Monasterio de Toxos-Outos

/ Álvaro Martínez Fernández

Últimos kilómetros a pie

Es hora de tomar camino hacia Bertamiráns, desde donde el viajero recorrerá el último tramo a pie hacia la Plaza del Obradoiro. Pero antes debemos parar en la pequeña población de Urdilde, donde nos encontramos con la Tenda do Camiño, un lugar para reponer fuerzas y donde encontramos todo tipo de útiles para el camino y algunas de las delicias gourmet más apetecibles. Desde Bertamiráns, última parada antes de llegar a Santiago, el viajero tendrá que realizar los últimos 12 kilómetros a pie por el Camino Portugués para poder vislumbrar con sus propios ojos las torres de la famosa Catedral de Santiago. Mochila, gorra y zapatillas atadas, es el momento de recorrer el último tramo a través de un sosegado camino en el que la abundancia de vegetación y los bosques serán la principal guía hasta la ciudad santa.

Ría de Muros-Noia, Camino de Santiago

Catedral de Santiago de Compostela

/ Álvaro Martínez Fernández

Una vez en la tierra del apóstol Santiago es el momento de conseguir el último sello del recorrido en la Oficina del Peregrino, para obtener así la ansiada Compostela. Ahora toca visitar al apóstol Santiago, previo paso por la Puerta Santa, disfrutar de la Misa del Peregrino y quedarse embelesado con el renovado y colorido Pórtico de la Gloria.

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