Texto: Noelia Ferreiro
En globo aerostático, helicóptero o hidroavión. Hay lugares que son especialmente atractivos cuando se divisan a los pies.
Arañar el cielo para admirar en perspectiva un espectáculo de la naturaleza o sobrevolar una megalópolis y sentir cómo casi se rozan los edificios. No hay experiencia más memorable que la que se vive en las alturas, divisando el destino a los pies cual amos del universo. Especialmente estos lugares resultan magníficos desde el aire:
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Sobrevolar esta ciudad de los Emiratos Árabes supone deslizarse entre los más altos rascacielos del mundo, como el Burj Khalifa de 828 metros (el doble que el Empire State) o el lujoso hotel Burj Al-Arab, el único de 7 estrellas, con forma de vela. También desde los aires esta metrópoli se muestra imponente en su excéntrica esencia futurista: avenidas que parecen salidas de Blade Runner, el archipiélago artificial de The World formado por cerca de 300 islas o el desierto que rodea el entramado urbano en la Reserva Natural Protegida Al Maha: un mar de dunas espectacular que conserva 300 ejemplares del órice de Arabia, el raro antílope de largos cuernos rectos.
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Sin rival entre las maravillas naturales, especialmente impactante es divisar desde las alturas el Gran Cañón, la descomunal garganta tallada por el río Colorado a lo largo de millones de años. Un tajo pavoroso que se extiende nada menos que unos 446 kilómetros, llegando a alcanzar en algunos tramos 29 kilómetros de anchura y 1600 metros de profundidad. Contemplar en panorámica esta joya declarada Patrimonio de la Humanidad es maravillarse con la variedad de colores de sus múltiples formaciones rocosas y sentir que se está flotando sobre un mundo extraterrestre cuyos paisajes, especialmente al atardecer, quedarán para siempre colgados en la memoria.
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Ondulantes colinas, extensiones inmensas de viñedos y olivares, campos de árboles frutales, prados salpicados de cipreses que apuntan al cielo y fotogénicas pacas de paja. Así es, a grandes rasgos, el paisaje de la que está considerada una de las regiones más espectaculares de Italia. Porque a todo esto hay que añadir ordenadas ciudades cuyas catedrales parecen querer rozar las nubes y recoletas aldeas medievales perdidas en un océano de hierba. Así va desfilando La Toscana cuando se la divisa desde el cielo. Como un cuadro pintado con todas las gamas, increíblemente hermoso.
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Este atronador espectáculo que tiene lugar entre Argentina y Brasil corta la respiración cuando se contempla en las alturas. Porque sus casi tres kilómetros de magnéticas cortinas de agua se presentan salvajes, estruendosas, irresistiblemente fotogénicas. Nada menos que 275 cascadas por las que el río Iguazú se desploma con su poderosa fuerza en un marco de bruma en el que el agua emite un sonido ensordecedor. Y todo ello abrazado por una selva intrincada con más de dos mil especies de plantas y con una fauna de lo más exótica: monos, coatíes y hasta más de trece variedades de colibríes. Por algo las Cataratas de Iguazú no son sólo Patrimonio Natural de la Humanidad sino también una de las Siete Nuevas Maravillas Naturales del Mundo.
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Especialmente indicado para un bonito paseo en globo es este paraje de Jordania al que T.E. Lawrence definió como "inmenso, resonante y divino". Porque desde la apacible cadencia del aerostático, la vista se perderá en un bellísimo manto de arena roja bajo montañas de roca arenisca. Un lugar al que acertadamente llaman el Valle de la Luna y cuya belleza ha hecho las delicias del cine en decenas de películas sobre el espacio, además, claro, del mítico film de David Lean. El atardecer, con el que el desierto se enciende en tonos sangrientos, es una experiencia mística, realmente inolvidable.