El pueblo alicantino que es una joya medieval sobre el abismo: tiene un castillo del siglo XI, vistas de vértigo y senderos inolvidables
Este pueblo ofrece la singularidad de las casas alicantinas, un embalse de aguas turquesas y una naturaleza hipnotizante, todo ello emplazado en una ubicación única.

En el corazón de la provincia de Alicante, suspendido entre el cielo y la roca, se alza uno de los pueblos más pintorescos y sorprendentes de España; El Castell de Guadalest. Este pequeño municipio, con apenas 200 habitantes, parece desafiar al vértigo desde lo alto de un acantilado, abrazado por las sierras de Aitana y Xortà, y coronado por un castillo milenario que ha sido testigo del paso de civilizaciones y del implacable paso del tiempo.
Un mirador colgado del pasado
Lo primero que asombra de Guadalest es su ubicación. El núcleo antiguo del pueblo está literalmente esculpido en la roca, accesible solo a través de un túnel excavado en la montaña. Nada más cruzar ese umbral, se entra en una especie de mundo onírico con sus calles empedradas, casas blancas, balcones llenos de flores y una calma que solo rompen las pisadas de los visitantes.

A lo lejos, el embalse de Guadalest, de un turquesa brillante, añade un toque irreal al paisaje. Desde los distintos miradores del pueblo, y especialmente desde el castillo, se tiene una de las vistas más espectaculares de toda la Comunidad Valenciana.
Centinela de la historia
España está repleto de castillos impresionantes, y la Comunidad Valenciana no iba a ser menos. El gran protagonista de esta postal viva es el Castillo de San José, construido en el siglo XI durante la dominación musulmana. Fue una fortaleza estratégica tanto para los musulmanes como, más tarde, para los cristianos tras la conquista de Jaime I. Su emplazamiento no era casual, pues desde allí se controlaba el acceso al valle y se dominaba visualmente toda la región.

Aunque varios terremotos y guerras lo dejaron parcialmente en ruinas, especialmente el de 1644 y la Guerra de Sucesión, aún hoy se puede pasear por los restos de sus murallas y torres, y visitar el cementerio, situado en lo alto, que ofrece unas panorámicas inolvidables.
Museos, leyendas y artesanía
Guadalest no vive solo de su castillo. En sus escasos 16 km² alberga una insólita concentración de museos; desde el curioso Museo de Microminiaturas, donde se puede ver la Estatua de la Libertad dentro del ojo de una aguja, hasta el Museo Etnológico, que recrea la vida cotidiana de siglos pasados. También hay museos dedicados a saleros y pimenteros, instrumentos de tortura, o colecciones de motos y coches antiguos.

Además, la artesanía local tiene un lugar especial en sus tiendas, que ofrecen desde productos típicos como turrones y embutidos hasta cerámica, encajes y recuerdos hechos a mano.
Senderismo entre sierras y embalses
Alicante es una provincia perfecta para los amantes de la naturaleza, los cuales pueden encontrar especialmente en Guadalest un auténtico paraíso. Desde el propio pueblo parten rutas de senderismo de diferentes niveles, muchas de ellas con vistas al embalse o a las imponentes sierras que rodean el valle. La Ruta al embalse de Guadalest, por ejemplo, es ideal para familias; un paseo circular y llano que bordea el agua entre pinares y olivares.

Para quienes buscan algo más exigente, el ascenso a la Sierra de Aitana o el barranco del Gorgos ofrecen una experiencia más aventurera y vistas panorámicas que quitan el aliento. No faltan, además, las fuentes naturales y rincones para el pícnic, ideales para descansar con un buen bocadillo de longaniza casera.
Un destino con alma
Lo que hace verdaderamente especial a El Castell de Guadalest no es solo su belleza fotogénica o su historia milenaria, sino el equilibrio que ha logrado entre turismo y autenticidad. A pesar de recibir miles de visitantes cada año (y ser reconocido como uno de los pueblos más bonitos de España por asociaciones como los Pueblos Más Bonitos de España), el pueblo conserva su esencia y hospitalidad.

La experiencia se completa con una gastronomía de raíces humildes y sabores intensos: olleta de blat, cocas al horno, miel de romero y vinos de la comarca que invitan a sentarse en una terraza con vistas y dejar que pase el tiempo.
Una pequeña guía
Guadalest se encuentra a apenas 30 km de Benidorm y 60 km de Alicante, por lo que es una excursión perfecta para una escapada de día desde la costa. Eso sí, merece la pena quedarse una noche en alguna de sus casas rurales o pequeños hoteles con encanto, y ver el atardecer desde las alturas. Es entonces, cuando el sol tiñe de oro la piedra y el silencio lo inunda todo, cuando uno entiende por qué este lugar es algo más que un pueblo bonito, es un lugar con alma.
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