20 maravillas del mundo que hay que ver en la vida (parte 2)


Rascacielos de Manhattan, Nueva York, Estados Unidos
A finales del XIX, cuando la Gran Manzana apuntaba como nueva capital del mundo, vio la luz el primero. Le siguieron joyas de la arquitectura como el Flatiron, el Woolworth, el Chrysler, el Empire State y el más reciente One World Trade Center. Se concentran sobre todo en el Midtown y en el Lower Manhattan.

Taj Mahal, India
El más sentido monumento al amor: el palacio de mármol blanco que el emperador mogol Shah Jahan levantó a orillas del río Yamuna, en la ciudad de Agra, en honor a su esposa favorita al poco de morir.

Templo de Kiyomizu-dera, Japón
Kioto no anda escasa de templos y santuarios a cual más despampanante. Al del Pabellón Dorado o al de Fushimi Inari, con sus miles de puertas torii cubriendo más de cuatro kilómetros de caminos, se suma este complejo budista al que no pocos acuden en busca del amor verdadero.

Coliseo de Roma, Italia
Buque insignia de la ingeniería del Imperio, su estampa no tiene rival como icono de la Ciudad Eterna y de los claroscuros de una civilización que, dos mil años después, sigue muy presente en el mundo Occidental. Hasta 50.000 espectadores podían presenciar aquí las luchas de gladiadores.

Castillo de Neuschwanstein, Alemania
El más excéntrico de los palacios erigidos por Luis II de Baviera, el “rey loco”, se alza como una fantasía ideada por el propio monarca, quien siguió a pie de obra el proyecto y plasmó en él su visión un tanto lunática del mundo.

Stonehenge, Reino Unido
A finales del Neolítico se alzaba en la llanura de Salisbury este círculo de megalitos alineados para marcar la salida y la puesta del sol durante los solsticios de verano e invierno. El motivo de su construcción y su abandono sigue siendo un enigma.

Chichén Itzá, México
A un par de horas de las aguas turquesa de Cancún o Playa del Carmen, este yacimiento maya encierra los secretos de una de las grandes civilizaciones de la Antigüedad, dueña y señora de asombrosos conocimientos matemáticos y astronómicos.

Río Amazonas, Sudamérica
Solo el Nilo se había atrevido a retarlo. El gran río africano presumió de ser el más largo del planeta hasta que una reciente expedición lo destronó en favor del Amazonas, que atraviesa la selva más extrema desde los Andes peruanos hasta el Atlántico brasileño.

Cráter del Ngorongoro, Tanzania
Rojizas y con alturas de hasta 600 metros, las paredes interiores de este volcán extinguido delimitan las praderas por las que campa a sus anchas la mayor concentración permanente de fauna salvaje de África.

Monte Everest, Nepal
El neozelandés Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay escribieron un capítulo de la historia al coronar en 1953 los 8.848 metros del techo del mundo. Solo los alpinistas mejor preparados sueñan con hacer cima, aunque cualquier mortal en razonable forma física podría admirar a su majestad en los trekkings por la región.

Gran Barrera de Coral, Australia
La mayor estructura del planeta formada por organismos vivos, enlazando arrecifes a lo largo de más de dos mil kilómetros, atesora un fabuloso ecosistema adornado por las más imaginativas variedades de coral que la Naturaleza haya osado concebir.

Bahía de Ha Long, Vietnam
Inolvidable el amanecer entre las oníricas brumas que se ciernen en sus miles de picachos tapizados de vegetación. Mejor que las singladuras de unas horas, hacer una noche o dos a bordo de los barquitos que surcan sus aguas esmeralda.

Cataratas Victoria, Zambia y Zimbabue
Las brumas que provoca el río Zambeze al estamparse contra los abismos alcanzan a verse en kilómetros a la redonda. Es aquí donde se forma este exceso de la Naturaleza, justo en la frontera entre Zambia y Zimbabue, a tiro de piedra de los elefantes y los leones.

La aurora boreal, Círculo Polar Ártico
Sus luces fantasmales aparecen cuando tienen a bien en las noches despejadas del Ártico. Incluso acudiendo en los meses más propicios no habrá garantía de verla. Admirar sus destellos pavoneándose por los cielos es una experiencia que debería figurar en el haber de todo viajero.

Cristo del Corcovado, Río de Janeiro, Brasil
Más arriba, aún más… Con sus brazos abiertos de par en par, esta descomunal estatua art déco posada en lo alto de un cerro parece abrazar entera a la Cidade Maravilhosa y a la espectacular bahía que la baña.

Acrópolis de Atenas, Grecia
Entre sus columnatas moralizó Sócrates, Platón buscó la verdad y Aristóteles la razón. En su teatro estrenaron Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes. Más que un monumento, la Acrópolis contiene los cimientos y las bases de la civilización occidental.

Montaña de la Mesa, Sudáfrica
Con su rojizas hechuras y su cima plana, le guarda las espaldas a Ciudad del Cabo. En teleférico o subiendo a pie, desde sus miradores se avista una panorámica de película, mientras sus senderos dejan explorar las rarezas del fynbos, uno de los tesoros botánicos del continente.

Santa Sofía, Estambul, Turquía
Basílica en la época bizantina y mezquita desde que en 1453 los otomanos tomaran la ciudad, este emocionante templo de la Santa Sabiduría fue convertido en museo en tiempos de Ataturk, padre de la Turquía moderna.

El Gran Cañón, Estados Unidos
Cualquier adjetivo se le queda corto a esta colosal grieta de más de 450 kilómetros horadada durante millones de años por el río Colorado. Sus gargantas y desfiladeros de roca cobriza han quedado para siempre asociadas a las películas del Far West.