Palacio Príncipe Real Lisboa: el refugio ideal en el barrio más 'cool' de Lisboa

Exclusividad y silencio en uno de los barrios de moda en Lisboa

Hotel Príncipe Real Lisboa

Comedor para desayunos y comidas. 

/ Francisco Nogueira

Lisboa está de moda. Cada vez más. Y esto hace que sus calles más céntricas no respiren aquel aire de melancolía, de saudade, que tanto se canta en los fados tradicionales. Pero el relieve de la ciudad ofrece excelentes alternativas de relax a quienes estén dispuestos a trepar por las laderas de sus colinas, si hace falta a lomos de un clásico tranvía que, con toda seguridad, acabará protagonizando alguna de las fotos que tomaremos para el recuerdo.

Hotel Príncipe Real Lisboa

Fachada posterior del hotel. 

/ Francisco Nogueira

Es el caso del Bairro Alto, que como el nombre indica, se encuentra en las alturas y ofrece excelentes panorámicas desde el mirador de San Pedro de Alcántara. De allí parte la calle de Don Pedro V, el Príncipe Real que da nombre al barrio contiguo. Nadie diría que en 1740 se empleaba como vertedero municipal el jardín del mismo nombre que hoy sirve de punto de encuentro de los lisboetas bajo las ramas gigantes del cedro centenario que crece en el lugar, el Cedro do Buçao. A su alrededor se disponen mesas para el aperitivo, mercadillos bio y músicos improvisados, marcando el nuevo estilo del barrio: alternativo pero elegante, amigable y trendy a más no poder.

Alojamiento real

El Palacio Príncipe Real es todo un espejismo de exclusividad y silencio que abre sus puertas junto al British Council, muy cerca del popular jardín. El edificio fue construido en 1877 por la familia Teixeira da Mota, cofundadora del Diário de Notícias de Lisboa –uno de los más influyentes en la época–, y luego se convirtió en una serie de oficinas que, por suerte, respetaron la división de las habitaciones sin estropear los espectaculares arabescos que decoran muchos de sus techos.

Hotel Príncipe Real Lisboa

Habitación del hotel. 

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Las zonas comunes incluyen una magnífica escalera de gusto renacentista y una sala de lectura decorada con los inevitables azulejos portugueses, de lo más acogedora. Las habitaciones de este boutique hotel son todas distintas, con una nota de color particular que las define, pero lo que le confiere un encanto especial al conjunto es su jardín privado. Al menos este fue uno de los motivos por los que los actuales propietarios, los ingleses Miles and Gail Curley, decidieron lanzarse a la aventura de crear un hotel: la sensación de encontrarse en un verdadero oasis en medio de la ciudad.

Hotel Príncipe Real Lisboa

Interior del palacio. 

/ Francisco Nogueira

Por si fuera poco, allí construyeron una piscina desde la que se disfruta de una panorámica completa de la fachada posterior del edificio, en la que no falta una decorativa escalera principal de forja y otra lateral de caracol, también de fundición, que lleva hasta la habitación que muy acertadamente llaman “de Romeo y Julieta”. El proverbial microclima de Lisboa permite disfrutar del desayuno o de un aperitivo en el jardín hasta bien entrado el mes de noviembre o incluso diciembre.

Hotel Príncipe Real Lisboa

Piscina y fachada posterior del hotel. 

/ Francisco Nogueira

Paladares exquisitos

Al salir del Palacio Príncipe Real, varias calles se precipitan en una eterna bajada que desemboca en el mar, invitando a la exploración y a hacer algo de ejercicio: en Lisboa cuesta poco mantenerse en forma pateando la ciudad, llena de cuestas y escaleras.

Por la parte alta del barrio de Príncipe Real circula el tranvía 24, y su recorrido permite descubrir varios comercios y restaurantes de interés. Por ejemplo, Tapisco, un bar-restaurante de puertas pintadas de rojo carruaje y un sofá corrido que ocupa todo el largo de la pared del local, ideal elaborados “petiscos”, las tapas locales. De hecho, el nombre juega con las dos palabras, petisco y tapa, toda una declaración de intenciones del chef Henrique Sá Pessoa, quien se ha labrado un nombre propio tras pasar por el Evo de Santi Santamaría, el Celler de Can Roca o el Tippling Club de Singapur. Gran cocina en pequeño formato.

En el mismo barrio, y de frente al Parlamento portugués, abre sus puertas O Jardim do Sr. Lisboa, un restaurante donde los vegetales son los protagonistas sin que su apuesta caiga en el veganismo estricto.

Restaurante O Jardim do Sr. Lisboa

Interior de O Jardim do Sr. Lisboa.

/ O Jardim do Sr. Lisboa

El chef Pedro de Sousa busca en los fogones “el lado más sexyde los vegetales”, según sus palabras. La carta arranca con una serie de platos pensados para compartir, como las croquetas de berenjena con salsa de yema y whisky o las ostras con guindilla fermentada, tomate ahumado y aceite de perejil. Luego se puede seguir con sabores tan sorprendentes como un tartar de remolacha ahumada con emulsión de mantequilla quemada… y todo servido en un agradable jardín o bien en el interior del restaurante, donde crece un árbol, justo en medio. La naturaleza está en la ambientación y en el plato.

Chef Pedro de Sousa restaurante O Jardim do Sr. Lisboa

Chef Pedro de Sousa.

/ O Jardim do Sr. Lisboa

Gusto artesanal

El barrio aún tiene mucho que ofrecer, antes de descender hasta el Tajo para contemplar el atardecer. Por ejemplo, la tienda y barbería Claus Porto, un negocio de jabones y perfumes artesanales originario de Oporto que abrió sus puertas en 1887 y que ofrece la nada despreciable experiencia de un tratamiento de barbería como los de antes, bajo rigurosa reserva previa. Es lo que ellos denominan “el selecto club de la toalla caliente”. Por su parte, las diez líneas de fragancia principales del negocio evocan los distintos aromas del campo portugués, para que nos llevemos una pequeña porción del país a casa.

Otro descubrimiento que no hay que dejar escapar es la tienda de moda Isto, nombre cuyo significado literal en portugués, “esto”. La marca se defina como totalmente “transparente”, es decir, expone ante sus clientes el coste real de cada pieza que vende, desde el tejido a las etiquetas que lleva cosidas, la logística o el trasporte para llevarla al punto de venta, unos costes que se suman hasta obtener la cifra final de venta al público. Algunas prendas incluso se fabrican solo bajo demanda, evitando así excesos de stock, pero sin repercutirlo en precios abusivos. De hecho, hasta empezaron vendiendo únicamente online hasta que decidieron que su línea de ropa informal, inspirada en el trabajo diario, tenía que llegar a la calle también a través de sus tiendas.

Y si todo esto aún nos parece poco, siempre podemos optar por los clásicos, seguir andando hasta el Chiado y buscar la puerta de la Livraria Sá da Costa en la calle Garret, un negocio donde se venden libros de segunda mano, artesanías del mundo y cachivaches de todo tipo, muchos de ellos polvorientos, hasta altas horas de la noche, incluso en fin de semana. Por que el tiempo en Lisboa, no tiene horas.

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