Anclada en el bancal de arena donde el Caribe llega al Golfo de México, la pequeña isla de Holbox es el mejor secreto del Estado de Quintana Roo. Un destino de calles de arena, pequeños hoteles, playas blancas y atardeceres rojos a pocos kilómetros de la Riviera Maya, pero a un mundo de distancia de los todo incluido. Antiguo escondite de corsarios, hoy es el lugar perfecto para nadar con el tiburón ballena.
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La Isla de Holbox es Reserva Natural de la Biosfera del Tiburón Ballena desde 2009.
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En Holbox –ese es su secreto– no hay nada que hacer. No hay impresionantes ruinas mayas ni piscinas multitudinarias con animadores con megáfono. Las únicas actividades son pasear caminando o en bicicleta algunos de sus 41 km de longitud, buscar los manglares de los extremos, adentrarse al breve interior de sus dos km de anchura o quedarse tumbado en la playa a esperar el rojo atardecer.
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Los cochecitos de golf son los únicos vehículos a motor que circulan en Holbox.
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Desde Holbox se puede navegar a la laguna y el cenote de Yalahau, que separa la isla del continente, de aguas cristalinas, antigua fuente de agua para Holbox y jardín de recreo de los mayas, o conocer Cabo Catoche, la puntita del Estado de Quintana Roo, que fue el sitio donde desembarcaron los españoles en México por primera vez en el año 1517.