Guadarrama, la escapada perfecta para huir del caos de la ciudad

Abrumados por las obligaciones diarias, no vemos más allá de nuestras pantallas electrónicas. Pero hay una buena noticia: existe el botón de apagado. A tiro de piedra de Madrid, la Sierra de Guadarrama ofrece una alternativa saludable para volver a conectarnos con lo que nos rodea.

Sierra de Guadarrama

Vista de la Sierra de Guadarrama

/ Javier Sánchez Martínez

N o sabes cuántos inviernos te tiene reservado aún Júpiter. Puede que este sea el último”. La brevedad de la vida y la obligación de disfrutar nuestro efímero tránsito por este planeta es el tema de esta oda escrita por el poeta romano Horacio en el siglo I antes de Cristo. No importa que escribamos en una tablilla de cera o en un portátil ultra slim, existen cuestiones eternas que han inquietado al ser humano desde la antigüedad. ¿Cómo llevar una vida plena?, esa es la cuestión. El atropellado día a día de las grandes ciudades nos impide ver más allá de nuestro smartphone. Afortunadamente, hay una alternativa a nuestro alcance. La receta es sencilla y poco costosa: olvidar el asfalto por un momento y reconectar con nosotros mismos, abandonándonos al sonido de nuestros pasos por un sendero en plena naturaleza.

Arroyo Sestil del Maíllo congelado en invierno

Arroyo Sestil del Maíllo congelado en invierno

/ Javier Sánchez Martínez

Aquellos con base de operaciones en el centro de la península tienen, a poco más de 50 kilómetros de Madrid, un paraíso para senderistas, montañeros y excursionistas ocasionales. El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama transcurre a lo largo de un arco montañoso que separa las provincias de Madrid y Segovia, desde los límites orientales de Ávila hasta casi Guadalajara. De las 33.960 hectáreas que ocupa el parque, el 64 % se sitúan en la Comunidad de Madrid y algo más del 36 %, en Segovia. Esta situación central en la península —literalmente atraviesa las dos submesetas castellanas— otorga a la Sierra de Guadarrama un carácter fronterizo, tanto en lo geográfico como en lo climático y humano.

Pinos nevados en la Sierra de Guadarrama

Pinos nevados en la Sierra de Guadarrama

/ Javier Sánchez Martínez

No es casualidad que, en la segunda mitad del siglo XIX, este paisaje serrano se convirtiera en una especie de símbolo espiritual por parte del regeneracionismo político surgido durante la Restauración. Uno de los hitos de esta “sacralización” del paisaje de Guadarrama fue un artículo de Francisco Giner de los Ríos —fundador de la Institución Libre de Enseñanza— titulado Paisaje (1886). Su idealización del paisaje castellano, a través de una romántica visión de la naturaleza, fue esencial en el proceso cultural de descubrimiento del paisaje español, hasta entonces subestimado por los intelectuales patrios.

Se hace camino al andar

¿Por dónde es aconsejable empezar a descubrir la Sierra de Guadarrama? Las respuestas son numerosas. Y todas pueden ser acertadas... o incorrectas. Antes de lanzarse por estos andurriales, es necesario reflexionar acerca de nuestro conocimiento de la montaña y preparación física.

Sierra de Guadarrama

Vista nevada de Segovia desde la Sierra de Guadarrama, que transcurre entre la provincia castellana y la Comunidad de Madrid.

/ Javier Sánchez Martínez

Una de las rutas más habituales para iniciarse en estos lares es la que une Cercedilla con el Puerto de la Fuenfría a través de la famosa “calzada romana”. Existe una extendida confusión acerca de esta vía empedrada que recorre de punta a punta el valle. Si bien es cierto que su trazo original se remonta a tiempos del emperador Vespasiano en el siglo I, la actual calzada corresponde a la rehabilitación mandada por Felipe V en el siglo XVIII para comunicar el Palacio de la Granja de San Ildefonso —en Segovia— con la corte de Madrid (nota al margen: conviene no desdeñar este tipo de anécdotas, suelen dar pie a animadas conversaciones, avivando así la marcha). Esta ruta es un recorrido circular de 11 kilómetros, con poco menos de 500 metros de desnivel, que no requiere gran preparación. Eso sí, conviene no subestimar a la naturaleza, actuando siempre con precaución.

Sierra de Guadarrama

Ascensión invernal al macizo de Peñalara. 

/ Javier Sánchez Martínez

El comienzo de la caminata se sitúa en el aparcamiento de Majavilán, en las Dehesas de Cercedilla. Además de la citada calzada, el recorrido avanza por pista y caminos de montaña. El culmen de la excursión es el Puerto de la Fuenfría, cuyo pico se encuentra a 1.796 metros de altitud. Y de ahí, vuelta hacia Cercedilla. La ruta completa puede realizarse en cinco horas a un ritmo cómodo. Conviene no olvidar llevar calzado de montaña, bastones, agua y un bocadillo a gusto del consumidor

Planta atrapada en el hielo en la Sierra de Guadarrama

Planta atrapada en el hielo

/ Javier Sánchez Martínez

Por rutas salvajes

La ruta más popular de la Sierra de Guadarrama es, sin duda, Cuerda Larga. Ojo, este recorrido no es moco de pavo. No es excesivamente técnica, pero se trata de una marcha de 18 kilómetros que transcurre fundamentalmente por encima de los 2.100 metros de altura. Exige un nivel físico aceptable y especial cuidado en invierno, pues el hielo y la nieve estarán al acecho de los despistados. El recorrido comienza en el aparcamiento de Navacerrada —1.860 metros de altitud— y concluye en el Puerto de la Morcuera —1.796—. Pero antes hay que ascender el Alto Guarramillas —2.268—, Cerro Valdemartín —2.280—, Cabezas de Hierro —2.383—, Lomas de Pandasco —2.243—, Asómate de Hoyos —2.239—, Los Bailanderos —2.135— y La Najarra —2.106—. Ahí es nada. Ah, y al ser una ruta lineal hay que prever cómo regresar a Navacerrada. Lo ideal es ir con dos vehículos y dejar uno en el inicio y otro en la llegada.

La cercana Laguna de los Pájaros.

La cercana Laguna de los Pájaros.

/ Javier Sánchez Martínez

Otro de los hitos andariegos de la Sierra de Guadarrama es Peñalara, el pico más elevado de la Comunidad de Madrid, con una altura de 2.428 metros. Desde La Granja de San Ildefonso es posible realizar una marcha de gran fondo para coronar esta cumbre. Se trata de una ruta circular de 18 kilómetros y un desnivel acumulado de más de 1.200 metros. Es desaconsejable realizar la marcha en invierno si no se cuenta con experiencia... placas de hielo, nieve, pasos elevados y la necesidad de usar las manos para ascender algunos puntos exigen lo mejor del montañero. La sierra ofrece un magnífico escenario para desconectar de la rutina diaria en la gran ciudad, no se trata de una experiencia de supervivencia. Diversión y seguridad son buenas compañeras para el camino.

 Componentes de RECmountain ascendiendo en medio de una ventisca.

 Componentes de RECmountain ascendiendo en medio de una ventisca.

/ Javier Sánchez Martínez

El antropólogo francés David Le Breton (1953) ha escrito repetidamente sobre los beneficios de andar en plena naturaleza. En su breviario Elogio del caminar —cuyo reducido tamaño lo convierte en el compañero ideal para llevar en nuestra mochila—, sintetiza a la perfección los capacidades terapéuticas de esta actividad: “Recurrir al bosque, a las rutas o a los senderos, no nos exime de nuestra responsabilidad, cada vez mayor, con los desórdenes del mundo, pero nos permite recobrar el aliento, aguzar los sentidos, renovar la curiosidad. Caminar es a menudo un rodeo para reencontrarse con uno mismo”. Existe un evidente componente introspectivo en el hecho de caminar. Pero se complementa a la perfección con los múltiples estímulos provenientes del entorno y que exigen al caminante estar atento ante cualquier eventualidad. La esencia de caminar radica en esta dualidad dentro y fuera.

Naturaleza para cinéfilos

Los senderos están llenos de historias que se ofrecen al andariego. Pero no solo provenientes de la Historia, sino también del terreno de la imaginación. En los últimos años, por ejemplo, la Sierra de Guadarrama ha sido elegida como escenario de populares largometrajes de fantasía. Sin duda, visitar estos parajes puede ser un buen estímulo para atraer a los caminantes más jóvenes.

Uno de los largometrajes rodados en estos pagos es El laberinto del fauno (2006), de Guillermo del Toro. Para rememorar esta historia que introduce la Guerra Civil en el terreno de la fantasía lo mejor es realizar una ruta circular que ofrece un nivel asequible para toda la familia. Se trata de 10 kilómetros con apenas desnivel que nacen y mueren en la localidad segoviana de San Rafael. El punto culminante del recorrido es el Collado del Hornillo (1.637 metros), punto divisorio entre Castilla y León y Comunidad de Madrid.

Otro largometraje localizado en esta sierra es el clásico Conan el bárbaro, de John Milius (1982), protagonizada por el entonces treintañero Arnold Schwarzenegger. Para visitar los escenarios de este relato de espada y brujería, lo más aconsejable es realizar la ruta de 10 kilómetros que el experto montañero, autor de varias guías sobre el Guadarrama y colaborador habitual de VIAJAR, Alfredo Merino, denomina Por ‘ande’ Conan. La ruta, también circular y de escasa dificultad, comienza en el puente de la Cantina —situado en el kilómetro 17 de la CL-601, carretera que une el Puerto de Navacerrada con Segovia— y transcurre por los pinares de Valsaín. El recorrido puede realizarse en apenas tres horas. No es obligatorio llevar a cuestas la Atlantean —la espada de Conan—, pero sí es recomendable llevar bastones y botas de marcha, sobre todo en invierno.

Ya sea para satisfacer nuestra cinefilia, a causa del amor por la naturaleza o para airear nuestra preocupaciones diarias... caminar es una receta sencilla al alcance de todos. La oda horaciana que abría este texto tiene un especial valor histórico, pues acuñó la expresión carpe diem (aprovecha el día), que ante el inminente paso del tiempo invita a disfrutar de la vida. Pues eso, ¡levántate y anda!

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