La playa de belleza salvaje, sin hordas de turistas y solo accesible a pie que es una de las más bonitas de Cataluña
Esta playa de difícil acceso es perfecta para aquellos que busquen una playa alejada de masificaciones, música a todo volumen y guerras por las sombrillas.

Si pensabas que ya lo habías visto todo en las playas catalanas, es que aún no has puesto un pie en Cala Fonda. Esta cala escondida en la costa de Tarragona, también conocida como “Waikiki”, es el lugar que te imaginas cuando piensas en aislarte un rato del mundo y disfrutar de la esencia mediterránea. Lejos de los chiringuitos abarrotados y de las sombrillas que se pisan unas a otras, Cala Fonda es el sueño hecho realidad para quienes buscan sol, mar y naturaleza… pero sin público.
Es preciso puntualizar que Cala Fonda es una playa nudista. Sin embargo, se comenta que cada vez hay más textiles. Sea como fuere, si decides ir a Cala Fonda debes tener esto en cuenta y, en caso de que decidas ponerte bañador, respetar a los que no y no hacer incómoda su tarde en una de las playas más espectaculares de Cataluña.

Solo para quienes se lo ganan
No se llega a Cala Fonda por casualidad. No hay carretera, ni aparcamiento, ni acceso directo. Y ahí radica que sea una de las playas con más encanto de la Costa Daurada. Para llegar hay que caminar unos 20 minutos por un sendero que atraviesa el frondoso Bosque de la Marquesa, una joya verde que forma parte de la experiencia natural de Caña Fonda. El acceso más habitual es desde la playa Larga (Platja Llarga) de Tarragona, tomando un sendero que bordea la costa. También puedes llegar desde la urbanización La Móra. En ambos casos, deberás caminar unos 2 kilómetros por terreno irregular, así que lleva buen calzado y evita las chanclas para la ida. Y por si te lo preguntabas; sí, merece la pena cada paso. La caminata sirve de filtro natural, pues aquí solo llegan quienes realmente quieren llegar.

Un paisaje que corta la respiración
Al llegar, lo primero que te golpea es el paisaje; arena dorada abrazada por acantilados y vegetación salvaje. Las aguas son limpias, claras, con ese tono azul verdoso que uno suele asociar a las calas de Grecia o Cerdeña. Pero no, estás en Tarragona, a tan solo unos minutos de la civilización. La arena es fina y suave, perfecta para tumbarse sin necesidad de esterilla. No hay hamacas ni socorristas. Tampoco duchas o aseos. Pero a cambio, tienes el privilegio de bañarte en una cala virgen. Por lo que, creo que salimos ganando, ¿no es así?
Protegida y salvaje, como debe ser
Ubicada dentro del espacio natural protegido del Plan de Interés Natural de Tamarit-Punta de la Móra, Cala Fonda es un ejemplo de cómo se puede conservar un entorno sin necesidad de masificación ni hormigón. Gracias a su protección ambiental y su acceso limitado, ha logrado mantenerse prácticamente intacta durante décadas. Es un pequeño milagro, y depende de todos los que la visitan que siga siéndolo.
Qué llevar y qué no hacer
Aquí no hay bares ni vendedores ambulantes, así que si vas, ve preparado. También es recomendable llevar una bolsa para la basura y respetar la regla de oro de cualquier espacio natural; deja el lugar mejor de como lo encontraste. Eso sí, no es lugar para quien busca fiesta, música a todo volumen o chiringuitos gastronómicos. Cala Fonda es más para quienes prefieren disfrutar de esta maravilla natural, este pequeño Edén en la tierra.

Además, te recomiendo evitar los fines de semana de verano para mayor tranquilidad. Aunque nunca está masificada, es cierto que el boca a boca ha ido extendiendo la leyenda de este rincón oculto. Entre semana, especialmente por la mañana, es cuando Cala Fonda brilla en todo su esplendor.
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