En la recta final del año, necesitamos un paréntesis de calma entre el estrés del trabajo que ya empieza a acumularse y la vorágine navideña que se perfila en el horizonte. Y, si algo ofrece Cantabria, son opciones para desconectar: recorrer a pie senderos y bosques, visitar pueblos de postal, ponernos las botas con su contundente gastronomía y entregarnos luego al relax y el descanso en estos singulares y bellísimos alojamientos.

Chulavista Bubble es una burbuja transparente que permite dormir bajo las estrellas, con total privacidad y con todo el confort que podamos desear: wifi, jardín con jacuzzi, barbacoa...

Chulavista Dome, por su parte, es un domo geodésico erigido entre 3 grandes fresnos que ofrece una inigualable perspectiva del otoño cántabro. El jardincito privado y la chimenea ponen la guinda a este encantador refugio.

Ambos alojamientos están a 16 kilómetros del pueblo de Liérganes y a menos de una hora en coche de lugares como Santander, Santillana del Mar, Cabárceno y las playas de Langre y Galizano.