Naturaleza caprichosa: los 9 enclaves más instagrameables

Para visitar esta joya de la arquitectura natural, entre las playas de Aguasantas y Carricelas (Ribadeo), es imprescindible tener bien presente el calendario de las mareas. Sólo cuando está baja es posible pasear por los pasillos formados por las paredes de piedra y tapizados de arena que nos irán guiando a través todo un repertorio de arcos, columnas y bóvedas.

En la comarca oscense de La Ribagorza se alza esta doble pared calcárea, conocida popularmente como “la muralla china de Fienstres”, que se precipita sobre las aguas del embalse de Canelles. El mejor punto de partida para llegar a ella es Estopiñán del Castillo, de donde parte una pista de 12 km que puede recorrerse a pie, en bici o en vehículo todoterreno.

El Monumento Natural de la Cueva del Gato es una caverna que abre su imponente boca en el Parque Natural Sierra de Grazalema, entre Benaoján y Ronda. En su interior fluye el río Guadares formando un intrincado conjunto de simas, lagos y sifones. Sus aguas forman en la misma entrada de la cueva una pequeña laguna –tan cristalina como gélida– que invita al baño.

La silueta de esta formación rocosa destaca, imponente, en mitad de un paisaje llano. Además del atractivo de sus rutas senderistas, es el enclave privilegiado de un monasterio benedictino que alberga un museo con 1.300 obras de arte, la escolanía más antigua de Europa y el santuario de la Virgen de Montserrat, “la Moreneta”, una talla románica policromada de finales del siglo XII.

Este Parque Geológico, además de ser un litoral de gran belleza, permite entender la evolución de este territorio. A lo largo de unos 20 km –entre Santander y Cuchía– se suceden acantilados, islotes, ensenadas y playas, pero las visitas guiadas revelarán vestigios de antiguos arrecifes tropicales, inmensos bosques, ecosistemas marinos congelados en el tiempo y los eventos que los aniquilaron... ¡Toda una experiencia!

El río Noguera Ribagorzana ha creado esta inmensa grieta de paredes verticales de hasta 500 metros de altura que talla de norte a sur la sierra del Montsec y separa las provincias de Lleida y Huesca. Las principales rutas para recorrerlo (algunas no aptas para personas con vértigo) salen desde el parking de la Masieta (Lleida) o el antiguo pueblo de Montfalcó, en Huesca.

Una sinuosa carretera de montaña, entre las poblaciones de Antequera y Villanueva de la Concepción, conduce hasta este paraje natural, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. Existen visitas guiadas y también tres senderos señalizados para explorar libremente este impresionante paisaje kárstico que tiene origen hace 200 millones de años.

La erosión del viento y las aguas del Tajo sobre sedimentos de hace 25 millones de años ha dado origen a estas cárcavas arcillosas a escasos 30 km de Toledo. Una buena manera de disfrutar de esta belleza inusual es a través de la Senda Ecológica, de unos 4 km, que hace un recorrido circular a través de varios miradores desde donde contemplar los cortados.

Las lagunas glaciares de Neila (entre ellas la célebre Laguna Negra) son el punto de partida más común hacia las calderas. Desde allí, un sendero asciende hasta lo alto del circo y, una vez arriba, el curso del arroyo Palazuelo guía el descenso a través de desfiladeros taladrados por la fuerza del hielo, pedruscos en equilibrios imposibles y el espectáculo de las marmitas de gigantes.