El desconocido pueblo de Castellón que alberga la Capilla Sixtina española
No hace falta viajar hasta Italia para disfrutar del arte renacentista de la Capilla Sixtina del Vaticano cuando en España tenemos una propia.

El mítico artista renacentista Miguel Ángel Buonarroti, recibió un encargo del papa Julio II para decorar la bóveda de la capilla del Vaticano. Entre 1508 y 1512 dio forma a una obra sin precedentes, que se convertiría en una de las más importantes e impresionantes del mundo. Son muchas las leyendas que corren en torno al italiano, como la que cuenta que, ante la presteza del papa, Miguel Ángel respondió: "Estará terminada cuando la acabe... Su Santidad".

La gran personalidad del pintor y escultor fue una de las responsables de crear aquella cúpula que comenzó a conocerse como Capilla Sixtina. Desde entonces han surgido muchos intentos de imitación y, aunque no llegan a ser iguales al original, también cuentan con un valor incalculable. En España tenemos algunas reproducciones, como los frescos de la iglesia de San Antonio de los Alemanes en Madrid.
La Capilla Sixtina española
La que se considera la Capilla Sixtina española se encuentra en Castellón. El interior de la ermita de la Virgen de Avellà, en la localidad de Catí, ubicada en la comarca del Alto Maestrazgo, alberga unos frescos de una gran calidad artística y un enorme valor histórico. Este pueblo de menos de 700 habitantes, con un entorno tranquilo, se presenta como un oasis donde se mezclan el precioso paraje natural con el rico patrimonio histórico.

Pese a que las primeras evidencias de la existencia de esta población son de la prehistoria, realmente se fundó durante la Edad Media. Siendo parte del Reino de Aragón, en el siglo XIII, el rey Jaime I le otorgó el privilegio de villa, por lo que adquirió una importancia muy relevante para el momento. Su arquitectura se muestra como una fusión entre la cultura musulmana, con elementos árabes que se conservaron aún después de la Reconquista, y las típicas construcciones europeas medievales.
Una ermita sobre otra
A unos cinco kilómetros de Cotí se abre paso la famosa ermita, a 960 metros de altitud. En el siglo XVIII aparecieron los maravillosos frescos que decoran su bóveda y paredes, de la mano del pintor Pasqual Mepletera -en algunos tramos también se observan pinturas de Francesc Blanco-. Esta pequeña joya, restaurada en 2018 respetando al máximo su esencia, llama la atención, pues su exterior es una fachada blanca y sobria, con puerta de entrada en forma de arco de medio punto.

Fue en esa misma época cuando se construyó, encima de una ermita anterior que databa del siglo XV. Esta forma parte del conjunto del Santuario o Balneario de la Mare de Deu de l'Avellà, conocido por las propiedades de sus aguas. Su origen está ligado a la divinidad y a una antigua fuente en la que se dice que se produjo un milagro. Así, se convirtió en un lugar sagrado para los vecinos. Ahora se ha tornado en un lugar venerado también por los amantes del arte.
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