El pueblo perfecto para ir a recoger setas este fin de semana: medieval, con rutas de senderismo preciosas y un casco antiguo empedrado
Este precioso pueblo escondido en el Pirineo aragonés es ideal para una escapada de otoño, recoger setas y salir a caminar.

El otoño tiene olores y sabores muy característicos que no cambian vayas a donde vayas: huele a tierra mojada y a humo de chimenea y sabe a castañas asadas, a calabaza y a setas. Es el momento en el que los árboles de todos los rincones de España pierden sus hojas y crean una alfombra de colores anaranjados, marrones y amarillentos preciosa.
Bajo ella se esconden las setas que en muchos pueblos se pueden recoger para luego preparar los platos más deliciosos en casa. Es lo que se llama turismo micológico y uno de los mejores lugares para hacerlo es Aínsa, en Huesca. La comarca de Sobarbe es un paraíso para los aficionados a las setas, con hongos emblemáticos como los robellones, los boletus o los parasoles.
Rutas de senderismo micológicas
Pero hay que tener mucho cuidado, porque aquí también crece la seta que más mortalidad causa en todo el país, la Amanita phalloides, y otras que pueden provocar intoxicaciones. Es importante hacer una ruta con un guía especializado por zonas como el valle del Chistau, moldeado por el río Cinqueta, al que se accede desde Aínsa en dirección hacia Bielsa por la carretera A-138.

Además de la posibilidad de recoger boletus, rebozuelos, trompetas amarillas o níscalos, este es un área donde las rutas de senderismo brillan por sí mismas. En este mismo valle se puede caminar hasta el refugio de Viadós y, por el camino, contemplar las impresionantes vistas con picos de hasta 2.500 metros de altitud. En coche se puede ir por la pista forestal de Plan a Chía, en el valle de Benasque.

También es posible recoger hongos en los alrededores del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en los bosques de hayas, robles y abetos de los municipios cercanos, como el valle de Tena o el valle de Pineta -en el propio parque está prohibido-. Eso sí, antes de hacerlo en cualquier zona, es importante pedir los permisos necesarios en el Ayuntamiento.

Aínsa más allá de las setas
Si estás pensando en una escapada de fin de semana, la villa medieval de Aínsa es el destino ideal. Su entorno natural es de los más ricos que hay en todo Aragón, y el pueblo en sí mismo también es uno de los más bellos de la zona. La parte medieval está declarada Conjunto Histórico-Artístico y son muchos los monumentos y edificios que destacan aquí.

Uno de ellos es el castillo, construido entre los siglos XI y XVII. La parte más antigua es la torre del Homenaje, que se erigió sobre restos árabes del siglo XI y hoy alberga el Eco Museo Centro de Visitantes. El resto se edificó, en mayor medida, en el siglo XVII y, para ello, se tuvieron que derribar en torno a 70 casas de los ainsetanos de entonces.

Otro de los lugares que llama la atención es la plaza Mayor, de los siglos XII y XIII, con los típicos porches laterales coronados por arcos de medio punto. En ella todavía se conservan algunos edificios originales y restos de la antigua muralla. También cabe destacar la iglesia de Santa María de Aínsa, de los siglos XI y XII, que es uno de los templos más especiales de la comarca.

Pero lo que más sorprende y atrapa al viajero son las calles empedradas del casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1965. Por ellas se puede apreciar la arquitectura más típica del Sobarbe y el Pirineo aragonés, con casonas de piedra, tejados a dos aguas y balconadas de madera. Aínsa lo tiene todo para una escapada de fin de semana antes de que acabe el otoño.
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