Viaje por las Terres de l’Ebre

Al sur de Tarragona, el río ebro discurre buscando el mar a través de las comarcas del Baix Ebre, Montsiá, Terra Alta y Ribera d'Ebre, que conforman las llamadas Terres de l’Ebre.

Pescador de Terres de l'Ebre
Pescador de Terres de l'Ebre / Patronat de Turisme de la Diputació de Tarragona.

Encajada entre la montaña y el Mediterráneo, esta región declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco gracias a su riqueza paisajística, puede presumir de ser uno de los pocos lugares en el mundo que albergan dos parques naturales con dos ecosistemas tan diferentes en poco más de 30 kilómetros. Por un lado, el Parque Natural del Delta de l’Ebre, la zona húmeda más grande de Cataluña con 70.000 hectáreas de arrozales y dunas, que es el hogar de cientos de especies de aves. Y por otro, en el interior y prolongándose hacia las provincias de Teruel y Castellón, se alza el Parque Natural de Els Ports, un imponente macizo montañoso donde el paisaje se reparte entre extensos bosques y preciosos valles. Terres de l'Ebre no defraudarán a ningún viajero porque tienen todo lo que se espera de un destino perfecto.

Playa de Cap Roig

Playa de Cap Roig.

/ Patronat de Turisme de la Diputació de Tarragona.

Vacaciones de aventura

Gracias entre otros aspectos a su naturaleza en estado puro, este territorio está certificado como uno de los 100 destinos sostenibles del mundo. Esta región es el enclave perfecto para los aficionados al turismo activo y al deporte de aventura. Los más atrevidos podrán practicar escalada, barranquismo o kayak, mientras que la inmensa variedad de rutas y senderos de distintos niveles de dificultad ponen al alcance de todos la posibilidad de descubrir la región practicando cicloturismo o senderismo. Y, si la tierra firme nos llevará de sorpresa en sorpresa, el mar ofrece también interesantes opciones más allá de tumbarse a contemplarlo. El esnórquel o el submarinismo nos permitirán descubrir los fondos marinos y la rica flora y fauna submarina de Terres de l'Ebre. Bajo sus aguas se extiende una de las colonias de posidonias más importantes de Europa, así como arrecifes y otras formaciones rocosas, cavidades y hasta un barco hundido a principios del siglo XX.

Vela en Terres de l'Ebre

Terres de l'Ebre es un destino perfecto para practicar deportes náuticos.

/ Patronat de Turisme de la Diputació de Tarragona.

Idílicas villas marineras

Pero en este rincón al sur de Cataluña también hay espacio para la cultura. El Ebro ha sido durante siglos un lugar clave para las principales civilizaciones, que arraigaron en este territorio y dejaron su huella en forma de un rico legado: pinturas prehistóricas, castillos, iglesias y palacios... La riqueza cultural e histórica del territorio ha quedado reflejada también en su cocina, elaborada a partir de los mejores productos del mar y la tierra. Y el lugar para degustarlo son sin duda, sus villas marineras, que conservan el alma de su larga tradición pesquera y mantienen muy viva la cultura ligada al mar.

Quienes solo entienden el verano y el descanso como sinónimo de playa, encontrarán aquí su paraíso porque este litoral nos va desvelando todas las caras del Mediterráneo: al norte destacan las calas ocultas por los acantilados, y al sur dominan las playas de arena fina y aguas poco profundas.

Playa de Terres de l'Ebre

Puesta de sol en una playa de Terres de l'Ebre.

/ Patronat de Turisme de la Diputació de Tarragona.

La localidad de L'Ametlla de Mar puede ser un excelente punto de partida para empezar a recorrer la costa. A 55 kilómetros al sur de Tarragona, este pueblo de postal se arremolina en torno al puerto donde regresan cada tarde las barcas tras la faena. Los naturales de esta villa se refieren a ella como La Cala y ese sobrenombre nos da la clave de su mayor atractivo: sus idílicas calas y aguas cristalinas. Cuenta con siete calas vírgenes, como la del Torrent del Pi, rodeada de pinos, o la de Santes Creus, que por un lado da al mar y por otra a una laguna de gran interés natural y ecológico.

Siguiendo la línea del litoral con rumbo sur, hacemos parada en L'Ampolla que se alza en la desembocadura del río Ebro y que hunde sus raíces en la época romana y prerromana. A su riqueza histórica se une la diversidad paisajística que va del terreno llano de aluvión a la costa escarpada y de los olivos a los arrozales en cuestión de escasos kilómetros. Y, antes de seguir viaje, es imprescindible degustar uno de los productos estrella de su gastronomía, las ostras, en la Diada de l'Ostra del Delta que se celebra a principios de mayo.

Senderismo ancantilados Terres de l'Ebre

Senderismo por los acantilados de Terres de l'Ebre.

/ Patronat de Turisme de la Diputació de Tarragona.

Al otro lado del delta está Sant Carles de la Ràpita. Carlos III se enamoró tanto de este lugar que decidió construir aquí uno de los puertos comerciales más importantes del Mediterráneo. Hoy podemos recordar este pasado a través de la huella arquitectónica que el rey dejó en la ciudad. Además, en esta localidad presumen de ofrecer las mejores puestas de sol de Cataluña desde la playa del Trabucador, y una excelente panorámica sobre el delta del Ebro y las llanuras del Montsià desde la atalaya de la Roca Foradada.

Puerto deportivo de Alcanar

Panorámica del puerto deportivo de Alcanar (Tarragona).

/ Patronat de Turisme de la Diputació de Tarragona.

Al límite sur de la provincia de Tarragona, llegamos a Alcanar –“jardín junto al mar”–, que además de la belleza que le otorga su situación privilegiada frente al Mediterráneo, cuenta con un rico patrimonio cultural de la época íbera que se puede descubrir gracias a las visitas guiadas y paseos a pie por el poblado de la Moleta del Remei o la Casa O’Connor, el Centro de Interpretación de la Cultura de los Íberos. Tras la visita, una buena idea será llegar hasta Les Cases d’Alcanar, una pequeña villa de pescadores con exquisita cocina marinera y 12 increíbles kilómetros de tranquilas playas.

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