De tapa en tapa: la mejor forma de conocer una de las ciudades más bonitas de España
Para descubrir un lugar al detalle lo mejor que puede hacer es zambullirte de lleno en su gastronomía: por ello la mejor forma de conocer una de las bahías más bellas del mundo es sin duda, a través de su comida.

Huele a mar. Es sin duda la definición perfecta de una de las bahías más hermosas del mundo. Y no lo digo solo yo, es uno de los eslóganes publicitarios más famosos de esta ciudad. No solo huele a mar, también sabe. Y saber saben mucho los habitantes del norte, de comida sobre todo. Porque da igual donde estés y a quien preguntes, hay un acuerdo unitario para afirmar que en el norte de España es donde mejor se come. Aparte de a través de su comida, hay muchas formas de conocer esta ciudad norteña: por sus paisajes, por su gente, por sus playas...
Te invito a que hagas todas estas visitas para conocerla a fondo, porque te aseguro que merecerán la pena cada una de ellas. Por el momento hoy nos conformamos con conocerla a través de su gastronomía, que no te voy a mentir, es una de las mejores maneras de descubrir un lugar. Por eso hoy nos vamos de tapas por una ciudad que puede presumir de tener un encanto absoluto: Santander.

De ruta gastronómica por Santander: verás todos los lugares esenciales... ¡De tapas!
Nos situamos en la costa norte de España, en una ciudad bañada por el mar, la capital de Cantabria. Todo el mundo conoce Santander... bueno, más bien todo el mundo sabe situar Santander. No conoces esta ciudad hasta que has pasado un tiempo en ella y te has empapado de todos sus aspectos. Como te he comentado, hay muchas formas de conocer esta ciudad marinera, pero la mejor de ellas y la que más le gusta a la gente es sin duda por su gastronomía. Como buena santanderina que soy, te voy a llevar de paseo por los restaurantes que tienes que probar sí o sí en tu visita a Santander.

Siempre dicen eso de que puedes estar lejos de casa, pero tu casa nunca se alejará de ti: algo así me ocurrió a mí. Cuando llegue de Santander a la gran capital nunca imagine que uno de los restaurantes más típicos de mi ciudad me acompañaría en el viaje. Te estoy hablando de Cañadío, un lugar que un Santanderino conoce a la perfección por haber sido parte de la etapa de crecimiento de cada uno. Cañadío es una de las plazas más típicas de pinchos y vermuts de Santander. Esta pequeña plaza en forma de "L" tiene unos cuantos bares que si no han sido frecuentados por los padres, han sido frecuentados por los hijos.
Cuando era pequeña jugaba en la plaza con mis amigas mientras nuestros padres se tomaban algo, cuando crecí era yo la que me tomaba algo mientras otros críos jugaban. Aquí está uno de los bares más conocidos de toda Santander: Cañadío, donde probarás una de las mejores tortillas del país. Sin duda este es su plato estrella, y cuando la gente viene de fuera es el primer lugar al que le mandan. Este bar abrió también en Madrid hace unos años y podéis imaginaros mi sorpresa cuando caminando por los barrios madrileños me di de bruces con él. Una auténtica maravilla.
Seguimos con la ruta y nos vamos muy cerca de la Plaza de Cañadio: al Mercado del Este. Este lugar en la C. Hernán Cortés, 4, era el refugio de mi infancia en los días de lluvia, que estando en Santander son muchos te lo aseguro, y el refugio de los más mayores para seguir disfrutando de copas y pinchos. El Mercado del Este es una especie de galería comercial que intenta mantener la estructura de un mercado tradicional, pero está tapado para resguardarse de las inclemencias de tiempo.

Los olores de los distintos bares, las tiendas pequeñas con miles de detalles, todo en sí hace que el Mercado de Este sea una de las paradas esenciales de cualquier viajero en esta capital. Aquí puedes probar en plato que más echo de menos todos los días de mi vida desde que me fui de Santander: las rabas de La Casa del Indiano.

Las rabas son el plato típico que te encontrarás en todos los bares y restaurantes de Santander. Aquí la pelea no será pedirlas entre los demás platos de la carta, será entre los que les quieren echar limón y los que no. Muy cerca del Mercado del Este puedes seguir en línea recta sin perderte y llegarás a la plaza porticada, otra de las paradas esenciales de tu visita, que aunque no tiene bares en esta ruta es indispensable dejarse caer para admirar esta plaza tan bonita.

Otro de los sitios que no puedes dejar escapar en esta ruta es Casimira, en la calle C. Casimiro Sainz, 8. Este restaurante destaca por sus tapas, pero también por sus platos de cuchara y postres. Si te ha quedado algo de apetito y estás dispuesto a comer algo más que tapas, este es sin duda tu lugar. Si tienes suerte y hace algo de sol comer en su terraza con vistas parciales a Puertochico será el símil de tocar el cielo con las manos.
Porque si, este restaurante está muy cerca de una de las zonas más típicas de Santander: Puertochico, que como bien dice su nombre es un puerto chiquitito, pero con una belleza enorme. Aprovechar para dar una vuelta por aquí y dirigirte al paseo marítimo de Santander es algo que no tiene negociación, se tiene que hacer sí o sí.

Y tristemente acabamos esta ruta, pero te he dejado el plato fuerte para el final. Todos los sitios que te he mostrado los encuentras en pleno corazón de la ciudad, pero hay un sitio especial que encontré los últimos años de mi estancia en Santander al que me hubiese gustado ir más: El Faro. Cuando quieres dejar atrás la ciudad y sentir la paz que solo el mar sabe dar, mucha gente acude a un lugar por excelencia: al Faro de Cabo Mayor.

Santander tiene faro, y es uno de los paisajes más bonitos de la capital. Aquí hay un pequeño restaurante con vistas al mar que hace que la comida se disfrute de una manera especial. Comer, tomar un café, una tapa, una tortilla, da igual el que, todo te sabrá bien. Este bar se encuentra en Av. del Faro, 26, y es el broche final a una visita gastronómica de Santander perfecta.
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