Bahamas, turismo de etiqueta

La culpa la tuvo James Bond. Fue 007 quien puso de moda, a finales de los 60, el archipiélago de las Bahamas. Parte de la película "Operación Trueno", con un jovencísimo Sean Connery de protagonista, se rodó en las Bahamas y la audiencia se quedó cautivada por el encanto colonial de Nassau, unas playas de cine y los fondos marinos de New Providence.

Bahamas, el tesoro de las Antillas

Atardecer en el muelle del hotel Compass Point.

/ Álvaro Arriba

Lo que no mucha gente sabe es que Bahamas fue descubierta por los españoles. Fue el mismo Cristóbal Colón quien hizo su primera escala en las islas en su viaje a América y uno se pregunta cómo pudo continuar el viaje habiendo pisado sus playas. Los españoles le dieron su nombre, Bajamar, que por obra de los ingleses incapaces de pronunciar nuestra jota derivo en el actual Bahamas.

Aquí también funcionan los tópicos. A las Bahamas viaja el que tiene dinero y lleva hasta las chanclas de playa de marca. Sin embargo, existe también un turismo más asequible. Shakira, el mago David Copperfield y muchos más famosos poseen islas privadas o grandes mansiones en las Bahamas y eso siempre encarece los lugares. Son 24 islas habitadas, 600 deshabitadas y más de 2.000 peñascos y escollos que se prolongan a lo largo de 1.200 kilómetros desde la punta sureste de Palm Beach, en Florida, hasta una punta del extremo este de Cuba. Un país que ha hecho del atletismo su gran reclamo, pero que disfruta de la calma propia antillana. Las Bimini, el grupo de islas más occidentales, están sólo a 97 kilómetros al este de Miami, Florida. Son unas islas ideales para ir de luna de miel; de hecho, hay muchas parejas que eligen las románticas playas de Bahamas para casarse.

Bahamas es la imagen perfecta del dolce far niente: hamacas a la sombra, suaves brisas meciendo palmeras, cócteles al atardecer y un tranquilo mar azul turquesa. La influencia inglesa se deja notar por los cuatro costados, desde los Gin Tonics del aperitivo hasta el famoso té de las cinco. A tanto llega esta influencia inglesa que se puede ver, al estilo Buckinham Palace, el cambio de guardia. La ceremonia tiene lugar en sábados alternos frente a la Casa del Gobernador, protagonizada por jóvenes guardias vestidos con el uniforme utilizado por el antiguo ejército colonial británico en Hong Kong, Nairobi o Nueva Delhi.

Nassau es el punto de partida, a donde llegan los vuelos internacionales y los inmensos cruceros que atracan en su puerto aunque sólo sea por un día. Los viajeros de estos barcos de lujo invaden la ciudad para ir de compras sin impuestos en la conocida Bay Street, comer en restaurantes al borde del mar o dejarse dinerito en las mesas de los casinos. También hay quien decide culturizarse un poco y conocer la otra cara de Nassau, su pasado colonial y su interior lleno de colorido y animación. La arquitectura es su gran patrimonio: el Parlamento, los juzgados, la biblioteca y el museo (que fuera en su día cárcel), con sus fachadas rosas y columnas blancas, son un buen ejemplo de la arquitectura colonial. Parte del pasado más oscuro de Bahamas tiene su representante en Vendu House, el antiguo mercado de esclavos y otras mercancías. El edificio, construido a finales del siglo XVIII, es hoy el museo Pompey, en honor a un famoso esclavo. La primera renovación del edificio, según se lee en una placa conmemorativa, fue llevada a cabo por la compañía de ron Bacardi para conmemorar el paso de Colón por la isla en 1542. El museo muestra a través de objetos y documentos lo que fuera la esclavitud en las plantaciones de las islas durante años. Hay que recordar que hasta los años 60 la misma Paradise Island, donde se encuentra Nassau, eran campos de cultivos. Los fortines del siglo XVIII son interesantes de visitar para aprender un poco más las historias de piratas, quienes desde el siglo XVI, cuando marcharon los españoles, convirtieron las islas en su refugio. Hasta sus playas llevaban los botines confiscados sobre todo a los barcos españoles que volvían de las Américas. Los amantes de la botánica no pueden dejar de visitar los jardines Ardastras con sus curiosas plantas tropicales, flores y aves exóticas.

Por las noches, Paradise Island se transforma y la gente guapa sale de los resorts para ver y dejarse ver en cualquiera de los restaurantes de la isla, muchos de ellos a la orilla del mar. Aunque en Bahamas se puede tomar desde sushi hasta paella, hay que ser atrevido y probar la cocina autóctona, que tiene influencias de mil lugares. El marisco es la mejor parte, con platos como el Craw Fish, que es la langosta de roca propia del lugar, los cangrejos llenos de carne y el más famoso, el Conch, una ostra local que se cocina de muchas maneras.

El pescado llega a la mesa cocinado en brasas o cocido al vapor y habitualmente servido con arroz. Para acabar la cena hay que tomarse un vaso de Switcha bien frío, una especie de limonada dulce que refresca el paladar. Bahamas también es conocida por sus cócteles, que son todo un culto... Hay opciones para todos los gustos. A todas horas del día se puede ver a pulcros camareros llevando las bebidas hasta las playas o el borde de la piscina.

No faltan actividades para quien lo de tumbarse al sol sin hacer nada carezca de atractivo. Una de las atracciones más famosas de Bahamas es la isla Blue Lagoon, donde se puede nadar con delfines, bailar con ellos y hacer Foot Push, que consiste en que los delfines empujen los pies del bañista durante unos metros a toda velocidad. La experiencia no hace falta decir que es increíble. Otra actividad que merece la pena es el Island Hopping, que consiste en ir a islotes desiertos en embarcación privada. Son muchas las empresas que organizan este tipo de tours y uno se puede sentir un Robinson por unas horas, eso sí, con picnic de lujo. Los islotes de Abaco son el lugar perfecto para practicar este deporte. Los islotes están cerca unos de otros y sus aguas son muy apropiadas para hacer snorkel. También se puede salir con guía a pescar. Sólo hay que madrugar y no sufrir de mareo porque los botes navegan durante horas mar adentro en busca de las piezas más preciadas.

Las Bahamas están llenas de relatos e historias que cuentan sus habitantes, muchos de ellos descendientes de los esclavos, y ya no se distingue cuáles originaron en África y cuáles en las islas. Una de ellas cuenta que Andros, la mayor isla del archipiélago, está habitada por duendes de ojos rojos llamados chickchameys; son bastante agresivos, así que es mejor no toparse con ellos. Estos duendes no consiguen evitar que los turistas se acerquen a la isla en busca de los mejores sitios de buceo. Las playas de Somerset y Red Bay poseen fondos marinos llenos de corales y peces tropicales. La isla posee un lago de agua dulce y el único río del archipiélago, llamado Goose.

Al norte de la isla viven los descendientes de los indios Seminole, quienes huyeron de Florida en 1821. En Andros se encuentra la ciudad de Morgan''s Bluff, donde se dice que se encuentra escondido el tesoro del legendario pirata Morgan, que surcó estas aguas en el siglo XVII. Lo que realmente es un tesoro es encontrar una isla como Andros, poco explotada por el turismo y llena de rincones salvajes por explorar. Grand Bahama es todo lo contrario, es una isla hecha para el turismo donde sus dos grandes casinos atraen a miles de jugadores cada año. Aparte del juego y las tiendas sin impuestos, que no siempre son baratas, la isla tiene muchos atractivos naturales, con playas interminables donde practicar deportes acuáticos como el parasailing o el tan de moda kite-surf, ambos para volar por los aires. No es fácil despegarse de la tumbona y el daiquiri para hacer turismo, pero Grand Bahama tiene su pequeña oferta cultural, como el Museo Grand Bahama, donde se puede conocer de cerca la historia de la isla.

Aquí hay oferta para todos. Para el que se lo pueda permitir, Bahamas es el destino antillano por excelencia. Encontrarse a Robert de Niro o a Rihanna tomando una copa por la noche todavía es posible... Anónimos y tranquilos, simplemente disfrutando de un clima envidiable. Las cifras no engañan, con una climatología casi constante todo el año: hay una media de 315 días de sol al año y la temperatura del agua suele rondar los 26 grados.

Los afortunados que lo han presenciado cuentan de un fenómeno tropical que ocurre en Bahamas durante la puesta de sol en días totalmente despejados. Justo cuando el sol se ha ocultado en el mar aparece una banda brillante de color verde en el horizonte. Si no aparece en esta ocasión, la experiencia de ver una puesta de sol mágica habrá sido suficiente recompensa y tendremos una excusa más para volver a Bahamas.

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