La escapada que tienes que hacer en otoño está a una hora de Madrid y esconde una historia fascinante sobre los Borbones
Es una de las mejores muestras del esplendor monárquico del siglo XVIII y, además, está declarado conjunto Histórico Monumental.

Otoño es la época perfecta para descubrir la gran riqueza natural de la Sierra de Guadarrama, con una gran variedad de especies animales y grandes extensiones de pinares albares, y cuyas vertientes y zona periférica han sido declaradas Zona de Especial Protección para las Aves. En su vertiente norte, a unos 60 kilómetros de Madrid, y 10 kilómetros de Segovia, se halla el municipio del Real Sitio de San Ildefonso. Con una población aproximada de 5.200 habitantes, este municipio acoge el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, el cual fue, durante un tiempo, una de las residencias de la monarquía española.

Ya desde los tiempos de los reyes de Castilla, los bosques al pie de las montañas de Guadarrama eran utilizados como lugares de caza y zona de recreo por la monarquía. Cuando Felipe V visitó el lugar, no tardó en enamorarse de la belleza del lugar; por eso, en 1720 compró a los monjes jerónimos del monasterio de El Parral la granja que tenían en los alrededores.
Con el objetivo de convertir la granja en un nuevo Real Sitio donde retirarse, encargó las obras del palacio a Teodoro Ardemans, pintor, grabador, tratadista y arquitecto barroco. Una vez finalizadas las obras, en el 1723 los reyes se instalaron finalmente en el palacio, desde donde, un año más tarde, Felipe V anunció su abdicación en favor de su hijo Luis I. Pero cuando la muerte de éste obligó a Felipe V a volver al trono, el palacio tuvo que remodelarse, pues pasó de ser la residencia de un ex-monarca a ser el Real Sitio del rey. Así, lo que en un inicio había sido un pequeño palacio barroco en torno al antiguo claustro de los jerónimos, tuvo que ser ampliado. Años más tarde, en el 1736, los reyes encargaron al arquitecto italiano Filippo Juvara una nueva fachada en el eje central de los Jardines, lo cual da al conjunto arquitectónico un aire italiano.

Un paseo por los Jardines Reales
Tan importantes eran para Felipe V los jardines como el palacio mismo, por lo que le encargó al arquitecto y escultor francés René Carlier su diseño y construcción. Debido a esto, los jardines del Real Sitio de La Granja son el mejor ejemplo que tenemos en España de jardín formal, modalidad que se difundió por Europa a finales del siglo XVII a raíz de la popularidad de André Le Nôtre, jardinero de Luis XIV.

Con una extensión de 146 hectáreas, Carlier se sirvió de las pendientes naturales de las colinas de alrededor del palacio para la perspectiva visual, y como fuente de energía para hacer botar el agua de las más de 20 fuentes monumentales que hay repartidas por los jardines, cuyo sistema hidráulico original se conserva tan bien que hoy en día sigue funcionando.
Como era era de esperar, las fuentes son el mayor atractivo de los jardines, de las cuales se puede disfrutar incluso sin estar en funcionamiento. Algunas de estas espectaculares fuentes son la Fuente de la Fama, famosa por la belleza de los parterres en los que se encuentra; la Cascada Nueva, situada frente al palacio; la Carrera de Caballos, un conjunto de tres fuentes con el juego de agua más espectacular; o los Baños de Diana, con impresionantes caídas de agua. Destaca también la Fuente de las Ocho Calles, uno de los puntos neurálgicos de los jardines conformado por ocho fuentes situadas alrededor de la Gran Plaza Circular; cada una está formada por un grupo escultórico diferente, dedicados a La Victoria, Minerva, Neptuno, Marte, Ceres, Saturno, Cibeles y Hércules, todas alrededor de una gran escultura de mármol de Mercurio.

Con esta fusión de diseño arquitectónico y natural, con una gran variedad floral y parterres creados cuidadosamente, los Jardines Reales son un componente esencial de la visita a La Granja.
La visita al palacio
Son varias las estancias que se pueden visitar en el interior del palacio, a través de las cuales nos podemos sumergir en la historia del lugar.
En la planta baja encontramos los Salones de Audiencia, meticulosamente ornamentados, bautizados con el nombre de la pintura al fresco que decora su bóveda; así hay la Sala de Hércules, la de la Justicia, o la Fuente de la Galatea. En cambio, en la planta superior se ubican las estancias privadas de los Reyes, entre las que destacan el dormitorio de sus majestades, la Galería de Retratos, el Salón de Lacas o el Gabinete de Espejos.

Otra sala que encontramos en la planta inferior es la Sala de Mármoles o de Europa, un espacio donde el mármol es el protagonista. En su techo, decorado con estucho dorado sobre fondo blanco, hay una medalla central en la que se representa el rapto de Europa, el mito griego en el que Zeus, convertido en toro, raptó a una mujer llamada Europa para llevarla a Creta.
Entre las antiguas dependencias de los infantes y el edificio conocido como Casa de Damas se sitúa el Museo de Tapices, que alberga la Colección de Tapices de la Corona de España, la más rica del mundo junto con la de Viena. Los tapices expuestos son obras flamencas, y los más antiguos datan del siglo XVI. Una de las series principales del museo es “Los Honores”, un conjunto de nueve paños alegóricos confeccionados en el 1520 para conmemorar la coronación de Carlos V, y que nos recuerdan las virtudes necesarias para gobernar, los vicios que un rey debe evitar, y la recompensa a una buena gestión: el honor y la fama.

Gestionado por Patrimonio Nacional, el palacio está abierto al público de martes a domingo, con un precio de 9€ la entrada general y 4€ la reducida; miércoles y domingos de 15h a 18h el acceso es gratuito. Existe también la posibilidad de hacer una visita guiada por el palacio y los jardines por 20€. Los jardines están abiertos todos los días del año, tan solo con alguna variación en los horarios dependiendo de la época. Es recomendable consultar el horario de las fuentes, ya que solo están en funcionamiento unos días determinados del año.
Síguele la pista
Lo último