Irene González
Cabeza la Vaca es sobria, de calles estrechas y empinadas, de casas encaladas y tejados árabes, de pequeñas plazas, pintorescas fuentes, de aroma a tierra, pero sobre todo, es cuna de hombres acogedores y generosos. Esta “retirada” zona es la más densa de encinas y alcornoques de toda nuestra geografía, lo que la hace productora de los mejores cerdos, muy codiciados por su excelente calidad. También es rica en productos de la tierra cultivados con esmero y artes tradicionales. Interesantes. En los alrededores de Cabeza la Vaca están la Sierra de la Pedrera, los Cortinales, Cerro de la Fontanilla, el Alto de la Buitrera, los Palancares y las Contiendas, que hacen de barrera natural contra los frentes Atlánticos por lo que robles, castaños, encinas, olivos, alcornoques, y pinares conforman un auténtico paraíso.
Irene González
El entorno de Fuentes de León es único para perderse por sus múltiples ecosistemas y paisajes, estratégicamente asentado junto a un cerro antiguamente conocido como “la patada de Dios”. A casi 800 metros de altitud sobre el nivel del mar, es uno de los pueblos más altos de la provincia, pleno de dehesas y vegetación donde se extiende la hermosa Rosa de Alejandría, y la singular Orquídea del Espejo. Tiene un rico patrimonio arqueológico que abarca desde grabados rupestres, pasando por ruinas árabes, castros celtas, hasta asentamientos romanos. A algo más de cinco kilómetros se encuentra un prodigio natural, las Cuevas de Fuentes de León. Sin lugar a dudas son un regalo de la naturaleza que sorprenden tanto por su contenido, como por mágico entorno. Formadas por cinco cavidades y dos simas, darán mucho que hablar porque están en los inicios de sus excavaciones. De momento se han hallado cien cuerpos humanos, ajuares funerarios, herramientas de caza y pesa, conchas marinas, y recientemente, un cráneo fosilizado y trepanado. La Cueva de Masero, a la que se accede por una sima de 6 metros de profundidad, resulta espectacular desde el punto de vista geológico, y la Cueva de los Postes impresionante por los restos encontrados desde el Neolítico hasta la Edad de Hierro. En lo más alto de la sierra se erige el último reducto de la resistencia musulmana, el castillo del Cuerno del siglo X, que en el XIV, con la reconquista, fue donado a la Orden del Temple.
Irene González
Calera de León, llamada por los árabes Al Kaxera, la “blanca”, es uno de los centros más significativos de la Orden de Santiago, el epicentro de grandes batallas de la reconquista. Calera de León es clara, radiante, huele a historia y a pradera. En la misma plaza de Calera se alza el Conventual Santiaguista de San Marcos, una mezcla de gótico tardío y renacimiento, declarado Bien Histórico Artístico Nacional. El edificio ha vivido grandes avatares, ya que en tiempos fue residencia de los caballeros que vivían en Tentudía, más adelante albergó el Colegio de San Marcos de León, y también fue acuartelamiento de las tropas de Napoleón. Más tarde se vio afectado por las desamortizaciones y pasó a manos particulares. En 1 930 se vendió a Hearst, el extravagante magnate de prensa, que comenzó a desmontar el tejado, el claustro, y las bóvedas piedra a piedra, para embarcarlas hacia Estados Unidos. Una revuelta popular lo impidió, y tras años de litigios, el estado volvió a ser dueño del Conventual Santiaguista. El magnífico claustro central es de piedra granítica, con una columnata de dos plantas y una balaustrada ricamente tallada. Unida al Claustro está la Iglesia de Santiago Apóstol, curiosa por su fachada irregular, y su espadaña barroca del XVIII. Su retablo mayor está construido por ocho lienzos de Eduardo Acosta. La arquitectura popular de Calera de León es muy interesante, al igual que sus numerosos pozos y fuentes.
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En la sierra de Tentudía, un magnifico observatorio natural que domina todas las vías de comunicación, a menos de 5 kilómetros de Calera, se alza el Monasterio de Tentudía, un auténtico remanso de paz. Cuenta la leyenda que en el siglo XIII , Fernando III encomendó a Pelay Pérez Correa, uno de los más famosos dignatarios de la Orden de Santiago, que expulsara a los sarracenos de la zona En la cruenta y larga batalla entre moros y cristianos, cuando la noche se les echaba encima, y la batalla se alargaba, don Pelay reclamó a la Reina de los Cielos: "¡Santa María detén tu Día!", y la Virgen, atendiendo a la plegaria, detuvo por unas horas el Sol, y así los cristianos lograron ganar la batalla. En honor a este favor divino se construyó una ermita, que más tarde se transformó en iglesia, a la que después se le adosó un monasterio de estilo mudéjar, y que hoy es Bien de Interés Cultural Nacional. La iglesia está presidida por Nuestra Señora de Tentudía a la que se tiene una gran devoción, y su original retablo mayor es del famoso azulejero sevillano Pisano. Un recorrido por el Monasterio ubicado en el paraje más alto de la provincia de Badajoz, invita disfrutar de las Capillas Mayor, De los Maestres, de Santiago y de su Claustro mudéjar, envueltos de un halo casi mágico, donde cada septiembre se celebra su famosa romería.
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Hacia el sur, por la vía de la Plata, se llega a Monesterio, una villa de origen templario, que en la época romana fue la entrada natural a Extremadura desde el Sur. Monesterio bien podría ser la capital mundial del jamón, donde la cultura del ibérico, el aprovechamiento de sus magníficas dehesas, y la preparación de los mejores jamones, están muy arraigados. En la carretera que cruza Monesterio se ubican muchos comercios que venden este exquisito producto extremeño con Denominación de Origen “Dehesa de Extremadura”. Con cerca de un millón de hectáreas de dehesa, Badajoz es el paraíso ecológico para el excelente desarrollo del cerdo. El Museo del Jamón de Monesterio es el mejor punto de partida para conocer sus dehesas, las costumbres asociadas a la matanza, las propiedades del ibérico extremeño, y todo lo relacionado con este mimado animal. Es tal la calidad del ibérico, que desde hace más de 25 años se celebra el Día del Jamón de Monesterio, donde la textura, el olor, las propiedades para la salud, el arte de cortar esta delicia, la conservación de las dehesas, y la montanera son algunos de los ejes centrales de este festival para los sentidos.
Irene González
Fuente de Cantos es tierra de artistas, y uno de sus más insignes fue el universal Francisco de Zurbarán. De esta localidad salieron muchas de las obras que cuelgan de las más famosas pinacotecas del mundo. Fuente de Cantos es blanca, limpia, luminosa, hospitalaria, no en vano se asienta en la Vía de la Plata, la principal ruta de comunicación del oeste. En su centro histórico está la Iglesia de Nuestra Señora de la Granada, con un monumental retablo y una extraordinaria pila bautismal de mármol blanco del XVI. El magnífico edificio es del XV, aunque en siglos posteriores se va enriqueciendo el templo con la sacristía, portadas laterales y balaustradas. Merece la pena un paseo hasta el Convento de Los Frailes de Zuloaga, antiguo monasterio de franciscanos, hoy reconvertido en alojamiento para los caminantes que recorren la Vía de la Plata. La Iglesia del Carmen, la ermita de nuestra señora de La Hermosa, el convento de las Carmelitas, y la ermita de San Juan de Letrán, son una atractiva muestra del arte sacro de Fuente de Cantos. La figura de Zurbarán está presente en cada rincón de la Villa, y es imprescindible la visita de su casa museo, donde se recrea a la perfección la atmósfera de la época. A través de las estancias del Museo se descubre la figura del pintor, y sobre todo, su magnífica obra, donde destaca su maravillosa Inmaculada Concepción. No se puede dejar Fuente de Cantos, sin pasear por el Yacimiento Arqueológico Los Castillejos, y por la ermita de San Isidro.