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Un espectacular casco urbano, declarado Conjunto Histórico-Artístico, que conserva su sabor islámico y medieval. Situado a 1.182 metros de altitud, está rodeado por un imponente cinto de murallas que culminan en el castillo del Andador, envuelto por la naturaleza de la sierra de Albarracín. Hay encanto en el trazado de sus calles adaptadas a la complicada orografía del terreno. Cuenta con abundantes monumentos, como la iglesia de Santa María, la catedral y el Palacio Episcopal.
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Su casco urbano está dividido por un desfiladero de más de 150 metros. Sobre él se encuentra el Tajo o Puente Nuevo, sobre el río Guadalevín. Muchos miradores ofrecen una vista espectacular de esta construcción. Desde el de Aldehuela se obtiene una preciosa panorámica del puente y las casas blancas que descansan sobre el cortado. Y hay que asomarse al Balcón del Coño, en el Mirador de Ronda, para contemplar la serranía.
Juan Carlos Cantero / ISTOCK
Se alza a 140 metros sobre el nivel del mar entre acantilados que superan los 600 metros, los más altos de Europa. Una aldea formada por un conjunto de casas pequeñas de muros blancos, apiñadas en torno a la iglesia de San Andrés de Teixido. Sobrecoge asomarse a miradores como el de Os Carrís, a 425 metros de altura, y A Garita da Herbeira, a 625 metros. Las panorámicas de este último alcanzan hasta el cabo Ortegal, donde se funden Atlántico y Cantábrico.
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Encaramada sobre curiosas formaciones de rocas se encuentra esta localidad de aire medieval. Está dividida en dos zonas: la vieja del Arrabal y el barrio del Castell, conectadas por un túnel excavado en la roca. Hay que subir al castillo de San José, del siglo XI, para disfrutar de las vistas del embalse y el valle del río Guadalest. Enfrente, las cadenas montañosas de la sierra d’Aixorta, la sierra de Serrella y la sierra de Aitana.
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Zahara de la Sierra se asienta sobre una peña coronada por una torre del siglo Xlll con vistas a las aguas turquesas del embalse de Zahara-El Gastor. El pueblo, con su entramado urbano andalusí de calles laberínticas y casas encaladas, ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico. Desde la plaza, una rampa empedrada trepa hasta su castillo, donde hay un balcón panorámico desde el que se domina el conjunto del pueblo, las aguas del pantano, el valle del Guadalete y la sierra de Grazalema.
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En la comarca de la Garrotxa se asoma este pequeño pueblo sobre un espectacular risco basáltico de 50 metros recortado por el rio Fluvià. Su entramado de callejuelas desemboca en la iglesia de San Salvador, en el extremo del risco, donde se halla un mirador. La torre del campanario ofrece vistas espectaculares, y hay que cruzar la pasarela para divisar, desde el río, otra perspectiva del pueblo.
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Situada en el noroeste de la sierra de Tramuntana, este enclave forma parte del Patrimonio de la Humanidad y es frecuentado por artistas de todo el mundo. De camino al pueblo, en una posición privilegiada frente al monumento natural de Sa Foradada se encuentra Son Marroig, uno de los lugares más icónicos de Mallorca, con un templete de orden jónico realizado en mármol blanco de Carrara con unas vistas al mar que quitan el aliento.
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El topónimo árabe al-Qasr significa fortaleza, por su castillo encaramado a 660 metros de altitud. Su casco urbano de trazado medieval es Conjunto Histórico Artístico. Alquézar se integra en un impresionante paisaje con acantilados de calizas que el río Vero ha modelado con el tiempo. Desde sus numerosos miradores, los amantes de la fotografía podrán captar imágenes de su salvaje belleza y de los almendros en flor en primavera.
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Zumaia se asoma a una hermosa bahía rodeada de verdes colinas que descienden hasta el mar en forma de abruptos acantilados. Su casco histórico conserva su trazado medieval, presidido por la iglesia de San Pedro, del siglo XIII. Visita obligada es la ermita de San Telmo, patrón de los marineros, colgada de un precipicio sobre la playa de Itzurun. Un lugar mágico frente a un acantilado esculpido durante miles de años por la erosión del mar.
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Una bella localidad marinera con sus pequeños barcos de pesca reposando sobre el mar y sus casitas blancas con hermosas balconadas encaramadas a la montaña. Para disfrutar de unas increíbles panorámicas hay que subir a la parte más elevada de la población. Allí están la iglesia de Santa María de Sádaba y la ermita de San Roque, que emerge sobre el acantilado para ofrecer unas vistas preciosas del pueblo, el litoral y la sierra del Sueve.