El pueblo con playa en Madrid rodeado de pinos: el corazón verde perfecto para escapar de la gran ciudad
A menos de una hora de la capital urbana, este pueblo madrileño ofrece una escapada mágica de la que no te arrepentirás.

En la Sierra Oeste de Madrid, a 70 kilómetros de la capital, se abre paso San Martín de Valdeiglesias, un pueblo que, al estar situado entre Toledo y Ávila, se convierte en el lugar perfecto en el que pernoctar para conocer cualquier rincón de su precioso entorno. Incluido el natural, un espacio protegido para el avistamiento de aves gracias a la declaración de zona ZEPA y la red Natura 2000. Árboles singulares y una rica flora y fauna lo convierte en un destino ideal para familias y todos aquellos visitantes que amen la naturaleza.
Este es un pueblo de tradiciones y de amor por la cultura popular, rico tanto por sus productos como por sus vinos y sus gentes. Un gran ejemplo de desarrollo es la Iglesia Parroquial de San Martín Obispo junto a sus seis ermitas, por no hablar de sus mágicos rincones como la ermita y el puente medieval sumergidos bajo las aguas del Pantano de San Juan que emergen cuando baja el agua. En las orillas de estas mansas aguas se encuentra la única playa fluvial con Bandera Azul de la Comunidad de Madrid.

Un castillo del siglo XV al lado de Madrid
En la misma zona se encuentra el Castillo de la Coracera, que fue mandado levantar por don Álvaro de Luna en el siglo XV, como residencia y pabellón de caza. Allí residió también la reina Isabel la Católica cuando la nombraron heredera de la corona de Castilla en el tratado de Toros de Guisando. Cuando ejecutaron a Álvaro de Luna en Valladolid, el castillo pasó a manos del Ducado del Infantado. Más tarde lo ocuparon los franceses y después se expolió durante la guerra de la Independencia.

Ya en el siglo XIX lo adquirió don Antonio Corcuera y muchos dicen que el nombre de la fortaleza, Coracera, ha sido un error ortográfico del apellido del último dueño. Actualmente puede visitarse. Se erige como una fortaleza de piedra berroqueña de planta cuadrada articulada alrededor de tres grandes volúmenes, destacando la Torre del Homenaje y otra que cumple la función de albarrana. El patio de armas se distribuye en varias dependencias, como la capilla y la bodega.
Un valle y un patrón para bautizar al pueblo
Pero el pueblo madrileño debe su nombre realmente al Valle de las Iglesias (ermitas) donde se ubica, y a su patrón, San Martín de Tours. Una de las joyas arquitectónicas, históricas y patrimoniales para los sanmartineños es su Iglesia Parroquial San Martín Obispo. Su construcción data del siglo XVI y es de estilo herreriano, ideada por el arquitecto don Pedro Sánchez y levantada sobre las ruinas de un pequeño templo. Su existencia se debe realmente a una denuncia ciudadana en contra de los señores o nobles.

En 1622, los vecinos se manifestaron contra ellos por tener desatendida la iglesia del pueblo. Tuvieron que esperar seis años a que el consejo de Castilla les diera la razón, obligando a los nobles a costear el nuevo edificio. Las obras comenzaron en 1643, pero no llegaron a culminarse por cuestiones económicas. Según se comentaba en la época, "se terminó el oro antes que el coro", por lo que cerraron las naves con un tabique situando en la entrada una escultura gótica de San Martín de Tour.

Este encantador pueblo mágico guarda entre sus calles impresionantes dinteles y arcos en sus casas, declarados como Bien de Interés Cultural. Sus estrechas callejuelas muestran las tradicionales casas solariegas rurales y antiguas formaciones geológicas de origen granítico, que sirvieron durante muchos años como zona de juego de los más pequeños: la Lancha de la Rastraera, una gran plancha de granito ubicada entre dos calles flanqueadas por edificios actuales que la enclavan como un pasado reciente.
Síguele la pista
Lo último
