El primer pueblo de España en ser declarado Pueblo Mágico: desprende literatura, mezcla cultural y el alma intacta de la Alpujarra

En las laderas más tranquilas de la Alpujarra granadina se esconde un municipio de apenas mil habitantes que conserva el espíritu morisco de hace siglos.

Este pueblo desprende mucha magia; y no solo lo digo yo.
Este pueblo desprende mucha magia; y no solo lo digo yo. / Istock / Jacquesvandinteren

¿Necesitas desconectar y a la vez conocer uno de los lugares más bonitos del territorio nacional? Tengo la solución; y se encuentra en Granada. Y es que, el pueblo Alpujarra de la Sierra es un diamante en bruto donde el tiempo no pasa, más bien se desliza. Las calles son estrechas y blancas y el sonido del agua que baja por las acequias acompaña cada paso. No hay prisa, ni tráfico, ni estrés. Solo silencio, montañas y el olor a tierra húmeda; al más puro estilo del interior granadino.

Adriana Fernández

El municipio agrupa varias aldeas (Mecina Bombarón, Yegen, El Golco y Montenegro), repartidas entre barrancos y lomas verdes. Cada una tiene su carácter, pero todas comparten la misma arquitectura tradicional alpujarreña; sin duda son lugares que conquistan los corazones de todo aquel que se atreva a disfrutar de otro tipo de turismo.

Todo un pionero

El distintivo de Pueblo Mágico de España lo otorga la Asociación de los Pueblos Mágicos de España, una entidad cultural inspirada en el modelo mexicano que reconoce a los municipios con especial valor patrimonial, natural y social. En 2018, Alpujarra de la Sierra se convirtió en el primer municipio español en recibir este reconocimiento, gracias a su autenticidad, su respeto al entorno y la conservación ejemplar de su patrimonio rural.

Detalles de las calles en Yegen.

Detalles de las calles en Yegen.

/ Istock / Pablo Utrilla

Aunque no es una figura legal ni institucional como un Bien de Interés Cultural, este sello tiene un fuerte respaldo simbólico, pues destaca a los pueblos que han sabido conservar su esencia frente al paso del tiempo y el abandono rural. En Alpujarra de la Sierra, la magia no es decorado, es vida cotidiana.

Tierra de historia y literatura

Una de las aldeas del municipio, Yegen, es célebre gracias al escritor británico Gerald Brenan, que vivió aquí en los años veinte. En su libro Al sur de Granada relató con humor y ternura cómo era la vida en estos pueblos de montaña, con sus tradiciones, su hospitalidad y su aislamiento. Hoy su casa se conserva como Casa Museo Gerald Brenan, y sigue recibiendo visitantes de todo el mundo que quieren ver el rincón donde un inglés se enamoró de la Alpujarra.

Pero la historia de la zona va mucho más atrás. Tras la Reconquista, la Alpujarra fue refugio de los moriscos, y su influencia aún se nota en la agricultura en terrazas, las acequias de origen árabe y los nombres de los pueblos. Caminar por Alpujarra de la Sierra es recorrer siglos de mezcla cultural.

Naturaleza que quita el aliento

Situada a más de 1.200 metros de altitud, en las faldas sur de Sierra Nevada, Alpujarra de la Sierra ofrece algunos de los paisajes más impresionantes de Andalucía. Desde aquí se pueden hacer rutas de senderismo que atraviesan castañares, robledales y arroyos cristalinos, con vistas que alcanzan hasta el mar Mediterráneo en los días claros.

La Alpujarra Granadina, Sierra Nevada.

La Alpujarra Granadina, Sierra Nevada.

/ Istock / Rudi Ernst

Una de las más bonitas es la Ruta de las Acequias, que sigue los antiguos canales de riego construidos por los árabes. También destacan los caminos entre Yegen y Mecina Bombarón, con cortijos abandonados, fuentes naturales y un silencio solo roto por el canto de los pájaros.

Donde la magia es real

Quizá la magia de Alpujarra de la Sierra no esté en un título, sino en lo que se siente al recorrerla. Aquí la vida se mide de otra forma. Los días comienzan con gallos y acaban con estrellas. El cielo es tan limpio que la Vía Láctea se ve sin esfuerzo, y las noches son tan tranquilas que solo se escucha el murmullo del agua. Ser el primer Pueblo Mágico de España no es casualidad. Es el reconocimiento a un lugar que ha sabido conservar lo esencial; sus raíces, su paisaje y su forma de vida.

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