El desconocido pueblo de Cantabria que tiene la ruta de senderismo más bonita de España: cuenta con cascadas escondidas, hayedos infinitos y un silencio que enamora

Este pueblo es el secreto verde mejor escondido de Cantabria y punto de partida de una de las rutas con más magia del territorio nacional.

El pueblo que esconde una ruta con mucha magia y esencia.
El pueblo que esconde una ruta con mucha magia y esencia. / Istock / Julen Arabaolaza

Hay lugares que parecen un recordatorio para que no se nos olvide que el norte de España tiene mucha magia y que no se nos debe olvidar. Un ejemplo perfecto es Lamiña, una diminuta aldea escondida entre las montañas de Cantabria, que guarda uno de los tesoros más bellos y tranquilos de España. Hablamos de la Ruta de las Cascadas de Lamiña, un sendero entre hayas, robles y riachuelos cristalinos que parece diseñado para reconciliarse con la naturaleza.

Adriana Fernández

Donde el tiempo se detuvo

Apenas un puñado de casas de piedra forman Lamiña, perteneciente al municipio de Ruente, en pleno Valle de Cabuérniga. Aquí la vida sigue teniendo el ritmo pausado de las campanas y los saludos a la puerta. Los vecinos te reciben con una sonrisa de las que no se fingen y un “buen día” que suena a costumbre antigua.

Imagen de Lamiña, Cantabria.

Imagen de Lamiña, Cantabria.

/ Wikicommons

El pueblo está rodeado por uno de los paisajes más verdes y mejor conservados del norte de España; el Parque Natural Saja-Besaya, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Bosques, prados, ríos y montes se entrelazan como en un tapiz, y el silencio tiene aquí un peso casi sagrado.

La ruta que enamora a quien la pisa

Desde el mismo pueblo parte un camino sencillo, bien señalizado, que se adentra en el corazón del bosque; la Ruta de las Cascadas de Lamiña. Son unos 8 kilómetros (ida y vuelta) de pura belleza. El sendero atraviesa prados abiertos y poco a poco se encierra en un hayedo que huele a humedad y tierra mojada. A medida que se avanza, el rumor del río Cambillas guía los pasos hasta las cascadas de El Cambillas, una serie de saltos de agua escondidos entre rocas y musgo.

Imagen de una espectacular cascada en Lamiña.

Imagen de una espectacular cascada en Lamiña.

/ Istock / Julen Arabaolaza

No hay ruido, ni barandillas, ni multitudes. Solo el sonido del agua cayendo y el crujido de las hojas bajo los pies. Muchos la consideran una de las rutas de senderismo más bonitas de Cantabria y, sin duda, la más mágica.

Entre hayas, robles y leyendas

El recorrido atraviesa uno de los hayedos mejor conservados del norte peninsular. Los árboles, altos y esbeltos, forman una bóveda natural que filtra la luz en tonos dorados. A ratos parece que el bosque respira contigo. No es difícil entender por qué aquí nacen leyendas sobre ninfas y trasgos; todo en Lamiña tiene algo de cuento. Además, el camino bordea antiguos canales y molinos de agua, testimonio de la vida rural de antaño. Se dice que las gentes del valle venían hasta aquí a lavar la lana, a moler el grano o simplemente a escuchar el murmullo del río.

El alma del Valle de Cabuérniga

Lamiña pertenece a Ruente, uno de los pueblos más bonitos del Valle de Cabuérniga, famoso por su Fuentona, un manantial natural que brota al pie del pueblo y cuya agua se filtra desde las montañas del Saja. La zona es también refugio de especies protegidas; corzos, jabalíes, búhos reales y, si hay suerte, algún venado que se deja ver al amanecer.

Donde el agua cuenta historias

Lamiña no sale en los mapas turísticos más famosos, pero quizá por eso emociona tanto. Tiene una ruta de cascadas que parece un bosque encantado, un río que guía los pasos y una calma que cura más que cualquier spa. Y aunque parezca mentira, está a solo una hora de Santander. Quizá lo mejor de este rincón cántabro sea precisamente eso, que aún se mantiene al margen del ruido. Un lugar donde el agua sigue hablando, y el bosque escucha.

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