Caspe: descubre los encantos ocultos de la ribera maña
Viajamos hasta uno de los pueblos más bonicos de Zaragoza que, además, puede presumir de estar a orillas del conocido como ‘mar de Aragón’.

En el corazón del Bajo Aragón, a orillas del Ebro, aparece ante el viajero Caspe, un pueblo que muchos exploradores pasan por alto, pero que esconde una interesante historia, una arquitectura singular y un entorno natural considerado un edén por los amantes de la pesca y los deportes náuticos. Bienvenidos a la ribera maña.

Fundado en la época romana, Caspe cuenta con restos arqueológicos que datan de esa época, aunque su verdadero esplendor llegó en la Edad Media. Entonces la localidad se convirtió en un importante centro comercial y político, debido a su ubicación. Más tarde, ya en el siglo XIV, destacó como una de las principales villas de la Corona de Aragón, siendo escenario de un evento crucial en la historia de España: el Compromiso de Caspe.
En 1412, tras la muerte del rey Martín el Humano, se celebró en la villa un acuerdo donde los representantes de los reinos de Aragón, Cataluña y Valencia eligieron al infante Fernando de Antequera como nuevo rey de Aragón. Un acontecimiento que le brindó a Caspe el honor de ocupar un lugar destacado en la historia medieval española.

Caspe: descubre los encantos ocultos de la ribera maña
Llega el momento de descubrir la localidad y empezamos por la Colegiata de Santa María, uno de los mejores ejemplos del gótico aragonés. Actualmente, en su interior se custodia la Vera Cruz de Caspe, una de las reliquias más importantes de la cristiandad, puesto que se trata de uno de los fragmentos más grandes de la cruz en la que murió Cristo. Además, en 1931 el conjunto de la Colegiata fue declarado Monumento Nacional.
Del castillo medieval de Bailio, también conocido como castillo del Compromiso tras la firma del acuerdo de Caspe, apenas quedan restos. Durante la Guerra de la Independencia las tropas francesas volaron la fortaleza (que también hacía las funciones de convento) y, durante las guerras carlistas fue asolado por un incendio. Hoy en día queda tan solo en pie un muro con remate almenado con dovelas decoradas con escudos, así como los sótanos del castillo.
En las afueras de Caspe también descubrirá el viajero la torre de Salamanca, construida por orden del general Salamanca en la última guerra carlista. Hoy alberga el museo de Heráldica, que recoge los símbolos heráldicos que fueron propios de la Corona de Aragón.
Las hermosas casas-palacio de Caspe, como la de Piazuelo-Barberán, bien merecen unas cuantas fotos, pero lo que suele llamar más la atención es el mausoleo romano de Miralpeix, trasladado a la ciudad, piedra a piedra, al construirse el embalse de Mequinenza.

Y, precisamente, uno de los mayores alicientes para visitar Caspe es su cercanía al conocido como mar de Aragón, un paraíso para los aficionados a la pesca, el kayak, el windsurf y otros deportes acuáticos. Las aguas tranquilas del embalse y los paisajes espectaculares lo convierten en un destino ideal para pasar un día en contacto con la naturaleza.
Ahora que las aguas de Mequinenza y las bajas temperaturas no invitan precisamente a un baño, los alrededores de Caspe están llenos de rutas de senderismo que permiten descubrir el paisaje más genuino de la ribera del Ebro. La etapa 33 del Camino Natural del Ebro, por ejemplo, arranca en la estación de tren de Caspe y termina en el área recreativa de Mas de la Punta a casi 30 kilómetros de distancia. Una ruta larga (de unas 7 horas de duración) que transcurre por pistas que bordean el mar de Aragón y que también se adentra en los olivares y campos de cultivo de las inmediaciones.

Viajar hasta Caspe es, en definitiva, un plan perfecto para descubrir un lugar destacado en la historia medieval española, así como de la ribera maña, un espacio natural único que nos recuerda que es posible disfrutar de la playa sin salir de Aragón.
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