La ruta de senderismo española que te lleva a paisajes que parecen sacados de Marte: perfecta para hacer en familia y con una cueva prehistórica
Entre formaciones de arenisca roja y una cueva habitada hace miles de años, el Pla de l’Areny es uno de esos rincones donde la naturaleza y la historia se dan la mano.

Hay lugares que parecen desmentir cualquier mapa. El Pla de l’Areny, en el corazón de Mont-roig del Camp, es uno de ellos. Un altiplano rojizo donde el viento y el tiempo han esculpido la roca hasta convertirla en un paisaje marciano. Las paredes de arenisca triásica, con sus pliegues, alvéolos y arcos naturales, parecen pintadas a pincel por el propio planeta rojo. Un plan perfecto, que sin duda forma parte de una de las rutas más espectaculares de España.
Cuando cae la tarde y el sol enciende los tonos ocres y vino de las piedras, uno entiende por qué este rincón se ha ganado el apodo de “el Marte catalán”. Y lo mejor es que no hace falta ser un excursionista experto para disfrutarlo, aquí el asombro es accesible.
Una ruta para todos (si se elige bien)
Desde el aparcamiento de la ermita de la Mare de Déu de la Roca, un sendero bien señalizado serpentea entre los riscos. La ruta circular del Pla de l’Areny tiene apenas 1,7 kilómetros, y se completa en menos de una hora. Eso sí, conviene elegir bien el recorrido, pues el tramo clásico incluye pasos junto a cortados (no peligrosos, pero sí vertiginosos), por lo que las familias con niños pequeños pueden optar por una variante más sencilla que lleva al Pla desde la zona baja del pueblo o por el Camí de la Cova del Patou, sin exposición.

Ambas opciones conducen al mismo lugar, un escenario de ciencia ficción donde las paredes rojizas se abren en forma de anfiteatro y el horizonte se mezcla con el mar.
Una cueva que fue hogar prehistórico
Entre esas mismas rocas se esconde un secreto, la Cova o Roca Foradada, un abrigo natural donde ya vivieron comunidades prehistóricas. Las excavaciones arqueológicas realizadas en el siglo XX por Salvador Vilaseca confirmaron la presencia humana en este enclave desde tiempos neolíticos, cuando el abrigo ofrecía refugio frente al viento y una vista privilegiada del valle.
Hoy, los visitantes pueden adentrarse bajo la roca, sentir la textura áspera de la arenisca y entender que ese mismo paisaje que hoy fotografiamos fue, hace miles de años, un lugar de vida. ¿No es increíble?
Un contraste de postal
El recorrido es corto, pero cada paso cambia el paisaje. Al norte, los riscos se tiñen de granate. Al sur, se abre el azul del Mediterráneo. Desde los miradores junto a la ermita se puede ver el Baix Camp extendido hasta el mar, con la línea brillante de la Costa Dorada en el horizonte. Por eso el Pla de l’Areny es mucho más que una excursión; es un paseo entre el tiempo y la tierra, una lección de geología, historia y calma, todo en un mismo día.
El mejor momento para recorrerlo es al amanecer o al atardecer, cuando la luz rasante acentúa los tonos rojizos y el paisaje parece arder. Conviene llevar calzado con buen agarre (la roca, seca, resbala) y agua, ya que el sol aprieta incluso en otoño. En familia, lo ideal es seguir la variante baja, sin precipicios, para disfrutar del entorno sin preocupaciones. Y siempre, siempre, respetar la roca, pues la arenisca es frágil, y el mejor recuerdo que uno puede llevarse de aquí son las fotos (y no las huellas). ¿Estás preparado para disfrutar de una de las mejores rutas de Cataluña?
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