53 pueblos de España que ver al menos una vez en la vida
Ronda
La que fuera morada de bandoleros y fuente de inspiración para los viajeros románticos conserva esa atmósfera mágica que proporcionan su legado árabe y su ubicación, enriscada como está en la sierra. Cuarenta años tardó en construirse el Puente Nuevo, de 98 metros de altura, los mismos que tiene de profundidad el tajo excavado por las aguas del río Guadalevín.
Cudillero
Un anfiteatro natural sobre el Mar Cantábrico. Así es Cudillero, un pueblo alegre y colorido de la costa occidental asturiana, con larga tradición marinera. Siempre hay curadillos –pequeños escualos– secándose al aire en las casas. Todo un manjar, como lo son también el pixín (rape) y la merluza de pincho.
Albarracin
Al suroeste de la provincia de Teruel, con poco más de mil habitantes, Albarracín la roja, la del “perfil alucinado”, que diría Ortega y Gasset, es un espolón rocoso rodeado por un meandro del río Guadalaviar, con cuatro de sus quintas partes asomadas a un tajo que ejerce de foso defensivo protegido por un imponente cinturón de murallas.
Aranjuez
Fueron los Reyes Católicos quienes descubrieron las bondades, paisajistas y climatológicas, de esta localidad madrileña, que es Real Sitio, por expreso deseo de Felipe II, y también Villa. Los jardines del Palacio Real, las huertas y los sotos siguen invitando hoy en día al descanso más absoluto y a la contemplación. Y siempre, como música de fondo, un concierto para guitarra convertido en banda sonora universal.
Trujillo
Vetones, romanos y árabes fueron los primeros en poner sus ojos en esta localidad cacereña que llegó a ser una auténtica ciudad del Renacimiento. Dos de los descubridores de América, Orellana y Pizarro, nacieron aquí, a los pies de un castillo que lo domina todo desde lo alto de un cerro. Su Plaza Mayor, rectangular y con soportales, es el centro neurálgico desde el siglo XVI.
Arcos de la Frontera
La ruta de los pueblos blancos que recorre la sierra gaditana tiene una puerta de entrada de excepción. Un lugar donde es posible asomarse al vacío, asentado como está sobre una roca, a más de cien metros de altura sobre el río Guadalete. Su trazado sinuoso recuerda sus orígenes árabes.
Ochagavia
Un pueblo casi perdido, con casas de piedra, un puente medieval sobre el río y las montañas de fondo. Podría ser el escenario de un cuento, pero ese sitio existe, es real, solo hay que buscarlo entre los límites del Pirineo Navarro. Habitado en sus tiempos por brujas y hadas, es un recomendable alto en el camino hacia la Selva de Irati, espectacular sobre todo en otoño.
Sigüenza
El mayor de los municipios de la comarca de La Serranía (Guadalajara) es medieval, pero también renacentista y barroco. Su pasado habla de reinas que no llegaron a serlo, de obispos con mucho poder y de un doncel que ha pasado a la posteridad por la figura que lo representa en su sepulcro de la Catedral, frente a la Plaza Mayor. El castillo que lo protege fue construido en el siglo XII como palacio-fortaleza.
Almagro
Su Corral de Comedias es el único en España que se ha conservado intacto y en activo desde el siglo XVII. Es fácil localizarlo: en uno de los flancos de la Plaza Mayor, esplendorosa siempre con sus soportales de columnas toscanas y galerías corridas y acristaladas. La capital histórica del Campo de Calatrava (Ciudad Real), sede en el mes de julio del Festival de Teatro Clásico, acoge también el Museo Nacional de Artes Escénicas.
Úbeda
Todo gira aquí en torno a la plaza Vázquez de Molina, uno de los mejores ejemplos de urbanismo renacentista que existen en España, motivo por el cual esta localidad jiennense fue declarada Patrimonio de la Humanidad, al igual que la cercana Baeza. Sus principales monumentos llevan firma: la del maestro Vandelvira.
La Alberca
Ha sido mucho el empeño puesto por los vecinos de este municipio de la sierra de Francia (Salamanca) por conservar intacto su patrimonio local, que no es otro que el casco antiguo, reconstruido en el siglo XVIII, con casas de piedra y madera, balcones corridos y aleros en los tejados que apenas dejan pasar la luz del día. Por la Plaza Mayor pasearon en su día Miguel de Unamuno, Joaquín Sorolla y Luis Buñuel.
Calella de Palafrugell
Fue en el desaparecido Hotel Batlle de este antiguo pueblo de pescadores de la Costa Brava (Girona) donde Joan Manuel Serrat escribió las primeras líneas de su célebre canción, casi himno, Mediterráneo. Seguramente las musas andaban entonces por la playa de Port-Bo junto a las barquitas varadas frente a los voltes (porches).
El Castell de Guadalest
No hay mejor mirador en la Marina Baixa (Alicante) que el castillo de San José, en equilibrio permanente sobre una mole rocosa, con un embalse a sus pies que parece el mismo mar. Al casco antiguo se accede por una oquedad horadada en la propia roca. Merece la pena: entre sus casas encaladas aguardan museos de lo más pintorescos (de miniaturas, de saleros, de casitas de muñecas...).
Morella
El Cid y los caballeros de la Orden del Temple ya conocían la zona mucho antes de que en la hoy capital de Les Ports (Castellón) se trazaran las actuales murallas, del siglo XIV, con algo más de 2.500 metros de longitud, diez torres y siete puertas. Antes de ascender al castillo hay que pasear por la calle Blasco de Alagón y admirar La Danza de la Muerte, pintura mural que alberga el convento gótico de Sant Francesc.
San Andrés de Teixido
A este rincón perdido en la inmensidad de la serra de A Capelada (A Coruña) llegó el apóstol San Andrés, al que le prometieron construir un santuario para paliar su disgusto por haber ido a parar al fin del mundo. El templo, gótico, de estilo marinero, lo ocupa todo en la aldea, a la que, según reza la leyenda, “va de muerto quien no fue de vivo”. Toda una advertencia, muy gallega, para navegantes.
Hondarribia
En el extremo oriental de la costa vasca, en la bahía de Txingudi que forma la desembocadura del río Bidasoa. Estas son las claves que nos ayudarán a encontrar en el mapa la que es la única villa amurallada de Guipúzcoa, la muy noble y muy leal Hondarribia, tal y como se puede leer en el escudo de la puerta de Santa María que da paso a la calle Mayor. Hay casas solariegas, palacios y hasta un castillo, el de Carlos V. Pero, sobre todo, aquí hay sabor: ¿qué tal una ronda de pintxos?
Ribadesella
Es a principios del mes de agosto cuando tiene lugar el tradicional descenso en piragua del río Sella. Pero el resto del año esta villa marinera de la costa asturiana, a los pies de los Picos de Europa, también existe. La Cofradía de Pescadores realiza visitas guiadas a su peculiar Lonja. Tampoco hay que perderse la Cueva de Tito Bustillo, uno de los conjuntos rupestres más importantes que ha legado el arte paleolítico.
Deià
“Mallorca es el paraíso, si puedes resistirlo”. Las palabras de la escritora estadounidense Gertrude Stein fueron suficientes para despertar a su vez la curiosidad del poeta inglés Robert Graves, que se quedó a vivir para siempre en este idílico pueblo, medieval y bohemio, de la serra de la Tramuntana. Su casa, y la posesión de Son Marroig, a los pies de un acantilado, son de visita obligada. También, disfrutar de la impresionante puesta de sol, que cautivó a numerosos artistas que acudieron a este pueblo en los años 60 y 70.
Cadaqués
Es el pueblo más oriental de la Península Ibérica, residencia eterna de pescadores y artistas, como el genio Salvador Dalí, que se enamoró del Mediterráneo al contemplarlo desde las ventanas de su residencia, hoy museo, de la bahía de Portlligat. Las casas blancas, las calles –en cuesta y con suelos de piedra–, el islote y la iglesia forman un conjunto de asombrosa belleza en la comarca del Alt Empordà (Girona).
Garachico
El que fuera el principal puerto de la isla de Tenerife forma hoy, junto con Buenavista y Los Silos, la llamada Isla Baja. Aunque con monumentos de contrastado interés –iglesia de Santa Ana, castillo de San Miguel, ermita de San Roque, convento de San Francisco–, su mayor atractivo es, precisamente, el mar. O mejor dicho, El Caletón, una zona de baño formada por piscinas naturales originadas por la lava procedente de la erupción del volcán Trevejo en el año 1706.
Priego de Córdoba
En las estribaciones del Parque Natural de las Sierras Subéticas, esta es la gran joya del barroco andaluz, repleta de iglesias, palacios y fuentes. Geranios y jazmines adornan las casas del Barrio de la Villa, de sinuosas calles, blancas y estrechas, que hay que recorrer para asomarse después a ese balcón natural que es el Adarve, abierto a un mar de olivos.
Frías
Para ser justos habría que recordar que Frías, en la comarca de Las Merindades (Burgos), es por derecho una ciudad, ya que así lo decretó el rey Juan II. Encaramada en el cerro de La Muela y vigilada de cerca por el río Ebro, es todo lo que se espera de un enclave medieval, con empinadas calles y hasta casas colgantes. De su magnífico castillo destaca la Torre del Homenaje, que está sostenida casi en el aire.
Peñíscola
Mucho antes de que los productores de Juego de Tronos se fijaran en ella, Benedicto XIII, más conocido como el Papa Luna, eligió esta localidad de Castellón, que es casi una isla, para ejercer su cargo al margen de Roma. Para ello ocupó el castillo que antaño perteneció a la Orden del Temple y que hoy es todo un símbolo de la Costa del Azahar.
Pampaneira
El barranco del Poqueira dibuja el entorno de este municipio de Las Alpujarras granadinas, con casitas blancas de adobe, piedra y pizarra. Hay que perderse siempre por sus callejuelas empedradas, comprar alguna jarapa en el zoco y beber agua de la fuente de San Antonio, la Chumpaneira, que ayuda a encontrar pareja a quien así lo desee.
Alquézar
En el Somontano oscense, entre los barrancos de la sierra de Guara, en la margen derecha del río Vero, en su último cañón, encaramada sobre cresterías calizas. Ahí está Alquézar, a los pies de cuya colegiata-castillo se extiende su caserío medieval, todo un entramado de calles y sorpresas que hay que recorrer antes de lanzarse a practicar deportes de aventura por los alrededores.
Sos del Rey Católico
Cuesta llegar hasta el lugar en el que nació Fernando II de Aragón, justo al final de la comarca de las Cinco Villas (Zaragoza), sobre un espolón de roca. El monarca vino al mundo en el Palacio de la Sada, hoy reconvertido en Centro de Interpretación en torno a su figura. Su pila bautismal está en la iglesia de San Esteban, junto al castillo fortificado.
Ciudad Rodrigo
Fue en el año 1372 cuando Enrique II de Trastámara dio por concluido su castillo, construido en un tajo en la vega del río Águeda, en la parte más inaccesible de la localidad salmantina, muy próxima a Portugal. A finales del siglo XV se construyeron las murallas, que se conservan hoy casi intactas. En Ciudad Rodrigo hay que pasear despacio, visitar la Catedral y probar el farinato, un embutido hecho de grasa de cerdo, miga de pan, pimentón, cebolla y especias.
Pedraza
Caminar por las calles de esta villa medieval segoviana es como viajar por el túnel del tiempo. Por tener, tiene de todo: castillo, cárcel y una Plaza Mayor porticada. Pero es durante la noche del primer y segundo sábado del mes de julio de cada año cuando adquiere otra dimensión, con todos y cada uno de sus rincones iluminados solo por la luz de velas y antorchas.
Zumaia
Pues sí. Aquí se rodó la popular y exitosa película Ocho apellidos vascos, cuyos protagonistas celebraban una no boda en la ermita de San Telmo, en lo más alto de un acantilado que lleva escrito en su piel información sobre los cambios geológicos de nuestro planeta. Así ocurre también en la playa de Itzurun, cubierta de estratos encrestados –el famoso flysch– que solo se pueden contemplar durante la bajamar.
Urueña
Sus murallas, del siglo XIII, son las mejor conservadas de Valladolid. De su magnífico estado también presume el coqueto casco urbano, que completa su patrimonio con un castillo del siglo XI y una iglesia renacentista, la de Santa María del Azogue. Pero Urueña es también una villa cultural, con más de diez librerías y un interesante Museo de la Música que alberga una importante colección de instrumentos antiguos.
El Rocio
Probablemente sea la aldea más famosa de España, ya que aquí tiene lugar cada mes de mayo una romería que es ya universal en honor a la Virgen, esa Blanca Paloma que guarda con celo su ermita, protegida por una reja que los almonteños no dudan en saltar para sacarla en procesión. Junto a El Rocío (Huelva) se extiende el Parque Nacional de Doñana.
Muxía
La Costa da Morte (A Coruña) está salpicada de lugares místicos como este, donde se levanta el santuario da Virxen da Barca, templo construido para cristianizar un lugar donde los celtas realizaban cultos paganos. La primera ermita fue levantada en el siglo XII junto a las piedras que se alzan en el lugar en las que, según narra la tradición, la Virgen se apareció al apóstol Santiago.
Fornells
Dicen que la caldereta de langosta que se prepara en este pueblo de pescadores de Menorca es la mejor del mundo. Hay que probarla, después, claro está, de recorrer sus calles encaladas y contemplar la que es una de las Torre de Defensa más grandes de la isla. Desde la bahía de Fornells hasta el cap Gros se extiende la Reserva Marina de la Costa Norte.
Altea
Convertido en residencia de artistas, este es uno de los lugares más pintorescos de la Marina Baixa (Alicante), cuyo encanto reside en sus estrechas y empinadas calles, a veces escalonadas, que desde el punto más alto de la localidad bajan serpenteantes entre las casas blancas. Un blanco impoluto que contrasta con el azul de la cúpula de cerámica vidriada de la iglesia parroquial tantas veces fotografiada. Y de fondo, siempre el mar.
Valverde de los Arroyos
Aunque pertenece a la zona de la llamada Arquitectura Negra de Guadalajara, aquí todo adquiere un particular tono dorado debido al uso de la cuarcita intercalada en las cubiertas de pizarra sobre los armazones de madera de sus casas. Dos imprescindibles: su plaza y la cercana catarata de la Chorrera, un salto de agua de 120 metros que cae sobre escalones de piedra.
Alcalá de Júcar
Situado en La Manchuela (Albacete), este pueblo consiguió en el año 1986 algo realmente único: el Premio a la Mejor Iluminación Artística, solo por detrás de la parisina Torre Eiffel y de la Gran Mezquita de Estambul. Sus casas, excavadas en la montaña, se adaptan al terreno flanqueando calles estrechas que trepan hacia el castillo árabe, que se asoma vigilante a la hoz que forma a sus pies el río.
Potes
El impresionante desfiladero de La Hermida, el más largo de España, da paso a la histórica comarca de Liébana, cuya capital se recuesta a los pies de los Picos de Europa entre casas blasonadas y torres medievales. Hasta aquí se llega para admirar la Naturaleza y para probar su tradicional cocido lebaniego. Tras la visita, solo queda disfrutar de ese viaje emocional que siempre supone visitar el cercano monasterio de Santo Toribio.
Tejeda
Para poder contemplar el Roque Nublo, monolito basáltico surgido hace millones de años, hay que llegar hasta el corazón de la isla de Gran Canaria, donde se encuentra este municipio, justo en medio de una caldera volcánica, dentro de la cual también se halla el Roque Bentayga. Piedra, madera y teja distinguen la arquitectura tradicional.
Laguardia
La capital de La Rioja Alavesa domina la comarca desde lo alto de un cerro, con los viñedos como únicos dueños del paisaje que se extiende a sus pies. Tras cruzar las murallas es posible descubrir uno de los cascos antiguos más evocadores del País Vasco, con casas palaciegas, una Plaza Mayor porticada y dos iglesias: la de San Juan Bautista y la de Santa María de los Reyes, con una espectacular portada gótica.
Consuegra
Que una imagen vale más que mil palabras es un dicho que se hace realidad en el Cerro Calderico de esta localidad toledana, en el que uno siempre sueña con que, de pronto, surgirá de la nada Don Quijote para luchar contra esos gigantes que, en realidad, eran molinos de viento. En total, se conservan doce de estos molinos, uno de los cuales, Rucio, rehabilitado como museo, es el único que funciona a diario en España. En el mes de octubre aquí tiene lugar la Fiesta de la Rosa del Azafrán.
Santiponce
Posiblemente los emperadores Trajano, Teodosio y Adriano nacieron aquí, en este municipio de la comarca del Aljarafe (Sevilla), o mejor, dicho, en Itálica, una de las principales urbes de la Hispania romana, cuyas ruinas, con anfiteatro incluido, se pueden hoy visitar. Otro lugar histórico es el monasterio de San Isidoro del Campo, fundado en el siglo XIV por Guzmán El Bueno.
Taüll
Durante los siglos XI y XII, los pueblos de la Vall de Boí, en la Alta Ribagorza (Lleida), acogieron a picapedreros, pintores y artesanos que se dedicaron a construir y decorar iglesias proyectadas bajo la influencia del románico lombardo, pero con su propia personalidad. Entre ellas destacan las de Santa María, en el casco viejo de Taüll, y la de Sant Climent, a la entrada del pueblo, de planta basilical, con tres naves separadas por columnas y cubierta de madera a dos aguas. El famoso Pantocrator del ábside, el original, se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Miravet
De origen andalusí, su castillo es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura religiosa y militar de la orden del Temple en Occidente. Es uno de los grandes atractivos de este pueblo de Tarragona, acomodado en una gran roca sobre el río Ebro. Para cruzar sus aguas hay que subirse al último transbordador original del río que funciona sin motor. Toda una vuelta al pasado.
Moratalla
Es en el límite con Andalucía y Castilla La Mancha, donde la región de Murcia encuentra su máxima altitud. Bosques y montañas protegen a la que fuera encomienda de la Orden de Santiago, con un centro histórico de calles estrechas que se extiende a los pies de un castillo de origen árabe. Los tambores que suenan durante la Semana Santa son la principal seña de identidad de una localidad en cuyas inmediaciones se reparten 65 abrigos con pinturas rupestres que son Patrimonio de la Humanidad.
O Cebreiro
Primer pueblo gallego del Camino de Santiago Francés, situado en Lugo, a 1.300 metros de altitud. Un mirador privilegiado desde el que se aprecia el contraste de la silueta dentada de las sierras del Norte con el relieve más redondeado de las que se extienden hacia el Sur. Las pallozas y las constantes nieblas proporcionan más encanto al lugar, en el se alza la iglesia prerrománica de Santa María la Real.
Rupit i Pruit
Peatonal y medieval, su puente colgante, sus casas de piedra, la iglesia de Sant Miquel y, sobre todo, sus vistas de las Guilleries, el Montseny y los riscos vecinos de Tavertet, la Sima y el Faro hacen de esta localidad de la comarca de Osona (Barcelona) un lugar más que pintoresco. Los abruptos cortados de sus alrededores esconden maravillas naturales como el Salt del Sallent, un salto de agua con una caída de casi cien metros.
Bermeo
Visitar el Museo del Pescador debe servir para profundizar aún más en la historia de esta villa marinera de Vizcaya, con un puerto muy activo, sobre todo durante la primavera, que es cuando tiene lugar la entrada del verdel y de la anchoa. En sus inmediaciones, una de esas maravillas con las que recrear la vista: la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, erigida sobre un peñón en el mar. Para acceder a ella hay que subir 241 escalones... O no, nadie se pone de acuerdo en el número exacto.
Pals
No todo tiene por qué ser playa en la Costa Brava. El Baix Empordà (Girona) esconde rincones medievales únicos, como Monells, Crüilles, Peratallada y Pals, un municipio slow en el que se funden en total armonía los estilos románico, gótico y barroco tras sus murallas. Atención a los detalles: es posible descubrir el delicado y esmerado trabajo de los antiguos maestros picapedreros y herreros en relieves, arabescos y verjas.
Montefrío
Encajada entre dos profundos tajos, esta localidad de la comarca de Loja sorprende por su silueta fortificada, que se recorta en el cielo. Es, según la prensa especializada, uno de los diez pueblos del mundo que tiene las mejores vistas. No en vano tuvo gran importancia tiempo atrás como puesto fronterizo de vigilancia del reino de Granada.
Olite
Justo en la zona que constituye el punto de transición entre la montaña y la ribera, a poco más de 40 kilómetros de Pamplona, emerge Olite (Navarra), rodeada por murallas romanas y medievales, que ciñen en doble cerco un conjunto bien trazado de calles y plazas. Una ciudad real, presidida por un castillo-palacio, ejemplo del mejor gótico civil, cuya visita hay que completarla siempre con vino y gastronomía de la tierra.
Ezcaray
A las faldas de la sierra de la Demanda se extiende el Alto Valle del Oja (La Rioja), cuya localidad más relevante es Ezcaray, fundada en el siglo X por los reyes navarros. Impulsado por una pujante industria textil, llegó a ser un poderoso enclave económico, aunque hoy lo ejerce más como gran capital gastronómica. El bacalao y las alubias rojas con chorizo de su recetario tradicional son tan imprescindibles como su calle Mayor, su iglesia, del siglo XV, y su plaza de la Verdura, que todavía conserva la Argolla del Fuero.
Mojacar
Cuenta una vieja leyenda que en Mojácar nació Walt Disney y que su verdadero nombre era José Guirao. Un buen tema de conversación para iniciar un paseo entre las inmaculadas casas de esta localidad almeriense, elevada en un promontorio coronado por un castillo. El centro neurálgico del pueblo es la Plaza Nueva, con un mirador que se abre al valle de las Pirámides en toda su inmensidad.