Andalucía, Galicia y País Vasco, lugares favoritos para hacer turismo gastronómico
Cada vez vienen más turistas a España atraídos por la buena mesa. Si antes se viajaba principalmente para ver monumentos y museos ahora es el boom del turismo gastronómico que cada vez crece más en España. La variedad de nuestra gastronomía, así como la cantidad de bares -265.000- restaurantes y mercados gastro, hacen que el fenómeno sea ya imparable.
Este tipo de turismo se ha disparado en hasta el 18%, situando a la gastronomía a la altura de conocer el patrimonio arquitectónico del lugar y visitar sus museos más emblemáticos. A través de la comida se consume tradición y se conoce a las gentes del lugar. Sí, porque aunque nuestro país es una de las naciones con mayor número de restaurantes con estrella Michelín del mundo, la tradicional es todavía la comida más apreciada por foráneos y autóctonos.
Entre los platos más demandados se encuentran la tortilla de patatas, la paella, el gazpacho y los potajes. Esta segunda incluso cuenta con su propio emoji y la suya es la receta más buscada de todo Internet. El tapeo constituye otro de los símbolos de identidad de nuestro país -hasta existe el Día Internacional de la Tapa-. Una celebración que facilita la cantidad de bares que pueblan nuestras calles: más de 260.000 establecimientos (uno por cada 175 personas, aproximadamente).
A pesar del atractivo gastronómico español en términos generales, existen algunas provincias especialmente exitosas. Es el caso de Andalucía, Galicia y el País Vasco, que lideran la clasificación del ránking de destinos gastronómicos preferidos. Por ciudades ganan San Sebastián, Madrid, Barcelona y Bilbao.
El perfil del turista gastronómico
En cualquier caso y aunque 8 de cada 10 visitantes escogen destino condicionados la gastronomía del lugar, la mayoría de ellos no son turistas gastronómicos puros (estos representan solo el 28%). Eso sí, el perfil está bastante marcado: hombres y mujeres de entre 35 y 55 años con un poder adquisitivo medio-alto que viajan en pareja y habitualmente en verano (en estancias de dos o tres jornadas, durante las que gastan un mínimo de 250 euros diarios). Además, se trata de un tipo de turista informado -que visita webs y sitios especializados previamente-, cuyas actividades preferidas son comer en restaurantes, ir de tapas, comprar productos e ingredientes locales y visitar mercados.
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