5 bares de España en los que deberías comer una vez en la vida

Han formado parte tanto de nuestra vida como de la de nuestro abuelos, los bares son una constante en nuestras calles y un lugar para celebrar y encontrarse con quienes nos importan.

Los bares siempre han sido el lugar de reunión, para lo bueno y lo malo
Los bares siempre han sido el lugar de reunión, para lo bueno y lo malo / Istock / zodebala

“Bares, qué lugares”, cantaba Gabinete Caligari en 1986. Puede que no fueran conscientes de ello, pero estaban hablando de mucho más que de hostelería en esa canción. El bar es, para bien o para mal, el telón de fondo en muchas escenas de la vida, sitios que están para celebrar lo bueno, olvidar lo malo y, en caso de aburrimiento, es a donde vas para que algo nuevo suceda. La canción Al calor del amor en un bar, escribía Daniel Fernández para La Vanguardia, es uno de los iconos gráficos y sonoros de la movida madrileña, un homenaje a esos espacios donde se desarrolla la vida.

En España, los bares han formado parte de la vida desde mucho antes de los ochenta. Y de los setenta. Y del siglo XIX. Después de la pandemia, se contabilizó que más de la mitad de los ciudadanos elegían los bares como el servicio que más habían echado de menos y debe ser cierto, pues para marzo del 2022 ya se había recuperado el 98% del negocio perdido por el confinamiento. Como tantas veces, celebramos el retorno a las calles con vaso en mano. Y lo hicimos sin pensarlo. Qué otro lugar, si no, para celebrar lo importante.

Bares que merece la pena visitar

Entendiendo la diferencia entre tradición y costumbre, ir a los bares de forma habitual es, como mínimo, poco recomendable. Pero eso no quita poder disfrutar de ellos de vez en cuando y, por tanto, qué mejor que hacerlo en un lugar realmente especial. Estos son algunos de los bares más antiguos, tradicionales y emblemáticos de nuestro país.

La taberna de Antonio Sánchez - Madrid

Este recinto ya era conocido en el siglo XVIII, pero sus orígenes se remontan mucho atrás, siendo parte de la historia madrileña. Durante mucho tiempo fue centro de reunión de escritores y artistas, entre los que destacan nombres como Pío Baroja, Joaquín Sorolla y Julio Camba, entre otros. El lugar conserva la azulejería original, además de su caja registradora de 120 años y es un lugar perfecto para probar platos tradicionales como el rabo de toro o la olla gitana.

Café del Centre - Barcelona

En el año 1873 abrió sus puertas como un casino y tiempo después se reconvirtió en cafetería. Fue maravillosamente restaurado conservando su estética modernista, pero manteniendo detalles como la barra de madera original de 1960 y el piano de pared. En ocasiones, se ha podido ver al antiguo propietario en alguna de las mesas, comiendo alguno de los platos tradicionales que sirven en el lugar. 

Bar Ricardo - Valencia

La hostelería Valenciana durante mediados del siglo XX era muy diferente de la que conocemos hoy en día. Eran lugares pequeños, con producto local, surgidos de la necesidad y el anhelo de que volviese la normalidad en un país que vivía diariamente los ecos de la postguerra. Fue en 1947 cuando Ricardo Mirasoles decidió montar su bar a lo que entonces aún eran las afueras llegando a convertirse en uno de los establecimientos más renombrados de la ciudad. Ya quedan lejos esos tiempos y Bar Ricardo se ha convertido en un establecimiento de categoría, especializado en mariscos y con una de las bodegas más surtidas de Valencia.

El Rinconcillo - Sevilla

Con más de 350 años, el Rinconcillo ostenta el honor de ser el bar más antiguo de Sevilla. Se puede apreciar en algunos de sus ornamentos que se han procurado mantener intactos desde su fundación. También destaca su barra de caoba, sobre la que innumerables clientes han pedido vino para regar alguno de los platos típicos que se sirven. En la actualidad, cuenta con dos locales: una tienda de ultramarinos con productos típicos y la taberna original, que se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad de Sevilla.

Fué el primer establecimiento con luz eléctrica de la ciudad. También se dice que el Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway, acompañado de una copa, se refugió en este lugar para empezar a escribir obras como Fiesta, Por quien doblan las campanas o El viejo y el mar. Es uno de los lugares más míticos de Navarra, una cita obligatoria para locales y foráneos desde donde poder disfrutar de la tranquilidad del casco viejo de la ciudad.

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