¿Ganas de frío? Cinco escapadas a la montaña para ponerse el abrigo
Rutas de altura para soñar con el invierno
El frío, que se nos resiste este año, extiende ya sus dominios en los parajes de alta montaña, allí donde las temperaturas se desploman con la ventisca de las cumbres. Puede que aún no haya nieve (o sí), pero en estas latitudes no estorba ni el abrigo ni la bufanda. Estas son algunas excursiones para quienes están hartos del calor:
El Turó de L’Home en Parque Natural del Montseny, Barcelona
Cumbres, valles frondosos y torrentes de ríos acaudalados conforman una maravillosa explosión de la naturaleza, a media hora de la Ciudad Condal, en el Parque Natural del Montseny. Este espacio a caballo de las comarcas de Osona y Vallés Oriental constituye el macizo más alto de la cordillera prelitoral catalana, con cimas como Les Agudes, el Matagalls y aquella que se erige como el techo del lugar: la mítica Turó de L’Home, que presume de 1.706 metros de altura y un frío considerable.
Su ascenso es apto para todo el mundo (hasta se puede llegar en automóvil por un camino asfaltado) y la meta tiene una gran recompensa. Desde arriba, si el día sale claro, se puede distinguir el perfil de la Costa Brava y las moles nevadas del Pirineo. Además, por el camino hacia la cima se atraviesa el mirador de la Plana Amagada, desde donde se obtienen las mejores vistas del pico proyectando su sombra en la vegetación.
Valle de Arán, Lérida
Con el 30% del territorio por encima de los 2.000 metros de altitud, toda esta comarca de los Pirineos, en sí misma, ya resulta fresquita. Así que nada mejor que recorrer estos pueblos alpinos de piedra, madera y pizarra, encajados entre montañas, para soñar con la que, dentro de poco, será una bella postal invernal.
Un lugar que goza de un entorno natural único con senderos infinitos entre bosques exuberantes y bajo la silueta de las cumbres blancas. Ya de paso, también se puede soñar con el esquí (no queda tanto) puesto que aquí tenemos a Baqueira Beret, una de las estaciones más destacadas de la península.
El Pienzu en la Sierra del Sueve, Asturias
Aunque un simple paseo por la Sierra del Sueve, tapizada de bosques de acebos y tejedas en los que merodean zorros, jabalíes y gamos, ya justifica la visita, la excursión más popular de estos parajes asturianos es la que conduce al Mirador del Fito, al que se conoce como el Balcón del Principado. Una grandiosa aproximación a los Picos de Europa en lo que constituye la postal perfecta: cubres escarpadas, prados en los que pastan las vacas y, al fondo, inabarcable, el horizonte infinito del Cantábrico.
Pero quienes quieran frío habrán de optar por otra ruta más ambiciosa, que arranca precisamente desde aquí: la que conduce hacia el pico Pienzu que, con sus 1.159 metros, se erige en el punto más alto. Una caminata que comienza como un paseo llano, pero que va ganando en dificultad a partir de la collada de Bustaco, donde la pendiente se vuelve más pronunciada. Aquí el frío ya es una realidad.
La Laguna Negra, Soria
El viento ya sopla fresco en este rincón del norte de la provincia de Soria, encajado a casi 2.000 metros de altura en plena sierra de los Picos de Urbión. Un escenario que es, para muchos, uno de los rincones más sobrecogedores de la geografía española. Tiempo queda aún para que se cubra de ese manto de nieve, hielos y carámbanos que le otorga un encanto especial.
Pero ya se puede disfrutar de su atmósfera fresquita. Además, su ascenso resulta muy sencillo: apenas dos kilómetros entre bosques de hayas, álamos y chopos. Una vez arriba, el entorno ofrece maravillosas opciones para los amantes de las caminatas.
El Abodi en la Selva de Irati, Navarra
La subida a este pico de 1.532 metros tiene el aliciente de estar precedida de los colores otoñales de la impresionante Selva de Irati, un hayedo de Navarra que presume de ser el más extenso de Europa tras la Selva Negra. De este espectáculo cromático se puede disfrutar a lo largo de la ruta que aborda esta cumbre en una caminata fácil, sin grandes rampas, aunque con una distancia moderada de alrededor de 18 kilómetros. Una vez arriba, las vistas no tienen desperdicio. Un manto de tonos pardos, dorados y cobrizos se pierde por el horizonte.
Paseamos por 12 peculiares montañas
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