Pueblos de la Sierra de Ayllón

Aunque en Martín Muñoz resisten algunas casas de color amarillo, las de nueva construcción emplean el negro de la pizarra para sus tejados y el rojo para sus muros, lo que le confiere un colorido característico. Con menos de 20 habitantes en invierno, posee una interesante Iglesia dedicada a San Martín de Tours, el patrono de la comarca. Si nos apetece pasear, nada mejor que ascender hasta el Collado de las Cabras, a casi 2.000 m de altitud y  con una impresionante panorámica de la región.

Villacorta es un pueblo rojo, uno de los más llamativos de la ruta donde hasta el suelo está pintado de este color. En su plaza se alza la céntrica Iglesia de Santa Catalina que conserva un pórtico románico y un artesonado mudéjar. A las afueras, a través de una cómoda pista de tierra se llega al Molino de la Ferrería que sin duda hay que visitar.

Becerril es una antigua aldea minera y posee el sabor más tradicional de esta región. En este pueblo negro destaca su gran iglesia así como una antigua plaza donde destacan la fuente y el pilón que nos transportan a otra época.

Este pueblo rojo es la niña bonita de la ruta. Madriguera es  la población más representativa de los pueblos rojos, con una arquitectura teñida por la arcilla y la piedra rojiza oriunda. Empleadas en la construcción de edificios y pavimentos, su alto contenido en hierro le da al paisaje un aspecto digno de Marte. La iglesia de San Pedro Apóstol del XVIII presenta  los motivos colorados en su fachada y tiene una valiosa pila bautismal así como un suelo lleno de lápidas de enterramiento. Aunque habitualmente vive poca gente, entre sus habitantes se encuentran célebres escritores y actores. Por otra parte, en sus alrededores podremos descubrir los restos de una antigua mina de caolín.

Este pueblo negro toma el nombre de su arquitectura, en la que destaca el color negro. en él destaca la ermita de San Benito, del siglo XVII y ubicada en el interior de la población. A las afueras, se ubica la interesante iglesia románica de Santa María del Vallehermoso, con pórtico renacentista con columnas de capiteles decorados con ángeles y dragones.

La última parada de la ruta es el pueblo negro más alto de la zona. Sus casas de pizarra negra azabache contrastan con la arcilla roja de la Iglesia de San Cornelio y San Cipriano. Según la leyenda popular, el nombre -que significa mutilado- proviene de un defecto físico de su fundador.