12 experiencias originales en las islas del oeste de Japón

Las islas del oeste de Japón proponen un viaje único para disfrutar de los rituales tradicionales y de las sorpresas de todo tipo que aguardan durante el camino.

Puente Kazurabashi Vine
Puente Kazurabashi Vine / stockstudioX

Empezando por la gran isla de Shikoku, lugar de nacimiento de Kukai, el fundador de la escuela budista shingon e impulsor de la ruta de los 88 templos sagrados, y continuando por otras más pequeñas, como Mijayima, Oshima, Ikuchijima, Awaji y Omishima, conocida popularmente como la isla de los conejos, que muestran la cara más salvaje y rural del país nipón. Una tierra también de castillos feudales, hermosos jardines y excelente gastronomía que cautivará al visitante.

Peregrino por la ruta de los 88 templos

El Camino de Shikoku es el lugar de peregrinación más famoso de Japón. Fue impulsado por el monje budista Kobo Daishi, más conocido por Kukai, en el año 815 cuando tenía 42 años y hoy siguen su ejemplo miles de peregrinos nipones y extranjeros. Esta ruta, llamada de los 88 templos ("Jun-uchi"), se inicia desde el templo número 1 en la prefectura de Tokoshima y continua por un ramillete de templos budistas hasta el último, el número 88, ubicado en Kagawa, siempre en el sentido de las agujas del reloj. Hermanado con el Camino de Santiago español, ocurre como en este que se pueden realizar tramos específicos de un recorrido total que supera los 1.200 kilómetros. Los peregrinos ("henro"), que pueden recorrerlo a pie, en coche o en autobús, llevan una carga ligera (4-5 kilos para hombres y 3-4 kilos para mujeres), pues caminan por lugares muy remotos en plena naturaleza. Los artículos necesarios mínimos para el viaje son la libreta (para que los monjes puedan firmarla y sellarla en cada templo), que introducen en su saco de viaje ("zudabukuro"); el bastón ("kongozue") y la chaqueta blanca ("hakui") que suele ir acompañada por una estola ("wagesa") y un sombrero de juncia ("sugegasa"), utilizado antiguamente como un ataúd para peregrinos que morían en el camino. En el sombrero se pueden leer unas palabras chinas pintadas que servían de ofrenda al paraíso. Hoy es una pieza más práctica para protegerse del sol y de la lluvia durante el camino por los santos lugares.

Parque Ritsurin
Parque Ritsurin / Fg2 / Wikicommons

Ritsurin, la sublime belleza de un jardín nipón

En Takamatsu, a una hora en tren saliendo de Okayama, se erige lo que los japoneses consideran "un lugar escénico especial del país". Se trata del Parque Ritsurin, uno de los más bellos jardines tradicionales que fue diseñado hace unos 350 años entre 6 lagunas y 13 colinas presididas por el Monte Shiun. Todo parece perfecto en este encantador espacio, de 75 hectáreas, repleto de estanques, plantas, flores, puentes, piedras y edificios, donde las parejas de enamorados se citan con sus vestimentas más tradicionales para realizar un completo reportaje fotográfico, mientras que los jardineros miman cada hoja de las plantas con sus tijeras. No hay que perderse el paseo en barca por el estanque principal para admirar los reflejos de los árboles en sus aguas durante la estación otoñal.

remolinos de Naruto

Remolinos de Naruto

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Los remolinos de Naruto

En el estrecho de Naruto, enclavado entre la ciudad de Naruto y la isla de Awaji con el puente más extenso del país, surgen incontables remolinos tanto en la pleamar como en la bajamar cuando las aguas del Mar Interior se funden con las del Océano Pacífico. Los barcos turísticos de la zona ("Kanchonsen") buscan estos sorprendentes remolinos que pueden alcanzar los 20 metros de diámetro. Puedes admirar este fenómeno de la naturaleza a 40 minutos en tren desde la ciudad de Tokushima en un idílico lugar donde podrás encontrar playas que las tortugas marinas siguen surcando para desovar.

Isla de Okunoshima

Isla de Okunoshima.

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De laboratorio secreto de armas químicas a isla de los conejos

Okunoshima, una isla en el mar Interior de Seto japonés que sirvió de laboratorio secreto de armas químicas durante la II Guerra Mundial, quedó abandonada y deshabitada tras la contienda. Hoy, sin embargo, se ha convertido en una isla turística al estar abarrotada de conejos. Se cuenta que en 1971 unos niños de una escuela de Takehara realizaron una excursión a esta isla y soltaron siete conejos que ahora se han convertido casi en un millar. Las familias con niños acuden al lugar para tomar fotografías de los roedores y darles de comer a pesar de que todavía se conservan en este islote las fábricas y almacenes utilizados para fabricar gas lacrimógeno y gas pimienta y de que este pedazo de tierra sigue siendo la base de la línea de alta tensión más grande de Japón.

Cultivo de limón en Ikuchijima

Cultivo de limón en Ikuchijima.

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Los helados de limón de Ikuchijima

Las islas de Ikuchijima y Kouneshima han alcanzado fama en Japón porque producen casi el 30 por ciento de la producción total de limón en el país. Lo más curioso es que gracias a este cítrico no autóctono en Japón los helados de limón artesanales (111 calorías) han obtenido un éxito arrollador entre los nipones. Igual que el pan de crema con helado ("Aisuna Kuriimu Pan"), una delicia que hay que saborear. Puedes probarlos en la heladería Dolce que elabora sorbetes de limón y de otras frutas regionales. Son la especialidad de la isla junto al pulpo que se prepara de diversas maneras antes de presentarlos en las mesas.

Dogo Onsen en Matsuyama

Dogo Onsen en Matsuyama.

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Acercarse a la tradición: los "ryokan" y los "onsen"

Pasar al menos una noche en una posada japonesa ("ryokan") es una opción muy recomendable. En Matsuyama, a la cabeza entre las propuestas turísticas de la isla de Shikoku, destaca uno de los mejores baños ancestrales del país. Se encuentra en Dogo Onsen y aseguran que recibe las aguas termales más antiguas de Japón. El edificio, datado hace unos 3.000 años, sigue estando en servicio como baño público para el pueblo. A solo unos 100 metros de este símbolo cultural japonés se halla el Ryokan Hotel Tsubakikan, donde puedes experimentar como es un alojamiento tradicional en este país. Los "ryokan" se caracterizan por sus habitaciones sin paredes y su suelo cubierto por tatami elaborado con paja de arroz. No cuentan con mucho mobiliario, salvo una mesa baja, y disponen de puertas correderas. A la hora de dormir no hay cama alguna pero sí un confortable futón que despliegan las camareras mientras los clientes toman su cena. Conviene saber que no es necesario llevar pijama a Japón, pues siempre hay una prenda interior a disposición de los huéspedes en los hoteles, el "yukata", un kimono de algodón limpio y convenientemente planchado.

Casi todos los "ryokan", y el Tsubakikan no es una excepción, cuentan con un baño común dividido en una zona de hombres y otra para mujeres y si están situados cerca de las estaciones termales el "onsen" alcanza para los japoneses todo su sentido religioso como ritual. Para los extranjeros lo más importante es saber que hay que lavarse antes de meterse en el baño, una vez que accedes a tu zona (cortina roja para el vestuario femenino y azul para el masculino), y que hay que utilizar una toalla pequeña para el lavado que se coloca después en la cabeza mientras se disfruta del baño indicado para dolencias como la hipertensión o los problemas de circulación y de piel. La experiencia de sumergirse en estas aguas minerales calientes resulta fascinante.

udon Kagawa

Típico udon de la prefectura de Kagawa.

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Clase de cocina para preparar el "udon"

El Sanuki Udon (fideos gruesos de Sanuki) representa el plato más singular de la cultura gastronómica en la prefectura de Kagawa. El popular plato se prepara con harina y sal de calidad, salsa de soja y "niboshi" (sardinas secas japonesa). Puedes asistir a una clase práctica de "udon" en Kotohira (Nakano Udon School). Solo será necesaria una clase de una hora con una cocinera estrella de la televisión nipona para aprender la técnica de preparación de la masa y los fideos al son del tema musical YMCA del legendario grupo de los setenta Village People. Al final de la clase recibirás un certificado de graduación como recuerdo: un pergamino con la receta secreta del plato en japonés y un mango que sirve de rodillo para amasar el "udon".

Awa Odori
Awa Odori / DigiPubFlickr / ISTOCK

Awa Odori, la danza más famosa de Japón

Se trata de una danza budista en honor a los ancestros, la más famosa del país, que señala el comienzo de las fiesta del O-Bon. En Tokushima, la ciudad clave para descubrir este baile, hombres y mujeres bailan esta danza en grupos llamados "Ren" con su "yukata" para moverse lentamente al ritmo de una orquesta original de guitarras de tres cuerdas ("shamisen"), flautas ("fue") y tambores ("taiko"). Los turistas pueden acudir al Awa Odori KaikanHall en Tokushima para asistir a un show de esta danza y participar en el escenario junto a los artistas y maestros de este rito folclórico nipón.

Castillo de Matsuyama

Castillo de Matsuyama.

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Vestirse de samurái en el castillo de Matsuyama

Sobre el monte Katsuyama surge este castillo, uno de los doce mejor conservados de Japón, que reúne en su interior una interesante colección de armas y armaduras de los samuráis. El castillo fue fundado por Yoshiakira Katoh, un guerrero leal a Hideyoshi Toyotomi que fue acumulando poder combatiendo desde sus tierras de Masaki, muy cercanas a la actual Matsuyama. Una de las curiosidades de este castillo es que los visitantes pueden disfrazarse de samurái durante la visita sin que tengan que pagar un solo yen. A la fortaleza se accede en teleférico, telesillas o a pie.

O-Torii de Miyajima

O-Torii de Miyajima.

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Festín de ostras y anguilas en la isla de Mijayima

El Santuario marino de Itsukushima, hermanado con el Mont St Michel francés, es el que ha proporcionado una gran fama a esta isla muy próxima a Hiroshima. Levantado en el mar durante la segunda mitad del siglo VI y remodelado en el siglo XII, representa como ningún otro la belleza arquitectónica del estilo Shinden. Cuenta con una Gran Puerta (O-Torii), de 16 metros de altura y 25 toneladas de peso, a 200 metros ya anclada en el mar que se ha convertido en el gran símbolo de Mijayima, Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1996. Después de la visita conviene dar un paseo por sus calles, frecuentadas por grupos de ciervos en libertad, y probar las delicias gastronómicas del lugar, especialmente dos: la anguila asada servida sobre arroz ("anago-meshi") y las ostras, al limón, gratinadas y rebozadas. Una curiosidad de esta isla, que habitan 2.100 personas, es que no existen ni arrozales ni hospitales.

Puente de lianas de Kazurabashi

Puente de lianas de Kazurabashi.

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El puente de lianas de Kazurabashi

El Valle de Iya, uno de los tres valles escondidos de la isla de Shikoku, es uno de los más espectaculares de Japón. Se puede recorrer en coche y en bicicleta, aunque en algunos tramos puedes encontrar kayakistas expertos que desafían la fuerza de las aguas del río Iya-gawa. Uno de los grandes atractivos de la ruta es el puente de Kazurabashi, un puente de lianas de 2 metros de ancho que atraviesa un tramo de 45 metros de largo. Se puede cruzar siempre que el viento no lo impida, pero conviene tener mucho cuidado a pesar de que la construcción ha sido reforzada con cables de acero después de algún accidente. También conviene saber que este paseo se realiza cruzando sobre el valle a unos 14 metros de altura con el río pasando por debajo. El ticket cuesta 500 yenes.

Awaki Yumebutai

Awaki Yumebutai.

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Tadao Ando y el jardín de las 100 escaleras

Awaji Yumebutai es un complejo de edificios y jardines e invernaderos de la isla de Awaji que fue diseñado por el arquitecto Tadao Ando. Se levantó sobre la ladera de una montaña en la que el suelo había sido destinado a principios de 1990 para el al desarrollo de un enorme vertedero en el área de la bahía de Osaka, pero el reconocido arquitecto japonés persuadió a las autoridades para comprar el terreno circundante y convertirlo en un parque. Antes que terminara las obras, el lugar fue sacudido por un violento terremoto en 1995 y Ando convirtió todo el espacio en un monumento. En la zona destaca hoy un hotel, The Westin, muy utilizado para enlaces matrimoniales pues cuenta con una iglesia privada, un invernadero espectacular, un centro de conferencias, un anfiteatro y el "jardín de las 100 escaleras", repleto de huertas y flores durante todo el año.

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