La Madrugá: por qué ver el paso más antiguo de Sevilla

¿Y si solo pudiéramos ver una? Elegir es complicado. La devoción va por barrios en esta Sevilla de Pasión. La de Jesús del Gran Poder es una de las cofradías que no debemos perdernos. Porque es el Señor de Sevilla. Porque parece que llega andando. Porque es el paso más antiguo de Sevilla. Y porque si hay un mínimo de previsión de lluvia, no sale. Así que otro año vuelve a mirar al cielo. Si no llueve, a la 1 de la noche, las puertas de San Lorenzo se abren. Se levanta La Madrugá. (Con permiso del Nazareno).

Archivo de la Hermandad del Gran Poder
Archivo de la Hermandad del Gran Poder / Archivo de la Hermandad del Gran Poder

Silencio, se abren las puertas

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Archivo de la Hermandad del Gran Poder / Archivo de la Hermandad del Gran Poder

“Míralo, por ahí viene. Si es que parece que va andando”. El comentario se repite año tras año. Eso sí, en voz baja. Este es uno de los motivos para verlo.“Cómo se mueve”,nos dicen.Nuestro Padre Jesús del Gran Poder llega en silencio. Solo se escucha el arrastrar de los pies de los costaleros. En esa Madrugá de saetas y pétalos de rosas, de Vivas a las dos Esperanzas y a ese Manuel que pasa por Dueñas por todo lo alto, el Señor de Sevilla recorre la ciudad en el paso más antiguo de la Semana Santa sevillana.

Otro motivo para salir en su búsqueda: la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder es de las más antiguas. Es de 1620 y se le atribuye a Juan de Mesa y Velasco, un escultor de Córdoba que se había formado en Granada con Cano y en Sevilla con Martínez Montañés. Debido a su prematura muerte, sus imágenes fueron históricamente confundidas de autoría por las de su maestro.

Archivo de la Hermandad del Gran Poder
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El ambiente que se respira en la plaza de San Lorenzo, inigualable. (Tercer motivo). La Hermandad lleva casi 6 siglos saliendo a la calle. A primera hora de la noche, la plaza de San Lorenzo empieza a llenarse. A medianoche, las luces de las farolas esperan apagadas. Ni el silencio se atreve a interrumpir este momento. Suena una campanada. Es la 1 de la noche, se abren las puertas del templo. La Cruz de Guía sale a la calle. Más de 2.500 nazarenos en recogimiento lo acompañan. Una saeta rompe el silencio. Se quiebra la Madrugá.

Con la venia de la Esperanza macarena

Antes de que se abra La Madrugá, esta cofradía nos regala uno de esos grandes momentos que marcan la noche. El Señor de Sevilla pide permiso a la Esperanza Macarena. En el año 1776 la Cofradía de la Macarena cedió ante la del Gran Poder para que entrara antes que ella en la Catedral.

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Cada año, ese acuerdo se renueva. Es la venia a la Virgen. Cinco nazarenos van desde San Lorenzo hasta la basílica de la Macarena para firmar y renovar el permiso. Por su parte, los “armaos de la Macarena" visitan la Basílica del Gran Poder.

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Es indudablemente uno de los instantes más hermosos vividos en la Madrugada, tanto para los nazarenos que tienen el privilegio de pedir la venia a la Esperanza Macarena, como para los hermanos que pueden ver y escuchar las cornetas y tambores de la Centuria Romana Macarena ante Jesús del Gran Poder.

Un paseo al amanecer

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Porque ante una mínima previsión de lluvia, no sale. Casi 7 horas está el Señor de Sevilla en la calle. El año pasado cambió su recorrido de vuelta, pasando por las céntricas Jesús de la Vera Cruz y Baños. Este año, el amanecer lo encontrará en esas callejuelas estrechas donde escuchamos el arrastrar de los pies de los costaleros. Si no llueve, porque “si da agua”, el Señor de Sevilla se queda en la iglesia.

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Los contrastes de la Madrugá la convierten en una noche mágica. La Esperanza de Triana en el puente de Isabel II. La Esperanza Macarena bajo una petalá de rosas. El Señor de los Gitanos – al que le dicen Manuel- en la revirá de la calle Laraña. Y el contrapunto, este paso de recogimiento. El silencio absoluto en las calles nos anuncia su llegada.

La sencillez del Nazareno. Sobrecogidos vemos a Jesús del Gran Poder atravesando el Arco del Postigo. Todavía queda algo de noche. Espectacular, su vuelta al alba a la iglesia. O la entrada. Son casi las 8 de la mañana. Atrás queda la venia, y el paso por el Postigo, su llegada a la Campana y su entrada en la Catedral. El Señor de Sevilla entra en el templo. Con el mismo sobrecogimiento lo despedimos hasta el año que viene. (Con el permiso de la Esperanza Macarena).

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