La ruta de senderismo española más bonita en otoño es Patrimonio de la Humanidad: recorre 4 valles en un paisaje esculpido por glaciares
Esta joya del Pirineo aragonés se despliega entre cuatro valles con carácter y picos de hasta 3.300 metros de altura.

La naturaleza alcanza su máxima expresión en estos majestuosos valles del Pirineo aragonés: valles, cascadas, picos y bosques de cuentos de hadas convergen en un paisaje difícil de igualar. El viajero que se adentra aquí lo hace con respeto, casi en silencio, como si pisara un templo natural. Es un territorio que obliga a mirar con calma, a respirar hondo y a apreciar la fauna que vive entre sus ramas y sus tierras moldeadas por glaciares.
En la entrada del valle se encuentra Torla, un encantador pueblo de piedra y tejados de pizarra que actúa como puerta natural del parque nacional. Desde este punto parten las excursiones que conducen a los valles vecinos que se reparten en sus más de 15.000 hectáreas. Sin duda, es la joya más imponente de la zona y prueba de ello es que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Desde entonces, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es uno de los tesoros más preciados de nuestro país.
El parque se articula en torno a cuatro valles: Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta, que se despliegan como los cuatro brazos de un gigante calcáreo: el Monte Perdido, el macizo de piedra caliza más alto de Europa. Este enclave, protegido desde 1918, fue uno de los primeros espacios naturales de Europa en recibir esa distinción.

Los cuatro valles del Pirineo aragonés que esconden los picos más altos de Europa
El Valle de Ordesa
El valle de Ordesa es la parte clave que completa el conjunto: itinerarios como la ruta hacia la Cola de Caballo, una de las cascadas más fotografiadas de España, permiten adentrarse en otros lugares como el Tozal del Mallo, la Cascada del Estrecho o las Gradas de Soaso. Aquí conviven buitres, quebrantahuesos, águilas, sarrios y marmotas, entre praderas de altura y bosques verdes que se funden con los dorados del otoño.

El Cañón de Añisclo
Es una profunda hendidura de 21 km que corta la roca de norte a sur. Su relieve kárstico alberga cuevas y galerías talladas en roca caliza. El río Bellós recorre el cañón entre paredes verticales y desniveles de más de 1.000 m. La vegetación, diversa y adaptada, varía desde hayas hasta plantas rupícolas. Las diferencias térmicas entre fondo y cimas crean microhábitats únicos... Un lugar de ensueño.
La Garganta de Escuaín
Estas son más pequeñas y menos transitadas, pero su belleza deja igualmente sin palabras al viajero. Está más aislado y es más salvaje. Está atravesado por el río Yaga, con cuevas y galerías subterráneas que forman uno de los sistemas más importantes de Europa. Escuaín representa la armonía entre naturaleza y tradición pirenaica por su flora y su fauna.

El Valle de Pineta
Cerrado por las impresionantes cumbres de las Tres Sorores: Monte Perdido, el Cilindro de Marboré y el Soum de Ramond, en la vertiente norte de Monte Perdido. El río Cinca nace aquí, alimentado por hielos y neveros del Ibón de Marboré, junto a barrancos como Montaspro o Lalarri. Su biodiversidad es excepcional, con especies protegidas como el 'Zapatito de dama' y fauna como sarrios, marmotas y quebrantahuesos.
Está claro que este parque natural es una experiencia sensorial en la que fundirse con el paisaje y disfrutar de la naturaleza sin molestar... El lugar perfecto para encontrar la paz interior que tanto estás buscando si te has detenido a leer hasta el final. ¿Probarías la experiencia? Nosotros no tenemos ninguna duda.
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