El pueblo medieval de Castellón que nadie conoce: en tierra de deslumbrantes paisajes naturales con montañas, cascadas y cuevas

Villa de veraneo de muchos valencianos, las calles de este pueblo tienen un claro trazado morisco.

El pueblo de Castellón con cascadas de leyenda y villas señoriales
El pueblo de Castellón con cascadas de leyenda y villas señoriales / Istock

Situado al norte de la Comunidad Valenciana, la provincia de Castellón es tierra de playa, con más de 120km de costa bañada por el Mediterráneo, la cual recibe el nombre de Costa de Azahar. Pero también es tierra de deslumbrantes paisajes naturales, con montañas, cascadas y cuevas, y pueblos medievales y rurales, perfectos para hacer una ruta totalmente cautivadora.

En la comarca del Alto Palancia, situada en el interior de Castellón y colindante con Aragón, encontramos uno de estos maravillosos pueblos medievales, Navajas. Con una población de algo más de 800 habitantes, esta es villa de veraneo de muchas familias valencianas desde el siglo XVIII. Los restos arqueológicos hallados en la zona prueban que la presencia del hombre en Navajas se remonta a la Edad de Bronce, pero el origen del pueblo actual es musulmán, siendo propiedad de Zayd Abu Zayd, el último gobernador almohade de la Taifa de Valencia, por lo que el centro histórico presenta un claro trazado morisco.

La villa medieval de Navajas

La evidencia más clara del origen almohade de Navajas es la Torre de Altomira, o torre árabe. Declarada Bien de Interés Cultural, se cree que su construcción fue llevada a cabo en el siglo XI, con el objetivo de servir como torre de vigilancia y comunicaciones en las luchas entre musulmanes y cristianos. Con una forma cilíndrica, cuenta con una altura de 14 metros, divididos en cinco plantas, y está coronada por 10 almenas con forma de corona.

La Torre de Altamira es un testimonio del origen musulmán del pueblo

La Torre de Altomira es un testimonio del origen musulmán del pueblo

/ Enrique Íñiguez Rodríguez

A pesar de la existencia de esta torre, el verdadero símbolo de identidad del pueblo es el Olmo, que incluso aparece en el escudo. Situado en la plaza del Olmo, el centro neurálgico de la villa, este árbol fue plantado en el 1636 y, actualmente, posee una altura de 14 metros y su copa tiene una superficie de 227 metros cuadrados. Con sus casi 400 años de vida, este olmo ha sido testigo de la historia de Navajas, ganándose tanto el cariño de los habitantes que, el 2019, fue declarado el Árbol del Año de España.

Repartidas por la localidad se hallan cantidad de preciosas villas señoriales, construidas en los siglos XVIII y XIX por familias burguesas que venían a veranear a la zona. Así, pasear por las calles de Navajas, con sus palacetes y casas de ensueño, nos trasladará directamente a otra época.

El olmo de Navajas fue declarado el Árbol del Año de 2019

El olmo de Navajas fue declarado el Árbol del Año de 2019

/ Enrique Íñiguez Rodríguez

En cuanto a los monumentos religiosos del pueblo, la Iglesia Parroquial es el más destacado de todos. Dedicada a la Virgen de la Luz, la patrona del pueblo, esta iglesia fue construida en el siglo XVIII; a finales del siglo XIX, tras el altar, se construyó un camarín, en cuyo interior se encuentra la reliquia de la Virgen de la Luz, un crucifijo de marfil y dos esculturas, una a la Virgen de los Dolores y la otra al Cristo Yaciente.

Con multitud de rutas de senderismo que recorren los parajes del entorno, una de las mejores maneras para disfrutar de la zona es en bici, y más incluso teniendo en cuenta que muy cerca del pueblo pasa la conocida Vía Verde de los Ojos Negros, la vía verde más larga de España

La Vía Verde de los Ojos Negros pasa muy cerca de Navajas

La Vía Verde de los Ojos Negros pasa muy cerca de Navajas

/ Enrique Íñiguez Rodríguez

El Salto de la Novia

Siguiendo la llamada Ruta de las Fuentes, la cual recorre las diferentes fuentes de la localidad, llegamos hasta la cascada del Brazal, un espectacular salto de agua de 30 metros de altura. Pero lo más interesante de este salto es la leyenda que lo envuelve.

Se dice que antaño, cuando una pareja iba a contraer matrimonio, las novias tenían que cruzar el río de un salto para que el matrimonio fuera feliz; si no lo lograban, el matrimonio fracasaría. Según la leyenda, una de las novias no logró saltar, por lo que cayó al río y se la llevó la corriente. Detrás de ella se lanzó el novio para intentar salvarla, pero ambos se vieron arrastrados por un remolino y fallecieron. Esta historia se explica en un cartel que se expone en el lugar, el cual va acompañado de un grabado de Goya llamado “Campesino llevando a una mujer en brazos”, donde el pintor plasmó este hábito

Aunque, aprovechando el romanticismo de la cascada, esta destinación parezca exclusiva para parejas, esta zona es ideal para hacer senderismo también en familia o con amigos, además de que también es el lugar perfecto para darse un chapuzón.

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