luis davilla
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Como en la Ruta Jacobea, en el Kumano Kodo lo de menos es llegar y el Camino tiene mucho de encuentro con uno mismo. Al llegar al destino, y una vez dentro de alguno de los tres templos del final de la ruta, el ritual consiste en lanzar una moneda y tocar fuerte la campana frente al altar para llamar la atención del kami o espíritu sagrado que lo habita, al que se pide protección, salud u otro deseo.
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Cena de peregrinos y huéspedes en un ryokan, alojamiento tradicional japonés. Las habitaciones se componen de un piso de tatami y cuentan con baños termales (onsen) como el de la página siguiente, jardines y cocina sofisticada con platos típicos.
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Casi la mitad de los 117 monasterios con hospedería o shukubos que siguen abiertos por Koyasan aceptan viajeros, siempre que acaten la etiqueta del lugar, no muy estricta, por otra parte. Los shukubos suelen contar con un onsen comunal para bañarse. Habrá que cambiarse las típicas chanclas zori (en la foto) por otras proporcionadas en exclusiva para estos menesteres.