El restaurante favorito de Karlos Arguiñano está en un pueblo medieval de 3.000 habitantes: con una cocina basada en el producto de temporada, es famoso por su chuleta
El popular chef ha alabado en varias ocasiones la deliciosa cocina de este pequeño restaurante familiar, considerado una de las mejores casas de comida de la Rioja.

Hace tiempo que el chef Karlos Arguiñano se ganó el corazón de los españoles con sus excelentes consejos culinarios y su buen sentido del humor. Con la apertura de su restaurante en el 1979, Arguiñano, junto con otros maestros de la gastronomía vasca, fue uno de los impulsores de la nueva cocina vasca, la revolución que unía tradición y vanguardia.
Son muchos los restaurantes que ha recomendado Arguiñano a lo largo de su carrera, algunos en repetidas ocasiones, pero uno de sus favoritos de toda España, y el que para él nunca falla, es el Alameda, un pequeño restaurante de cocina tradicional y de mercado en la localidad riojana de Fuenmayor.
Debido a su predilección por los productos frescos de temporada, aparte de su carta fija también dispone de los “fuera de carta”, entre los que se se encuentran los platos de estacionalidad, elaborados a partir de productos excepcionales como espárragos naturales, trufa, hongos, o piparras.
Uno de los principales protagonistas del restaurante es su parrilla, el orgullo de la casa, siempre a la vista del comensal. Es el pilar fundamental de la carta, pues es la mejor forma de tratar una buena carne o pescado. Así, su chuleta se ha convertido en el verdadero plato estrella del restaurante, atrayendo a amantes de la carne de todos los rincones del mundo.
Los responsables del más que merecido éxito del restaurante son Esther Álvarez y Tomás Fernández, de los que Karlos Arguiñano ha dicho “Qué maravilla de cocina la de Esther, una cocinera de 10. Y tu marido Tomás, un parrillero (excepcional)”. A estas alabanzas, Arguiñado añadía que “(en el Alameda) se come como en el cielo. A todos los que he llevado al Alameda, todos han vuelto.”
El pueblo de Fuenmayor
Por lo que es conocida esta pequeña localidad riojana es por el vino, pues se ubica en una de las mejores zonas de la Denominación de Origen Calificada Rioja. Son alrededor de treinta las bodegas que hay en su territorio, algunas de centenarias y otras de creación reciente. Todas ellas ofrecen experiencias enoturísticas que permiten descubrir el proceso de elaboración del vino, así como visitas a antiguos calados o instalaciones más modernas.
El principal punto de interés dentro de la localidad es la llamada Fuente de los Siete Caños, de la que recibe su nombre. Es conocida también como la Fuente San Juan, en homenaje a su patrón. Construida en el siglo XVI, seis de sus siete caños son metálicos y tienen forma de león, haciendo de ella una fuente monumental. Muy cerca se encuentra la Fuente de la Uva, alrededor de la cual se hallan las placas de muchas de las bodegas de Fuenmayor.
El patrimonio arquitectónico del pueblo está conformado por ermitas y palacios de estilo renacentista. Entre las ermitas destaca la de San Martín, la actual Casa Parroquial, que acoge un amplio salón de actos en la planta baja y la vivienda del párroco. De los palacios, el de los Marqueses de Terán, construido en el siglo XVIII, es el edificio civil más impresionante de La Rioja.

Inicios de diciembre es la época perfecta para visitar este pueblo, pues la noche del siete de diciembre celebra su fiesta más importante, la Fiesta de Los Marchos. Celebrada desde tiempos ancestrales, a las siete de la tarde de la víspera de la Fiesta de la Inmaculada, el repique de campanas marca la hora de encender las más de cien hogueras que hay repartidas por todo el pueblo. Antiguamente se hacían con broza (plantas secas de las huertas), pero actualmente se han substituido por cartones y maderas; todo lo que se pueda quemar para llenar las cales de color y calor. La fiesta sirve, además, para celebrar con familia y amigos la primera cena de las próximas navidades.
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