Los lugares imprescindibles para conocer Mérida, la joya romana de Extremadura

Mérida es romana, pero también visigoda y árabe, una ciudad que se ha ido reinventando sobre sí misma y que hoy es uno de los mayores yacimientos arqueológicos del mundo y Patrimonio de la Humanidad por UNESCO.

En pleno apogeo del Imperio Romano, en el siglo I d.C, con dominios que se extendían desde Roma al Reino Unido, Portugal, Siria y Egipto, Mérida se convirtió en la capital de Hispania y en una de las más destacadas dentro del Imperio. Su vida floreciente y su clase social pudiente y culta hicieron de ella un importante centro político, económico y artístico de la Antigua Roma.

Yacimientos prácticamente desconocidos

Curiosamente, a diferencia de Roma o Pompeya, la ciudad no acoge ni mucho menos tantos visitantes. De los más de 600 yacimientos que los arqueólogos conocen, pocos ofrecen una visión más completa y compleja de la antigua vida romana que los restos que alberga la actual Mérida.

"Si vas a Roma, la diferencia entre el nivel del suelo moderno y el antiguo es de unos 10 metros. En Mérida, no es ni la mitad. Podrías abrir una zanja para instalar un cable de fibra óptica y dar con unas ruinas romanas", cuenta Jonathan Edmondson, profesor de historia romana y estudios clásicos en la Universidad de York de Toronto (Canadá), y coautor de 'Si muero, no me olvides', que examina la vida social de Augusta Emerita a través de epígrafes funerarios.

Mucho de lo que la antigua Roma nos ha ido enseñando lo tenemos en el Museo Nacional de Arte Romano. Es por ello que visitarlo es una buena forma de sumergirnos en la historia y hacernos una idea de todo lo que maravillosamente iremos descubriendo durante nuestra estancia. Este museo es referencia nacional de la romanización de Hispania, explicada a través de piezas y epígrafes arqueológicos.

Adentrarse en su nave central, obra del arquitecto Rafael Moneo, es descubrir como era la vida cuando los romanos marcaban el devenir de la historia. Hoy su colección recoge más de 37.000 fondos, de los cuales destacan esculturas, mosaicos y piezas de numismática.

La ciudad cuenta con un servicio público de alquiler de bicis, idóneo para poder ir de un resto arqueológico a otro. Obviamente haciendo paradas para disfrutar de la rica gastronomía extremeña, por ejemplo, en Tábula Calda, al lado del pequeño pero hermoso Templo de Diana, que ofrece cocina tradicional en un señorial restaurante con paredes de estuco y un patio con arcos romanos.

Desde allí podemos dirigirnos a la Alcazaba árabe, con sus espléndidas murallas, desde lo alto de las que obtendremos vistas panorámicas del río Guadiana y del puente romano que lo cruza. Regresando al centro y pasando por la Plaza de España, hallaremos el Arco de Trajano. Algo más alejados del centro de la urbe se encuentran el circo romano, que acogía hasta 30.000 espectadores y el acueducto de los Milagros, que traía agua a la ciudad desde el cercano embalse de Proserpina.

La Casa del Anfiteatro, la mayor vivienda romana de la ciudad, alberga 7.000 metros cuadrados de mosaicos policromos desvaídos que representan a los dioses, la naturaleza y la vida cotidiana.

Los mejor conservados decoran el suelo del comedor con escenas de Venus y Cupido enmarcadas por una exuberante vegetación y un trío de hombres pisando uvas mientras los pajaritos arrancan vides.

Y llegó el momento de visitar la joya de la corona: el Teatro Romano, construido a caballo entre los años 16 y 15 a.C. Aunque pueda resultarnos sorprendente, los romanos no eran muy aficionados al teatro. Sin embargo, una ciudad de prestigio no podía dejar de contar con un edificio para los juegos escénicos. El de Augusta Emerita fue especialmente generoso en su cabida: unos seis mil espectadores. Éstos se distribuían de abajo a arriba según su rango social en tres sectores de gradas.

La deteriorada grada superior o 'summa cavea' era lo único que emergía del edificio antes del inicio de su excavación en 1910. Al quedar arruinadas desde antiguo las bóvedas de los accesos, sólo quedaban en pie los siete cuerpos de sus gradas, lo que dio lugar a que los emeritenses bautizaran a esas ruinas como las Siete Sillas.

Como cada año, el teatro acoge el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, con representaciones de Shakespeare, piezas a cargo del ballet español de Murcia y conciertos de Christina Rosenvinge, entre otros.

Otra forma de visitar las ruinas de Mérida es de noche. La ruta Mérida secreta nos brinda la oportunidad de visitar los enclaves romanos mientras nos cuentan leyendas e historias que muchos desconocen, incluso los autóctonos.

Inaugurado el 10 de diciembre de 1991, es obra del ingeniero y arquitecto Santiago Calatrava. Su estructura está compuesta por unas plataformas de hormigón que se suspenden, con tensores de acero, de un gran arco.

Estamos ante el primer puente en Mérida que se levanta no para unir la ciudad con el exterior, con otros núcleos, sino para fusionar elementos de la propia ciudad: la Mérida tradicional, donde se asienta el casco histórico, con la nueva ciudad que se desarrolla en la margen opuesta del río.

Las noches en Mérida son siempre especiales gracias a la variedad de opciones para pasar un rato agradable en compañía de la familia o los amigos. Basta con recorrer el centro histórico para contagiarse de la alegría de sus calles y poder disfrutar de las atracciones nocturnas en sus alrededores.

Mérida es una pequeña joya oculta para muchos y la revista VIAJAR, junto a Club VIAJAR, te lleva hasta este precioso rincón para conocer todas sus maravillas. Un enclave perfecto para ser visitado en cualquier época del año, y es que la variedad cultural es muy amplia, además, las ruinas romanas siempre estarán ahí para maravillarnos.