La Rioja es otra historia. Un viaje de millones de años en pocas horas
Existe un lugar en el que los dinosaurios salen a la carretera. Y está en La Rioja. En una Rioja agreste coronada por castillos como el de Enciso o el de Cornago. Salpicada de aldeas detenidas en un tiempo adoquinado que permite escuchar el silencio.

Las señales que jalonan la ruta indican los distintos yacimientos de huellas de saurios de hace millones de años. Son miles de icnitas. Ofrecen un modo único de conectar con la naturaleza y con un universo extinto. Las reproducciones de los propios brontosaurios hacen las delicias de peques y mayores. En Enciso ha abierto sus puertas ‘El Barranco Perdido’, el parque de paleoaventura de La Rioja. En Igea, el Centro de Interpretación Paleontológica de La Rioja, donde se encuentra la más extensa colección fósil de La Rioja.

Hacia el este, los dinosaurios comparten protagonismo con los orgullosos celtíberos. Desde donde el Linares se vierte al Alhama, un desfiladero conduce a Soria. Lo vigila Contrebia Leucade. En el escarpe, el gran foso tallado en roca hace unos 2.400 años. Murallas de distintas épocas, desde celtíberas a romanas, además de restos visigodos. Calles, viviendas, canalizaciones de agua, sepulturas, lagares. El centro de interpretación está en Aguilar. Cervera cuenta con restaurantes, bodegas, hoteles y la memoria de la manufactura de la alpargata, que dio fama a la localidad y que aún mantiene su vigor. Es lugar de exquisita golmajería, bicicletas, senderos y balnearios.

Mucho más al noroeste, en San Vicente de la Sonsierra, en un altozano rodeado de vides que a principios de mayo comienzan a soñar con el próximo vino se levanta Santa María de la Piscina. Gruesos muros de sillería del siglo XII, una nave, ábside, canecillos, restos de policromía en el interior. Y una necrópolis tallada a sus pies con medio centenar de tumbas antropomorfas. En su historia se entrecruzan El Cid, la Primera Cruzada y las rivalidades de frontera entre el Reino de Navarra y el de Castilla. Esto y más cuenta con detalles y entusiasmo Rocío, guía de la oficina de turismo. En la colina perforada de bodegas de San Vicente de la Sonsierra, un castillo, conjuraderos en la muralla y un panteón gótico que sirvió de sede para la cofradía de los ‘Picaos’ y que esconde un misterio. A finales de mayo celebran en San Vicente las ’Catas del Castillo’.
Sobre un teso a cuatro kilómetros se dibuja el Conjunto Histórico Artístico de Briones, que organiza cada junio unas jornadas medievales declaradas Fiestas de Interés Turístico Nacional. Su término municipal alberga la fabulosa bodega y Museo Vivanco de la Cultura del Vino, que acaba de cumplir dos décadas. En su ‘Jardín de Baco’ florecen 300 especies de vid de todo el mundo. En el interior seis salas odenan más de 4.000 piezas relacionadas con el vino. Desde ánforas griegas a tractores, herramientas de todo tipo o pinturas y esculturas que van desde el antiguo Egipto hasta Andy Warhol o Pablo Picasso.

No muy lejos, al sur de Haro, surge un paisaje que alterna el verde del cereal con el amarillo rabioso de flor de la colza y, en la distancia, el blanco de las últimas nieves que luce el pico San Lorenzo hasta bien entrada la primavera. Ahí, en Cañas, están de aniversario. Hace 800 años que Urraca López de Haro fuera nombrada abadesa del convento cisterciense de San Salvador, fundado en 1170. La guía, Ester Cano, subraya que la iglesia y sala capitular corresponden a un estilo gótico muy sobrio que genera un ambiente singular mediante la luz blanca que filtran los ventanales de alabastro. Y tiene razón. El sarcófago de doña Urraca, la sala de las reliquias y el museo de pintura y escultura que esconde el antiguo almacén, con piezas excepcionales, transportan a la Edad Media.
Carretera arriba, en algún lugar hacia el este de la Sierra de la Demanda, braman los dinosaurios.
Mas información en: www.lariojaturismo.com