7 lugares de ensueño en Navarra
Roncesvalles
En Roncesvalles todo gira en torno a su épico pasado. Desde la gran gesta de Roland y su olifante de marfil salvando al ejército de Carlomagno, hasta la casi la milenaria puerta de entrada de los peregrinos que se dirigían a Santiago desde cualquier punto de Europa. Su antiguo hospital, hoy albergue de peregrinos, y la Casa de los Beneficiados, hoy hotel, dominan el paisaje con sus recias paredes de piedra.
Zugarramurdi
Con poco más de 200 habitantes, es conocido como el Pueblo de las Brujas. Más allá de la leyenda, se puede visitar su cueva hasta el anochecer. Conserva un atractivo casi único, un halo mágico que la envuelve por haber sido hasta el siglo XVII escenario de aquelarres. Al parecer eran reuniones paganas en las que hombres y mujeres escapaban de la rutina a través de festines y danzas en torno a hogueras y a la luz de la luna.
El Castillo de Olite
Sobre un pequeño cerro, junto al río Cidacos, Olite fue, en origen, una fortaleza en tierras llanas. Carlos III de Navarra, que había pasado parte de su infancia allí, decidió a finales del siglo XIV construir un castillo palacio para su mujer. Más tarde, sirvió de refugio a su hija Blanca, y después, al Príncipe de Viana. Es una de las fortalezas más bellas de toda Europa. Las estrechas calles de Olite, sus nobles caserones medievales, sus iglesias y su recinto amurallado, dejan sin palabras.
La Selva de Irati
Es el segundo bosque más extenso de Europa, y uno de los más bellos del planeta. Sus laderas están cubiertas por una bellísima y espesa capa de hayedos y abetos, que los envuelve y protege como un manto. De esta selva salió la madera para construir el palacio de Olite, la catedral de Tudela y los mástiles de la Armada Española. En este bosque de cuento, no hay que perderse el embalse de Irabia, la ermita de la Virgen de las Nieves, la estación megalítica de Azpegui y la torre de Urkulo.
Estella
En el siglo XV se la conocía como Estella la Bella, y hoy sigue haciendo honor a aquel sobrenombre. Esta ciudad románica atesora palacios, casas señoriales, iglesias, conventos, puentes e increíbles edificios. A cualquier hora del día, sus estrechas calles siempre están llenas de peregrinos fascinados por esta ciudad que nació al abrigo del Camino de Santiago. Con un majestuoso vigor histórico, albergó el Palacio de los Reyes de Navarra, hoy sede del Museo de Gustavo de Maeztu.
Bardenas Reales
Navarra cuenta con un desierto de montañas descarnadas, donde la erosión ha dibujado mil figuras caprichosas. A pocos kilómetros de Tudela y de Olite, las Bardenas Reales extienden su museo de esculturas naturales sobre una llanura seca y árida, pero cuajada de encanto y sorpresas. Cruzada de caminos y senderos que se adentran en sus cañones, no hay mejor destino para los amantes de la naturaleza en soledad.