Extremadura extraordinaria
El viaje interior que estabas buscando
Viajar por Extremadura es redescubrir lo esencial. En una época en la que todo parece ir demasiado deprisa, esta tierra de conquistadores invita a detenerse y respirar. Aquí el tiempo discurre a otro ritmo: entre dehesas infinitas, pueblos de piedra dorada y cielos que aún dejan ver las estrellas. Extremadura no presume: se revela poco a poco, con la calma de quien sabe que la autenticidad es su mayor tesoro. Estos son todos los “extras” de Extremadura

ExtraNaturaleza: un mosaico de vida
Pocas regiones europeas conservan una naturaleza tan vasta y diversa. En el Parque Nacional de Monfragüe, las águilas imperiales sobrevuelan desfiladeros cubiertos de encinas. En el Valle del Jerte, las aguas transparentes acompañan al viajero entre gargantas y cerezos. Más al norte, el Ambroz se tiñe de colores en su Otoño Mágico, y el meandro del Melero, en Las Hurdes, parece un capricho de la naturaleza dibujado con calma. Aquí perderse en el paisaje es también una forma de encontrarse.

ExtraCultura: historia viva
Tres ciudades concentran siglos de historia y arte: Cáceres, Mérida y Guadalupe, todas Patrimonio de la Humanidad. En Cáceres, su casco histórico —uno de los mejor conservados de Europa— se ha convertido en escenario de rodajes y paseos que parecen transcurrir en otra época. Mérida, con su majestuoso Teatro Romano, sigue viva cada verano gracias a su festival de teatro clásico. Y en Guadalupe, el monasterio mudéjar guarda el eco de un pasado que unió culturas y océanos. Pero Extremadura no se queda en el pasado. El arte contemporáneo encuentra su espacio en el Museo Helga de Alvear, símbolo de una región que mira al futuro sin renunciar a sus raíces.

ExtraGastronomía: el sabor de la tierra
Extremadura sabe a producto local y a fuego lento. Jamón ibérico de bellota, quesos de cabra, pimentón de La Vera, aceite de oliva virgen extra, cerezas del Jerte, vinos y cavas... Cada bocado es un relato de identidad. Las catas en bodegas familiares, los talleres de cocina tradicional o las rutas gastronómicas por pequeños pueblos son parte de la experiencia: viajar aquí también es saborear la vida.
ExtraRural: el lujo del tiempo
En esta región, el lujo no está en la prisa, sino en la pausa. Dormir en una casa rural, escuchar el viento entre los olivos, aprender a hacer queso o simplemente mirar el cielo hasta quedarse sin palabras. Extremadura es un refugio para quienes buscan vivir despacio. Pueblos con historia y gente que aún conversa en las plazas, donde cada estación cambia el paisaje y el ánimo del viajero.
‘Extremadura Extraordinaria’
No es solo un destino: es una forma de estar en el mundo. Es una invitación a reconectar con lo esencial, a viajar con los sentidos despiertos y dejar que cada rincón revele, con calma, su extraordinario interior.
