Las cuevas de Tomelloso, el tesoro oculto de La Mancha

Una impresionante red de cuevas subterráneas esperan a ser conocidas en Tomelloso

Tinajas, cuevas de Tomelloso

Estas son las enormes tinajas que se tenían que levantar entre 10 o 12 hombres

/ Antonio Bellón

Nos ponemos en marcha y viajamos hasta Tomelloso, una ciudad que oculta un gran secreto, uno de los mejor guardados de la arquitectura española, unas impresionantes cuevas subterráneas. Para llegar hasta ellas hay que sumergirse 12 metros en el subsuelo manchego y después podremos recorrer las más de 2.000 cavidades que juntas forman un recorrido de más de 40 kilómetros.

El origen de estas cuevas se remonta al siglo XIX, cuando se comenzaron a construir en torno a 1820. ¿El propósito? Elaborar y almacenar vino, el producto que ha hecho que la ciudad sea reconocida hoy en día, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, como la mayor producción de vino del mundo.

Cuevas de Tomelloso

Las impresionantes cuevas de Tomelloso albergan enorme tinajas

/ Antonio Bellón

Y es que la cultura vinícola de Tomelloso, antes de ser industrializada, se desarrolló en estas cuevas excavadas a pico y brazo por hombres, llamados picaores, que no tenían más técnica que la del trabajo bien hecho. Éstos eran ayudados por mujeres a las que se les llamaron terreras, ya que estaban encargadas de extraer la tierra del interior a la superficie, en muchos casos usada posteriormente para pavimentar o para construir sus propias casas. Así, con mucho atino y esfuerzo, se levantaron las profundas y extensas cavidades, bóvedas finalizadas en arcos de medio punto.

Jesús Andújar, presidente de la Asociación de Amigos de las Cuevas de Tomelloso (encargada de gestionar las visitas a las mismas), explica que las cuevas están dentro de las viviendas particulares, es decir, son privadas. La asociación gestiona las visitas con aquellos propietarios dispuestos a enseñar estas cuevas. En La Mancha no hay ningún lugar con cuevas como en Tomelloso, donde hay una capa de piedra caliza, de entre unos 70 centímetros a 4 metros, que actúa como hormigón y que permite que sea más sencillo excavar sin necesidad de usar soportes. Las características del terreno son únicas y lo propician”.

Aberturas en el techo de las cuevas de Tomelloso

Estas son las aberturas que conectan el techo de las cuevas con el exterior

/ Antonio Bellón

La capa dura de roca tosca unido a su profundidad permite albergar bajo tierra el vino en quietud, evitando su alteración por cualquier tipo de cambio climático brusco en el exterior.

Pero las cuevas tienen una característica muy llamativa que atrae la atención de aquellos que visitan la ciudad, y son las denominadas “lumbreras”. Se trata de aberturas enrejadas en las aceras del casco urbano de la ciudad. Son la conexión entre los “dos Tomellosos”, el exterior y el subterráneo. Estas hendiduras conectan el techo de las cuevas con el exterior, con el objetivo de dejar pasar luz y, antiguamente, eliminar el gas carbónico que se generaba en la fermentación cuando se producía el mosto en las cuevas.

Las tinajas, el oro de las cuevas

José María Díaz Navarro, el último tinajero “de toda la vida”, ya jubilado, construyó las tinajas de cemento de prácticamente todas las cuevas de Tomelloso y se las conoce “al dedillo”. Apunta que “las primeras eran de barro y se metían en las cuevas a través de las lumbreras. Por ello, antiguamente se hacía la lumbrera en base al tamaño de las tinajas, que se traían desde Villarrobledo. Para meterlas en las cuevas, se usaban cordeles y muchas manos, teniendo mucho cuidado para no romperlas, y una vez en el interior, se ponían de pie a mano entre unos 10 o 12 hombres basculando. Más adelante se comenzaron a hacer tinajas de cemento, que se construían directamente dentro de la cueva usando un molde”.

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