La única cascada de Europa que desemboca directamente en el mar está en España: tiene 40 metros de altura y se puede visitar durante todo el año
Este particular enclave natural ubicado en la costa de Galicia se ha convertido en uno de los destinos más populares de la zona.

Los saltos de agua son uno de los mayores espectáculos que nos ofrece la naturaleza, pero no es algo muy común el encontrarse con una cascada que desemboque en el mar. De hecho, en la Europa continental solo existe una.

Para poder maravillarse con este espectáculo único hace falta trasladarse hasta la costa gallega, cerca del municipio de Dumbría. Se trata de la desembocadura del río Xallas que, tras un recorrido de 60 kilómetros, desemboca en el Atlántico a través de la fervenza do Ézaro; la cascada más peculiar y extraordinaria de la península ibérica, cuyo último tramo tiene un desnivel de más de 150 metros, y el agua alcanza el fondo tras una caída libre de 40 metros.
El camino hasta la cascada
Situada en la llamada A Costa da Morte, a medio camino entre las ciudades de A Coruña y Vigo, y a unos 70 kilómetros de Santiago de Compostela, la cascada se encuentra en las vecindades del pueblo que le da nombre, O Ézaro, una parroquia del municipio de Dúmbria.
La manera más práctica para desplazarse hasta allí es en coche, pues al lado del mirador de Ézaro hay un aparcamiento donde estacionarlo. Desde O Ézaro también se puede llegar andando hasta el mirador, aunque no es muy recomendable si se va con niños pequeños.

Antes de dirigirte hacia la zona inferior de la cascada, aprovecha para deleitarte con la panorámica del océano Atlántico que ofrece el mirador, desde el cual se divisa en la lejanía el cabo Fisterra y su faro, las pequeñas islas Lobeiras, y el perfil del monte Pindo.
Una pasarela de madera desciende desde el mirador hasta la zona inferior de la cascada, junto a la central hidroeléctrica de Castrelo. En su último trozo, la pasarela se convierte en un pequeño mirador con bancos en los que sentarse y deslumbrarse con la belleza de este rincón. Hay también una pequeña escalera que desciende hasta las rocas de la orilla, donde uno se puede estirar un rato o entrar más en contacto con el agua.
Siendo un poco pacientes, visitar la cascada en verano es una muy buena opción. Aprovechando el buen tiempo de esas fechas, es muy recomendable alquilar un kayak en el puerto deportivo que se encuentra un poco más abajo de la desembocadura. Así, además de una pequeña ruta para disfrutar aún más afondo del entorno, podrás colocarte justo en la parte inferior de la cascada.

También en verano, los sábados de junio a septiembre, entre las 23h y las 00h, la cascada está iluminada con luces de colores que la hacen todavía más mágica.
Los alrededores de la fervenza
Aparte de una cafetería con terraza, una zona de picnic, unos columpios, y una oficina de turismo, hay muchas más lugares por descubrir en la zona.
Uno de los mayores imprescindibles es conocer alguna de las playas de la Costa da Morte, como la Playa de Carnota -el arenal más largo de Galicia, con 7 kilómetros de longitud e impresionantes marismas y dunas-, o la Playa del Ézaro -dotada con bandera azul y todos los servicios.

Para los más atrevidos, la ruta del territorio Vákner atraviesa unos 7 kilómetros de bosques donde, según las leyendas, habita una criatura mitad hombre, mitad lobo, conocida como Vákner y que a finales del siglo XV atemorizaba a los peregrinos del Camino de Santiago a su paso por la zona.
En cambio, para los que prefieran la civilización y lo terrenal, a media hora en coche de la cascada se halla el pueblo de Muros, considerado uno de los más bonitos de la provincia de A Coruña. Con una arraigada tradición pesquera, el pueblo, con callejuelas, plazas e iglesias medievales, es perfecto para pasar unos días mientras descubres la zona.
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