Ni Olite, ni Zugarramurdi: el pueblo más bonito de Navarra tiene un asombroso arco de entrada y fue la última fortaleza del Reino de Navarra
Este pueblo, custodiado por un arco de piedra, es uno de los más desconocidos de Navarra y uno de los que guardan más historia entre sus calles.

A pocos kilómetros de la frontera francesa, el viajero encuentra en este pueblo un oasis de memoria que atrapa a cualquier apasionado de la historia. Para llegar, basta con seguir la N-121-B desde Oronoz-Mugaire en dirección a Dantxarinea. Los coches deben dejarse a la entrada, junto a la iglesia, porque es un lugar que se recorre mucho mejor a pie y que se disfruta sin el ruido que tanto molesta de las ciudades.
Los caseríos de piedra y los balcones repletos de flores con el monte Gaztelu como telón de fondo son los encantos que hacen tan especial Amaiur, este enclave escondido en el Valle del Baztán. Su arco de entrada, majestuoso, es su símbolo más preciado. Más allá, una única calle empedrada recorre el pueblo de punta a punta. Una experiencia que recomendamos vivir desde primera hora de la mañana, cuando todavía la niebla de los montes se pasea por las calles de la ciudad... pura fantasía.
La hazaña más memorable del pueblo en el siglo XVI
En el siglo XVI, se libró una de las batallas más recordadas del viejo Reino de Navarra. Concretamente, en el año 1522, un grupo de unos doscientos navarros, dirigidos por Jaime Vélaz de Medrano, defendieron el castillo frente a un ejército castellano muy superior. Resistieron hasta agotar víveres y municiones, antes de rendirse tras un asedio que quedará para siempre en la memoria del lugar.

Durante las últimas décadas, las excavaciones arqueológicas impulsadas por la Sociedad de Ciencias Aranzadi han permitido imaginar cómo fue aquella fortaleza que a los pocos años fue destruida: una torre central flanqueada por murallas de hasta ocho metros, bastiones adaptados a la artillería... Entre los objetos hallados figuran armas, monedas, piezas de cerámica y pequeños utensilios que revelan el día a día de sus defensores.

El Museo de Amaiur, donde la memoria permanece viva
Todos estos vestigios pueden apreciarse hoy en el Museo de Amaiur, una parada obligatoria en este precioso pueblo de Navarra. Además, para los que prefieren pasear por sus calles, en la cima de Gaztelua hay un monumento conmemorativo inaugurado en 1982 recuerda a los hombres que resistieron en nombre de Navarra. Desde allí, la vista es incomparable. Con visitas guiadas que combinan la subida hasta los restos del castillo y la exposición del centro local, las entradas cuestan 6 euros para adultos y 3 euros para niños de 6 a 11 años (los menores de 5 entran gratis). La duración aproximada de la experiencia es de entre 30 y 60 minutos.
Del mismo modo, el pueblo conserva un molino en funcionamiento, donde aún se elaboran los tradicionales talos de maíz, una delicia local que sí o sí hay que probar. Y por si fuera poco, Amaiur forma parte de la Ruta de los Castillos de Navarra y también del Camino de Santiago baztanés, lo que lo convierte en un destino incluso espiritual.
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