Una escapada 'surfera' a las mejores playas de Cantabria

Ribamontán al Mar es el paraíso de este deporte en el norte del país

Ribamontán al Mar, Cantabria
Ribamontán al Mar, Cantabria / Izidor Horvat

Por la calidad de las olas y por las excepcionales condiciones de mar, viento y marea, Cantabria es un paraíso para los amantes del surf. Un deporte que tiene el marco perfecto en las más de cien playas de muy diferentes tamaños, desde las escasas decenas de metros de las pequeñas calas hasta los cinco largos kilómetros de La Salvé en Laredo. Todas ellas con finas arenas que, en ocasiones, dan lugar a espectaculares ecosistemas de dunas.

Bahia de Santander, Cantabria

Bahia de Santander, Cantabria

/ SlavkoSereda / ISTOCK

Pero si hay un lugar en la costa cántabra que es especialmente óptimo para esta práctica, si hay un rincón que atrae a la élite del surf europeo, este es el llamado Ribamontán al Mar, un municipio asentado al este de la bahía de Santander, allí donde la vista se pierde entre las montañas y el Cantábrico.

El único título de España

Tanto, que este paraje se ha ganado la declaración de Reserva Natural del Surf, lo que le convierte en la primera localidad de España en ostentarla y la segunda de Europa, después de Ericeira, en Portugal. Un título que carece de implicación jurídica, pero que reconoce la excelencia de sus rompientes litorales y su singular valor como patrimonio y recurso natural, deportivo, socioeconómico y cultural.

Ribamontán al Mar, Cantabria
Ribamontán al Mar, Cantabria / Izidor Horvat / ISTOCK

Ribamontán al Mar es la meca de este deporte, a lo cual favorecen sus buenas comunicaciones desde la capital cántabra, bien por carretera (a tan sólo media hora), bien a bordo de las lanchas que atraviesan la bahía rumbo a las fabulosas playas de este municipio.

El Puntal, Loredo y Somo (ambas unidas a lo largo de siete kilómetros), Langre (con un entorno de altos acantilados y donde se practica el nudismo desde hace muchos años) y Playa de Santa Marina, en la islote del mismo nombre, son las más renombradas. Luego están también están las calas de Los Tranquilos y Galizano, donde la belleza de estos arenales alcanza su máxima expresión.

Descanso rústico

Una escapada surfera a estos parajes ha de tener el complemento perfecto de dormir en un alojamiento que recoja la esencia del lugar. Para ello está Finca El Solar, en Galizano, una bonita casa rural a un paso de las playas anteriores, con vistas al acantilado de Langre y a los Picos de Europa en el horizonte.

Finca El Solar, Cantabria
Finca El Solar, Cantabria / D.R.

En este inmenso terreno donde pastan las vacas, las ovejas y los caballos, donde los huevos se extraen de las propias las gallinas y las verduras del propio huerto, el descanso está garantizado en un ambiente rústico y montañés.

Para ello están las curiosas habitaciones que hace un guiño al séptimo arte: cada una de ellas está dedicada a una estrella cinematográfica (Robert Redford, Sofía Loren, Brad Pitt, Antonio Banderas…), mientras que la de la torre (en un antiguo silo), rinde homenaje a James Bond.

La estancia perfecta

Más sofisticado es el hotel gastronómico Torre de Galizano, también en plena naturaleza cántabra, en un antiguo palacio de indianos de estilo renacentista en el que se esconde un interior cálido y contemporáneo, dotado de todas las comodidades.

Aquí la gran baza, además de las confortables instalaciones (todas las habitaciones cuentan con jacuzzi doble circular y hacen gala de un interiorismo moderno, con tecnología de última generación) es el restaurante La Torre By Marañón, comandado por por el joven chef Javier Marañón, discípulo de Martín Berasategui, Eneko Atxa e Hilario Arbelaitz.

Torre de Galizando, Cantabria
Torre de Galizando, Cantabria / D.R.

Su deliciosa cocina, basada en la tradición y el producto de cercanía, y teñida con toques vanguardistas y cuidadas presentaciones, es toda una revelación en la que se hace patente el dominio de la técnica y un estilo muy personal que a nadie deja indiferente. Algo que se palpa tanto en su menú Tradición (55 €), con platos clásicos como la paleta ibérica, la ensalada de bogavante o la chuleta de vaca, como en sus otras dos versiones más rompedoras: el menú Degustación (48 €) y el Gastronómico (68 €), donde se pueden degustar delicias como milhojas de foie y mango con zanahoria cítrica y brioche, arroz cremoso con guiso de rabo de vaca criada en la finca o lubina a la sal con salicornia y reducción de pimientos de Isla asados a la leña.

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