La ciudad medieval con playa donde se fabrica el bálsamo labial más antiguo y famoso de España
Se trata de un destino a orillas del mar Mediterráneo que merece la pena descubrir en una escapada.

Ponemos rumbo al Levante, hacia una de esas ciudades inesperadas y para muchos todavía desconocidas; tanto que cuando digamos de qué ciudad se trata, seguro más de uno tiene que ir corriendo buscarla en Google Maps para situarla. Porque no todos los destinos de playa son igual de populares, ni todos pueden presumir de ser el germen de una de las historias más bonitas (y longevas) de la cosmética española. Una historia que, 140 años después de su nacimiento a orillas del Mediterráneo, sigue escribiéndose (y, además, con una estética tan retro como con la que nació).

Estamos en el corazón de Castellón, una ciudad de origen medieval situada al noroeste de la Comunidad Valenciana (limita con Tarragona y Teruel). Para quienes todavía no lo conocen, diremos que se trata de un destino modesto, y muy poco masificado en verano, a pesar de tener playas urbanas, preciosas y muy bien cuidadas (las del Pinar o el Gurugú son las más conocidas), a poco más de diez minutos del centro histórico de la ciudad. Ese que esconde un trazado de callejuelas medievales (tuvo hasta muralla, pero hoy sus restos son solo un recuerdo mediante marcas en el pavimento) y joyitas patrimoniales como la concatedral de Santa María (con fachada de estilo Gótico), o el Fadrí, una torre campanario única, de más de 50 metros y que sin duda es el rascacielos más curioso de la ciudad.
El destino de las mejores naranjas del mundo
Aunque eclipsada por sus paisanas Benicassim o Peñíscola, la ciudad de Castellón es un destino muy vinculado al turismo, la gastronomía y el buen vivir, pero su pasado es de tradición agrícola y campesina. Basta echar un vistazo al paisaje para comprobar que los cultivos de naranjas forman parte de su cultura (la comarca de la Plana, donde se encuentra Castellón, presume de tener las mejores del mundo). Y seguro que no hace falta decir que la vida en el campo siempre ha sido muy dura, pero lo diremos. Sobre todo para resaltar detalles como que los labios se agrietan y la piel de cuartea por el sol, algo que también preocupaba en la época. Porque aunque el cuidado cosmético pueda parecer algo muy del siglo XXI, lo cierto es que fue en el XIX cuando nació el que posiblemente sea el ungüento español más conocido de todos. Y lo hizo ahí, en Castellón, primero en un pequeño laboratorio de la vecina localidad de Villa Real y después en la ciudad.

Lo levantó el abuelo de la familia Calduch, Viente Calduch Solsona, en 1880. Y años más tarde, en 1909, fue su hijo, Vicente Calduch Almela, quien llevó parte del negocio a Castellón, a un local situado en el centro histórico. Más de cien años después, allí sigue, en la misma farmacia de la calle de Enmedio (esquina con O´Donnell), elaborando la misma fórmula magistral secreta con la que Dermo Suavina (que así se conoce desde 1916) pasó de ser un remedio local a conquistar incluso a la aristocracia más pudiente de la época. Cinco generaciones después, hoy su fama ha trascendido fronteras y está presente en más de 18 mercados internacionales, incluidos los países nórdicos. De hecho, si vais de viaje a Helsinki, buscadla entre las concept store más populares de la ciudad, donde su icónico diseño retro se codea con las mejores marcas escandinavas.
Síguele la pista
Lo último
