El monasterio más bonito de España está en este pueblo de Burgos y ha sido restaurado por sus propios vecinos
En la comarca de Las Merindades descubrimos uno de los monasterios cistercienses más importantes del norte de Burgos que fue construido en la primera mitad del siglo XIII.

España cuenta con unos 40 monasterios cistercienses a lo largo de su geografía. Muchos de ellos se encuentran en la Ruta del Cister en Cataluña, pero hoy viajamos hasta Burgos para descubrir el más bonito de España, que, además, ha sido restaurado por sus propios vecinos y constituye el mejor ejemplo de que la unión de un pueblo hace la fuerza.
La Orden del Císter surgió a finales del siglo XI. Desde entonces empezaron a construir monasterios que se convirtieron en algunos de los mejores ejemplos de arte medieval. Desgraciadamente, hoy en día, muchos se encuentran abandonados y completamente en ruinas, mientras que otros, como el que hoy nos ocupa, se encuentran en estado de restauración.
El monasterio de Santa María de Rioseco se encuentra actualmente a orillas del río Ebro, en el valle de Manzanedo y junto al parque natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón. Esto no ha sido siempre así, puesto que la construcción inicial se levantó en Quintanajuar, entre los pueblos de Cernégula y Masa. De allí pasó a las inmediaciones de un arroyo que nace en Fuente Humorera. La crecida del río hizo que quedara completamente destruido y ya en 1236 se situó en el emplazamiento que hoy ocupa.

El monasterio en la actualidad
En 2008 Santa María de Rioseco entró en la Lista roja de patrimonio en peligro, pero una década después fue excluido de esta lista gracias a la asociación ‘Salvar Rioseco’. En 2019 fue nombrado por la Junta de Castilla y León Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.
Desde la propia web del monasterio se narra el esfuerzo colectivo de los vecinos: ‘Desde el principio, los voluntarios nos propusimos salvar Santa María de Rioseco de la ruina y del olvido, y poco a poco nos acercamos a nuestra meta. Sobre todo, hemos conseguido algo que no estaba entre nuestros objetivos, pero que es más importante aún que ellos. Se ha conseguido consolidar un grupo humano lleno de vitalidad, de valores, de compromiso con su historia y con su pasado, pero con la mirada en el futuro. Salvemos Rioseco es un grupo formado por personas de distintas formas de pensar y de sentir, de distintas edades y de procedencias muy diversas, pero con un objetivo en común.’

Santa María de Rioseco aparece majestuoso ante nuestros ojos gracias al trabajo de profesores, fotógrafos, pintores, músicos, sacerdotes, historiadores, periodistas, monjes cistercienses, estudiantes, arquitectos, arqueólogos, empresas, jubilados y parados: todos voluntarios que han aportado su conocimiento y esfuerzos para intentar ‘Salvar Rioseco’.

Tiempos dorados en el monasterio más bonito de España
En sus mejores momentos Rioseco debió contar aproximadamente con una comunidad de 100 personas, de las que 25 serían monjes y el resto conversos, novicios y criados.
En el recinto monástico estaban las dependencias de los monjes y separadas de estas la hospedería y el hospital. Fuera del convento se encontraban las familias que trabajaban en las granjas, ventas (como la de los Hocinos y Manzanedillo), molinos (el de Congosto, entre otros), o batanes de las inmediaciones.
Los monjes de Rioseco también crearon una explotación agrícola excepcional, con cultivos de trigo, viñedos y lino. También se dedicaron a la ganadería, llegando a contar con 2.000 cabezas de ovejas.

Damos ahora un salto en el tiempo hasta la guerra de la Independencia, cuando los soldados franceses obligaron a los monjes a abandonar Rioseco. En junio de 1814, con la vuelta de Fernando VII a España pudieron regresar y allí permanecieron hasta 1835. La desamortización de Mendizábal puso fin al monasterio, quedando en ruinas durante más de un siglo.
En definitiva, si quieres visitar el monasterio más bonito de España, debes dirigirte a Las Merindades para descubrir como el esfuerzo de un pueblo ha conseguido salvar a Santa María de Rioseco y devolverle, aunque solo sea en parte, el esplendor de antaño cuando los monjes cistercienses ocupaban sus estancias.
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