El desconocido pueblo de España que es Bien de Interés Cultural y Conjunto Histórico: diminuto y con vistas a los Picos de Europa

En pleno corazón del valle de Liébana, en Cantabria, se esconde un pueblo diminuto que parece suspendido en el tiempo. Y no es para menos, pues cada rincón parece una postal.

Parece un decorado, pero es real; este pueblo cántabro te va a enamorar.
Parece un decorado, pero es real; este pueblo cántabro te va a enamorar. / Istock / Jose Antonio Aldeguer

Hay pueblos que no se visitan, se descubren poco a poco, disfrutando del camino. Mogrovejo, en Cantabria, es uno de ellos. No es una gran ciudad, ni está declarado como Maravilla del Mundo, ¿pero quién lo necesita? Ahí encontrarás un pueblo de piedra, silencio y un paisaje que corta la respiración. Caminar por sus calles es sentir la calma de los lugares que nunca se rindieron a la modernidad.

Adriana Fernández

Una experiencia que mira al pasado

El encanto de Mogrovejo no es casualidad. Sus orígenes se remontan al siglo VIII, cuando formaba parte de los dominios del reino de Asturias. Durante la Edad Media, la zona floreció gracias a su posición estratégica entre los puertos de montaña que comunicaban Cantabria con León.

Vista áerea de Mogrovejo.

Vista áerea de Mogrovejo.

/ Istock / MICHAEL WORKMAN

Su casco histórico conserva una arquitectura popular lebaniega perfectamente preservada y en el centro se alza la Torre de Mogrovejo, una fortificación del siglo XIII que perteneció a los linajes de los Mogrovejo y los Mendoza, y que se conserva en pie como testigo de esa época feudal. La torre, junto a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, forman el núcleo monumental del pueblo, declarado Bien de Interés Cultural y Conjunto Histórico en 1985 por el Gobierno de Cantabria.

En el corazón de los Picos de Europa

Si algo hace especial a Mogrovejo es su ubicación privilegiada, está dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa, en el valle de Liébana, una de las comarcas más espectaculares del norte de España. A menos de 10 kilómetros se encuentra Potes, la capital lebaniega, pero aquí el paisaje es más salvaje, más intacto. Desde el pueblo se contemplan las cumbres del Macizo Oriental, conocidas como Ándara, que cambian de color según la luz del día; rosa al amanecer, dorado al atardecer.

Espectacular pueblo de Mogrovejo.

Espectacular pueblo de Mogrovejo.

/ Istock / Mveraphoto

Muy cerca pasa la Ruta de Áliva, un sendero de montaña que conecta Mogrovejo con Fuente Dé, donde el teleférico asciende a casi 1.800 metros de altitud. Es un plan perfecto para los que buscan una experiencia completa.

Un pueblo de película

Su belleza no ha pasado desapercibida. En 2016, el pueblo fue elegido como escenario de la película Heidi, la reina de la montaña, producción internacional rodada íntegramente en Cantabria. Las casas de piedra, los prados verdes y las montañas nevadas se convirtieron en el telón de fondo perfecto para el cuento clásico.

Desde entonces, muchos viajeros lo descubren buscando “el pueblo de Heidi”, y se encuentran con algo mejor; un lugar real, sin artificio, donde la vida sigue igual que hace décadas.

Tradición viva y calma rural

En Mogrovejo no hay grandes hoteles ni tiendas. Hay piedra, pasto y silencio. Un pequeño museo etnográfico (el Museo de la Escuela Rural de Liébana) recuerda cómo era la educación en las aldeas cántabras a principios del siglo XX. Y en las casas, el humo de las chimeneas anuncia que dentro hay sopa caliente y conversación.

Mogrovejo, Cantabria.

Mogrovejo, Cantabria.

/ Istock / Jose Antonio Aldeguer

Mogrovejo no es un pueblo de escaparate, sino de verdad. Aquí no hay fachadas maquilladas ni decoración pensada para el turista. Hay piedra que envejece con dignidad, ventanas que miran a las montañas y vecinos que saludan al pasar. Quizá por eso fue declarado Bien de Interés Cultural, porque representa lo que tantas aldeas del norte fueron antes de que el tiempo y el turismo lo transformaran todo.

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