El edificio más bonito de Europa está en España: una joya escondida de Gaudí que combina castillo, naturaleza y modernismo
Aunque sea del siglo XX, se sabe que allí ya había asentamientos desde antes del siglo II, en época de los pueblos íberos.

Cuando se habla de modernismo se suele caer en los mismos tópicos de siempre: Antoni Gaudí y todas sus obras proyectadas en Barcelona, desde la Sagrada Familia hasta la Casa Batlló, pasando por el Parque Güell o La Pedrera. El arquitecto es el gran representante de este movimiento que nació a finales del siglo XIX en la capital catalana y todas sus obras son paradas obligatorias en cualquier visita a la ciudad.
Pero hay una que pasa más desapercibida, a pesar de que es la que más historia tiene: la Torre Bellesguard o Casa Figueras. Se construyó entre 1900 y 1909 al pie de la sierra de Collserola, pero sus orígenes como castillo se remontan mucho más atrás. Martí I el Humano, último rey de Aragón, ya lo utilizó como residencia real entre los años 1408 y 1410, cinco siglos antes de que el edificio llegara a manos de Gaudí para transformarlo en algo diferente.
De familia de labradores a tener un castillo en propiedad
En 1820, el labrador Jaume Figueras Bonastre fundó una empresa de pastas de sopa que acabó encumbrándole al éxito profesional y convirtiéndolo en un burgués. La familia logró posicionarse como una de las más importantes de Barcelona y Jaume Figueras Barulls se puso en contacto con Gaudí para transformar aquel castillo en la Torre Bellesguard. Sin embargo, el hombre murió antes de ver acabada la obra, en 1887.

La acabó comprando su viuda, María Sagués i Molins, pero ella también falleció en 1907. La finca de doce hectáreas pasó a pertenecer a uno de sus tres hijos, Jaume Figueras Sagués, pero Gaudí abandonó la obra solo dos años después de la muerte de la viuda, dejándola inacabada. En 1916, Domènec Sugrañes retomó el proyecto y dio por finalizada la obra que, por cierto, aprovechó algunos restos de la muralla y dos torres de la antigua fortaleza.

Sugrañes, que colaboró con Gaudí durante toda la construcción, hizo los bancos de azulejos de la entrada, el arrimadero alicatado de la escalera, la casa del portero y la caseta del pozo; mientras que Juan Rubió construyó el viaducto de desvío del camino que pasaba por la finca. Acabó siendo una obra del neogótico inspirada en el arte gótico medieval con un toque muy personal de parte de Gaudí, que llegó a la conclusión de que aquel era un estilo imperfecto.
Integró las torres de defensa en la puerta principal, creando un espacio rectangular con unas escaleras que conducen a la parte superior que sirve como mirador y está coronada con bóvedas de ladrillo a sardinel. Con los restos de la muralla marcó el perímetro de la finca. En el jardín colocó árboles frutales de muy diversas procedencias, con ayuda del jardinero Pere Ballart i Ventura: castaños de las Indias, cedros, sauces, adelfas, palmeras, laureles, pinos y tilos.
Una historia mucho más antigua
Aunque se hable del siglo XV como comienzo de la historia de este lugar, se encontraron restos de cerámicas romanas sigillata del siglo III que indican la presencia de un asentamiento en época del Imperio romano. Los expertos creen que podría haber habido una torre defensiva. También se identificó un asentamiento anterior layetano. Todos ellos quedaron impresionados con las vistas y por eso el rey Martín I lo llamó Bellesguard, "bella vista".
Más tarde, cuando estaba prácticamente en ruinas y olvidado, el bandolero Serrallonga lo usó de refugio hasta 1634, que fue ahorcado y descuartizado. Se dice que parte de sus restos se depositaron en Bellesguard y, quizá por eso, Gaudí hizo un picaporte en forma de fémur humano en la puerta de las caballerizas. El poeta Joan Ferrer Gualbes de Bonaventura i Copons lo restauró poco después, pero la Guerra de Sucesión lo volvió a tirar abajo.

Allí realizaba reuniones de la Academia de los Desconfiados con otros nobles y eclesiásticos interesados en la literatura y la historia de Cataluña. Aunque también hacían reuniones secretas a favor del archiduque Carlos. Lo que finalmente se encontró Gaudí fueron algunos restos que todavía hablaban de un pasado como fortaleza, y por eso precisamente es por lo que la Casa Figueras tiene forma de castillo medieval.
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