Valencia, la ciudad sin complejos

Capital Mundial del Diseño, Capital Europea del Turismo Inteligente, uno de los 50 mejores destinos del mundo en 2022 según la revista TIME... Valencia deja atrás tópicos desfasados alardeando de creatividad y dinamismo.

Valencia, la ciudad sin complejos

Nuevo Caixaforum de Valencia

/ MAXIMO Garcia de la Paz

Oscar Wilde (1854-1900) nunca visitó Valencia. Pero su chispeante ingenio ha llegado a todas partes. “En nuestros días”, afirma el autor de El retrato de Dorian Gray, “nada produce tanto efecto como los tópicos. Hace que todo el mundo se sienta a resguardo”. La ciudad de Valencia está acostumbrada a convivir con los tópicos, una forma perezosa y parcial de describir la realidad –y, por lo tanto, alérgica a matices y profundizaciones–. Fallas, paella, Ruta del bakalao... son ideas recurrentes que se asocian con Valencia. El problema es que los tópicos describen únicamente una parte muy reducida de la realidad. Y, como sucede con la metonimia, se confunde la parte con el todo. Valencia es más, mucho más, que esas cuatro ideas trilladas.

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Ágora de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia

/ Europa Press News / GETTY

En ocasiones, es necesario recurrir a una visión externa para apreciar mejor el valor de aquello que tenemos cerca. Eso es, precisamente, lo que está sucediendo en 2022 con Valencia. La Comisión Europea la ha designado como Capital Europea del Turismo Inteligente. Y, además, ha sido declarada por la World Design Organization como la Capital Mundial del Diseño. Dos eventos de prestigio internacional que subrayan el espíritu creativo e innovador de los valencianos. Una creatividad que se percibe a simple vista mientras se pasea por sus calles.

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Vista general de la Ciutat de les Artes i les Ciències

/ VladimirGerasimov / ISTOCK

Ciudad de creadores

El paseante que recorre Valencia descubrirá a su paso ejemplos de algunos de los estilos arquitectónicos más representativos de nuestro tiempo: desde el antiguo barrio de pescadores de El Cabanyal, con sus fachadas adornadas por azulejos de artesanos ceramistas locales; pasando por joyas modernistas como el mercado de Colón;el encanto Art Decó del edificio Rialto –sede de la Filmoteca valenciana–; el caprichoso racionalismo del edificio residencial La Finca Roja; o la modernidad de la Ciutat de les Arts i les Ciéncies, inaugurada en 1998.

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Mercado de Colón

/ venemama / ISTOCK

A pesar de su corta vida, este último complejo arquitectónico, creado por Santiago Calatrava y Félix Candela, es ya uno de los iconos de la ciudad. Al ponerse el sol, la iluminación de L’Hemisfèric, uno de sus edificios más populares, proyecta su silueta sobre el estanque adyacente, mostrando claramente la similitud de su diseño con el del ojo humano –forma y fondo convergen: en su interior se encuentra un cine con una pantalla de 900 metros cuadrados–.

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Centro Cultural Bombas Gens

/ A. Calza

La referencia a la mirada de L’Hemisféric resulta especialmente apropiada en este caso. La potente creatividad de los valencianos está íntimamente ligado a su capacidad para ofrecer una mirada propia sobre la realidad. Este ímpetu inventivo no es reciente. Hay quien afirma, incluso, que inventos como la Coca Cola, la radio o la estilográfica tienen su origen en Valencia. Pero ese es un debate para otro reportaje... Volviendo a los orígenes de la creatividad de los valencianos, el literato Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), uno de los artistas locales más internacionales, afirmó con sorna que esta constante ebullición creativa se debe al clima: “El español que menos bebe es el valenciano; la embriaguez no tiene disculpa para él. Y es que no necesita del alcohol para evadirse de la normalidad de la vida. El vino lo lleva dentro, en su cabeza; y el sol, el pícaro sol -más fuerte que el de la Provenza, que tan malas pasadas jugaba al héroe de Daudet–, al hacerlo hervir, es causa de incoherentes agitaciones”.

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Centro Cultural Bombas Gens

/ Frank Gomez Castrillo

En este contexto, a nadie ha de sorprender el nombramiento de Valencia como Capital Mundial del Diseño 2022. Dejando atrás todo tipo de complejos, la ciudad ha decidido sacar pecho y exhibir todo su músculo creativo. Para ello ha creado un lugar donde observar los mejores ejemplos de diseño valenciano y, además, reflexionar sobre su futuro. Ágora València es un edificio efímero de 350 metros cuadrados diseñado por el arquitecto local Miguel Arraiz y que está ubicado en la Plaza del Ayuntamiento. Joan Ribó, alcalde de la ciudad, remarca la capacidad de Valencia para entablar relación con numerosas disciplinas creativas: “la artesanía, la industria del mueble, las artes gráficas, la cerámica, la industria del juguete, el calzado o el textil”.

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Centro Cultural Bombas Gens

/ Frank Gomez Castrillo

Ejemplo de integración

Curiosamente, Valencia ya tenía un edificio llamado Ágora. En la Ciutat de les Arts i les Ciéncies. Y, paradojas del destino, también está de actualidad, pues acoge el recién inaugurado Caixaforum. Ubicado dentro del popular edificio diseñado por Santiago Calatrava en forma de ballena, se trata de un sorprendente centro cultural de casi 10.000 metros cuadrados que tiene como objetivo la difusión del conocimiento. La peculiaridad de este Caixaforum es que el espacio ha sido concebido como un organismo vivo: su restaurante ocupa un jardín de plantas aromáticas; las oficinas se elevan en forma de palmera; un aula educativa se asemeja a una nube flotante: y el auditorio es, en realidad, un bosque invertido. Realmente resulta difícil definirlo con acierto. Lo cual es una magnífica excusa para visitarlo.

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L'Hemisféric de Valencia

/ francisgonsa / ISTOCK

Este fugaz repaso por el lado más creativo de Valencia no puede obviar a Bombas Gens. Este centro de arte inaugurado en 2017 ocupa una vieja fábrica de bombas hidráulicas de los años 30 que ha sido exquisitamente rehabilitada. Además de su interesante programación de actividades, un motivo de interés añadido es su colorido jardín, donde Cristina Iglesias ha situado una escultura que se integra a la perfección con la naturaleza. En 2019, La Generalitat declaró a Bombas Gens como Proyecto de Interés Social, denominación que destaca a proyectos por “su carácter innovador, su contribución a la formación cultural, su interés en el fomento de la participación ciudadana o su contribución al fomento, desarrollo, conservación, rehabilitación y difusión del patrimonio artístico, cultural e histórico valenciano”. Concienciación por el entorno y sostenibilidad forman parte del ADN valenciano.

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Barrio de El Cabanyal, en Valencia

/ FotografiaBasica / ISTOCK

Turismo con cabeza

En este año dorado para Valencia, la Comisión Europea también la ha señalado como Capital Europea del Turismo Inteligente. ¿Qué significa este título? ¿Y cómo afecta a sus visitantes? Al hablar de esta distinción, la primera palabra que viene a la mente es sostenibilidad. Pero caeríamos en un error si pensáramos que se trata únicamente de esto. Ser un destino inteligente significa, además, proteger los ecosistemas locales, facilitar medios de transporte ecológicos, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y garantizar la mejor experiencia posible a los visitantes, haciendo uso de tecnologías innovadoras y, como no, de amplias dosis de creatividad. Y siempre teniendo en mente la accesibilidad para todos.

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Vista del lago de agua dulce de L'Albufera

/ Jorgefontestad / ISTOCK

Un ejemplo palpable de todo lo citado anteriormente es el Jardín del Turia, uno de los mayores parques urbanos de Europa –con una extensión de 10 kilómetros– y el que más visitantes recibe de toda España. En sus 110 hectáreas de extensión es posible atravesar 18 puentes de diferentes épocas, desde el de Trinidad –siglo XV– hasta el de la Exposición –construido por Calatrava entre 1991 y 1995–. Una magnífica forma de recorrerlos es a lo largo de sus abundantes carriles bici. Valencia es una ciudad tremendamente bikefriendly. De hecho, en 2019, los Premios Bikefriendly que otorga la Red de Ciudades por la Bicicleta distinguió al Ayuntamiento de Valencia por sus infraestructuras ciclistas.

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El Jardín del Turia

/ FotografiaBasica / ISTOCK

Otro ejemplo de integración de la naturaleza en un entorno urbano es L’Albufera, un parque natural que se encuentra a tan solo 10 kilómetros de la ciudad –por supuesto, se puede ir en bicicleta desde el mismo centro de Valencia–. Desde el punto de vista ecológico, su punto de mayor interés es el lago de agua dulce que le da nombre. Con una extensión de 2.800 hectáreas –lo que lo convierten en el mayor de España–, acoge a más de 300 especies de aves a lo largo del año. En sus alrededores crecen los marzales y los arrozales, lo que da pie a otro de los motivos por los que merece la pena visitar L’Albufera: el arroz. Dicen que aquí es donde se inventó la paella. Más allá de lo cierto de esta aseveración, lo que sí es realmente comprobable es la vitalidad de la cocina local. En la pedanía de El Palmar es posible degustar delicias como el all i pebre de anguila y la llisa adobada. Platos tradicionales, de naturaleza humilde, pero que revelan una sensibilidad especial. Parece evidente que la buena cocina está asociada a la creatividad. Y en Valencia van sobrados de ella.

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Edificio conocido como La Finca Roja

/ Enrique Viedma Vidal

Despreocuparse del qué dirán denota carácter. Inteligentemente, Valencia ha optado por seguir su camino dejando atrás los tópicos que le acechan. Antes de que caiga el telón aparece de nuevo en escena Oscar Wilde, quien tuvo que enfrentarse en vida a la incompresión y a los prejuicios: “Sé tu mismo, las demas personalidades ya están cogidas”. Valencia asiente.

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